El Antiguo Egipto es una de las civilizaciones más fascinantes en la historia de la humanidad. Basta con recordar el impacto de sus pirámides, el poderío de sus faraones, o estudiar su cultura, para comprender la magnitud de su impacto. Los rituales funerarios también jugaron un papel importante en la cultura del Antiguo Egipto. Animales funerarios, vestimentas y artículos de gran lujo acompañaban a los poderosos en su tránsito al más allá. Pero, ¿Por qué se entendía la muerte con tan grado de solemnidad? ¿Qué había en aquel inframundo egipcio, plagado de misterios, que hacía que pensaran tanto en él? ¿Quién era el dios del inframundo egipcio? Hoy en Supercurioso te contamos todo al respecto.
La muerte en el Antiguo Egipto
Las diferentes culturas siempre han expresado su manera de ver la vida… y la muerte. En concreto, la cultura del Antiguo Egipto ha tratado el proceso de morir de una manera bastante peculiar. Todo nace de la dualidad entre el día y la noche, la luz y la oscuridad. Cuando la luz del sol se apagaba, entonces comenzaba la lucha contra los monstruos del averno en un canal que conectaba con el río Nilo. Empezaba a tejerse el concepto del inframundo egipcio. Los muertos emprendían un viaje lleno de horrores, misterios y peligros, tal vez mucho más voraces que los de la vida.
El dios del inframundo egipcio era el regente de un tránsito verdaderamente horrible, que atravesaban las almas una vez que morían. El primer concepto que se destaca como parte del inframundo egipcio, es el del viaje. Las almas navegaban un canal del Río Nilo, en el que se encontraban con gigantes serpientes marinas y otros monstruos que surgían de entre las aguas.
Amenazas y fuentes de terror que podían hacer que muchos no terminaran el camino. Solo aquellos que conseguían seguir en el canal hasta amanecer, se encontrarían a salvo. Entonces serían iluminados por el dios sol, que fertiliza sus tierras y provee abundante comida en Kemet, el nombre con el que sus habitantes conocían el antiguo Egipto.
El viaje al inframundo egipcio
Para la fe egipcia, como en la mayoría de religiones, existe un paraíso, y se llamaba Aaru, un lugar abundante y lleno de vida, donde finalmente las almas podían descansar…pero no era tan fácil llegar, ya que morir no era suficiente, y se debían superar varias pruebas difíciles.
La primera era hacer el viaje de conquista de los terrenos del dios del inframundo egipcio. El inframundo egipcio era una parte importante de la religión del antiguo Egipto. Los egipcios creían que después de la muerte, el alma de una persona viajaba al más allá, donde sería juzgada por los dioses y luego se le permitiría entrar en el inframundo.
Para llegar al Aaru, el alma debía atravesar las 12 tierras del infierno, conocido como Duat. Este lugar incluso estaba «cartografiado» y mostraba una tierra dividida por dos caminos, estos estaban separados por un río de fuego, sin embargo, lo peor no era el río, sino las criaturas que vivían en él.
La tierra no era más segura; estaba llena de demonios y monstruos dispuestos a destruir a cualquier alma que pasara cerca. Los muertos debían evitar todos estos obstáculos si querían vivir en el paraíso, de otra manera, serían condenados al olvido.
Además de que la tarea de alcanzar el inframundo egipcio era en sí era bastante titánica, había otro factor importante. Las almas debían atravesar el Duat antes de que sus cuerpos se descompusieran, esta era la razón por la cual se realizaba la momificación, para darles más tiempo para llegar a su destino. Para tener fuerza y superar esta prueba, las almas debían comer.
Es por eso que cuando una persona moría, se hacía una estatua de ella y se le abrían huecos en los ojos y en la boca, en donde se ponía un pedazo de carne. Esto garantizaba que el espíritu tuviera comida y que pudiera ver. Si tenías suerte y los tuyos te amaban, harían este ritual para ti y eso te permitiría empezar el viaje por el Duat.
En el viaje al inframundo egipcio, sin duda que el Faraón era el más afortunado. Ahora, su muerte arrastraba consigo la desgracia de muchas familias. Y es que para alcanzar los dominios del dios del inframundo egipcio, el faraón debía ser acompañado por sus esclavos, criados e incluso mascotas, que tenían que morir junto a él o ella. Se destaca por ejemplo el caso del faraón Djer, quien envenenó a 569 personas para que lo acompañaran al otro lado.
¿Quién era el dios del inframundo egipcio?
Para atravesar el Duat en el Más Allá, en el Antiguo Egipto, las almas debían atravesar 12 puertas, cada una con un guardián que tenía diferentes pruebas para dejar o no entrar a las almas e infinitas maneras crueles de destruirlas si fallaban.
Finalmente, al atravesar el Duat, el alma se encontraba con Osiris, el dios del inframundo egipcio, frente a quien debía jurar que no había violado las leyes divinas, y era aquí cuando su corazón era pesado en una balanza. Si era inocente, entraría al paraíso. Si no, sería arrojada a la bestia Ammitt, quien torturaría y devoraría a la víctima, arrojándola al fuego y al olvido.
El inframundo egipcio era un lugar idealizado, donde los muertos podían vivir cómodamente y seguir interactuando con el mundo terrenal. Tan importante era el concepto, que para ayudar a los muertos a navegar por este mundo peligroso, se les enterraba con una serie de textos sagrados, conocidos como el Libro de los Muertos. Estos textos contenían hechizos y oraciones que se creía que ayudaban a los muertos en su viaje al más allá.
Como podrás ver, el viaje al inframundo egipcio y el encuentro con el dios del inframundo egipcio eran etapas más difíciles aún que las de la vida sobre la tierra. Cruel y complicado, el viaje al Duat podría incluso terminar en un desenlace fatal, si Osiris no aceptaba el alma del fallecido.
Y tú, ¿Conocías estas leyendas sobre la vida después de la muerte? Si, como a nosotros, te fascina la cultura egipcia, no te pierdas el artículo en el que te contamos sobre los más importantes Dioses del Antiguo Egipto. ¡Hasta la próxima!