A menudo os informamos de los asombrosos avances que se van produciendo en campo médico y científico pero nada refleja mejor el largo camino recorrido que el echar la vista atrás para recordar o conocer cómo se trabajaba en ámbito médico apenas unos siglos atrás y qué mejor manera que examinando los instrumentos médicos del pasado.
Los peores instrumentos médicos del pasado
Hoy en día cuando alguien padece de hemorroides y comienza a tener problemas para defecar normalmente, existen soluciones como pomadas, antinflamatorios y laxantes que nos ayudan tanto para calmar el dolor y la inflamación, como para relajar los espasmos y también para facilitar la excreción pero no siempre existieron y para aliviar estas dolencias un médico de Estados Unidos, el Dr. Young, ideó un juego de dilatadores rectales que prometían poner fin a estos males. Eran unos instrumentos con forma fálica de distintos diámetros que se introducían en el recto con el objeto de acabar con éstos y otros muchos padecimientos, como el mal aliento, la flatulencia, la indigestión, acné, insomnio, el cansancio, el dolor de cabeza, la diarrea, el insomnio, irritabilidad, nerviosismo e incluso la anorexia. ¡Vamos que no tenía desperdicio!
Pero cuando todo esto no resultaba los médicos tenían algo mucho mejor eran las tenazas hemorroidales, eran una especie de tijeras que utilizaban cuando tenían que eliminar las hemorroides externas. Con estas tenazas estrangulaban las hemorroides hasta conseguir cortar el flujo sanguíneo de la zona, de esta forma conseguían que las hemorroides se secasen, dejando así de causar dolor. Pero si las hemorroides estaban por dentro, ¡tampoco eran un problema! Los médicos las sacaban “delicadamente” con unos ganchos para luego poder terminar el tratamiento con las ya mencionadas, tenazas hemorroidales.
Muy similar a las tenazas hemorroidales era el dilatador de estenosis, unas especies de pinzas que usaban los médicos para tratar la uretra masculina cuando ésta resultaba ser demasiado estrecha, en ese caso introducían este ingenio por la punta del pene, a modo de sonda, cuando alcanzaban la uretra comenzaban a abrir las pinzas por medio de un tornillo para conseguir forzar la apertura hasta conseguir el diámetro normal, unos 6 mm, lo que en la mayoría de los casos provocaba desgarros en los tejidos, que se consideraba mejor que la estenosis misma.
En 1830 un médico alemán Bernhard Heine revolucionó el campo de la cirugía inventando la sierra para huesos, que bautizó con el nombre de Osteotomo, con este instrumento era posible cortar con precisión sin astillar el hueso ni dañar el tejido cercano. Dio tan buen resultado que sirvió de inspiración para la creación de otras herramientas con las que practicar de forma más escrupulosa la amputación de brazos y piernas e incluso las cirugías dentales.
Y así se trabajaba a finales del siglo IX e inicios del XX como veis la evolución ha sido verdaderamente espectacular tanto como espeluznante fueron los inicios. ¿No te parece?
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