Lo llamaron el “Proyecto Iceworm”. Y sí, es posible que te suene a título de novela de espías, o a una de esas clásicas películas ambientadas en la Guerra Fría que nunca pasan de moda. Y no te equivocas. Este proyecto fue uno de tantos secretos que se alzaron en pleno contexto de tensión política, ahí donde el misterio y los últimos avances tecnológicos, se conjugaron con la esperanza de ir por delante del Kremlin. Un fantástico entramado muy cerca del Polo Norte, que estamos seguros te interesará conocer.

Camp Century, la ciudad secreta del hielo

La persona sobre la cuál recayó la responsabilidad de dar forma a este increíble y secreto proyecto era John H. Kerkering, un coronel del ejército de los Estados Unidos que debía construir una ciudad subterránea bajo el hielo de Groenlandia en tiempo récord, y a salvo de los espías rusos.

Estábamos en 1959, en plena Guerra Fría, esa época en que los misiles de occidente apuntaban al enemigo comunista, y el Kremlin, por su parte, ponía el ojo de su objetivo al imperialismo occidental. La carrera armamentística por superarse el uno al otro no tenía límites, de ahí que cada cierto tiempo, se financiaran curiosos proyectos como el Iceworm. Empresas que por sorprendente que te parezca, no hace mucho que han salido a la luz…

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Camp Century. Plano de la base secreta en Groenlandia

Los primeros esbozos de la ciudad se llevaron a cabo en el Centro de Desarrollo e Investigación Polar de los Estados Unidos. La idea era utilizar una isla situada entre los océanos Atlántico y Glaciar Ártico, para excavar en ella una auténtica ciudad  subterránea que les serviría como posición táctica y geográfica, para desarrollar sus objetivos de defensa nuclear, y enterrar allí unos cuantos misiles a modo preventivo.  Era un lugar realmente estratégico que sería disimulado como «base científica».  ¿Por qué no? Era sin duda un buen plan. Y jamás levantaron sospecha alguna.

En esa isla, las temperaturas alcanzaban los -56ºC. El trabajo iba a ser todo un reto, pero el propósito valía la pena. Para ello, se utilizaron unas potentes tuneladoras trasladadas a propósito hasta el lugar, unas máquinas muy sofisticadas para la época que les habrían de servir para construir un complejo entramado de largos pasillos subterráneos, donde esconder una auténtica e inmensa central nuclear. ¿Y cuánto les costó aquello? 5 millones de dólares de la época. No repararon en gastos como puedes ver…

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La ciudad disponía ni más ni menos que de 30 edificios interiores. Disponían incluso de una auténtica línea ferroviaria de tres kilómetros que unía veintiún túneles interiores y una calle central de  mil metros, donde se alzaban cómodas viviendas revestidas de madera, centros médicos, espacios de ocio como teatros,  cines, peluquerías, bibliotecas… decenas de comodidades al lado de la central nuclear, claro está.

Una vida plácida para un contexto de guerra donde los militares intentaban realizar sus funciones con tensa calma. En invierno eran unas 85 personas, mientras que en verano duplicaban el personal.  Algo monumental que les costaba cada año unos 8 millones de dólares (hoy en día serían unos 60). Pero ahora viene la pregunta clave… ¿les sirvió de algo?…

El final del proyecto Iceworn

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En absoluto. Tras unos años de vigilancia e investigación, el proyecto se abandonó por el alto coste en 1966, por la inutilidad y por algo que escapaba de la mano del hombre: el movimiento de los glaciares y el colapso de los túneles, que obviamente, acabaron derrumbándose. Nadie pensó en ello antes…

Un proyecto que se inició en 1959 permaneció en el riguroso misterio helado, hasta llegado el 1997. Instante en que aquel secreto empezó a descongelarse por la inquietud de Dinamarca (uno de los pocos países que declaró el ser libre de todo tipo de armamento nuclear), al descubrir que en una de sus islas cercana a Groenlandia, se escondía nada más y nada menos que los restos de una central nuclear… ¿De dónde había salido aquello?  La ciudad secreta de Camp Century no tardó ni dos días en ser de dominio público para convertirse de pronto, en una curiosidad más, en un reliquia de aquellos tiempos de… Guerra Fría. Pero eso sí, Estados Unidos no le dio ninguna importancia.