Así como en la Grecia clásica existía la figura de las «heteras», mujeres cultas, independientes y bellas, que acudían a las reuniones de varones para ofrecer su apreciada compañía además de prestaciones sexuales, las Qiyän, fueron prostitutas de lujo en Al-Ándalus. Sin embargo, su historia es muy diferente.

Las Qiyän, prostitutas de lujo en Al-Ándalus

A las Qiyän se las conoce como las «esclavas cantoras» pero eran más que eso. Las Qiyän existieron durante siglos en el mundo árabe donde la prostitución era muy diferente según la zona en la que te encontrases. De la permisividad de Oriente se pasaba a la hipocresía del Magreb o Al-Ándalus en los que se ocultaba esta actividad.

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Dominique Ingres, 1840

La figura de la Qiyän fue evolucionando a lo largo del tiempo. En un primer momento se trataba de mujeres esclavas que elegidas por su belleza y su gracia a las que se enseñaba a cantar, bailar y tocar algún instrumento para que alternasen con los hombres, a un nivel superior al de las prostitutas normales. Más adelante recibieron una completísima educación por lo que podría comparárselas con las geishas japonesas pero ofreciendo también servicios sexuales. Se las instruía desde la infancia, además de en las artes amatorias, en filosofía, astrología, poesía... y todas aquellas ciencias que pudieran hacerlas más completas e interesantes. Además conocían de memoria miles de canciones que solían tratar sobre temas frívolos o amorosos.

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Muchas de las qiyän eran esclavas de origen europeo y las que por la edad en la que fueron esclavizadas recordaban las canciones de amor de sus pueblos natales, las introdujeron en la música de Al-Ándalus. Un famoso muqayyin, que era un educador y comerciante de esclavas llamado Muhammad ibn al-Kattanï, dejo escrito en el siglo XI lo siguiente:

«…tengo en mi poder ahora cuatro cristianas que eran ayer ignorantes y hoy son sabias y letradas en lógica, filosofía, geometría, música, astrolabios, astronomía, gramática, prosodia, literatura y caligrafía…»

Muchas de estas mujeres pertenecían en exclusiva a alguna de las grandes familias de Al-Ándalus o a la corte del Califa, donde ejercían su profesión para deleite de la nobleza. También existieron algunas que tenían sus propias casas en las que recibían a sus clientes, aunque como esclavas que eran, sus ganancias pertenecían a los amos que las habían comprado. Sus vestidos, al igual que ocurría en los reinos cristianos, eran diferentes de las mujeres libres y solían ser de colores llamativos, mucho más refinados y elaborados con telas exquisitas. Fueron mujeres de gran belleza y educación obligadas a ejercer la prostitución por su condición de esclavas.

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