La Segunda Guerra Mundial marcó un hito de horror en la historia de la humanidad. Más de 50 millones de personas fueron asesinadas por el régimen nazi, comandado por Adolf Hitler, entre 1939 y 1945. Tras culminar el conflicto bélico, los países afectados se enfocaron en juzgar a los responsables de uno de los mayores genocidios conocidos, en un proceso que pasaría a la historia como «Los Juicios de Núremberg». En Supercurioso investigamos y te contamos más.
Los Juicios de Núremberg y los crímenes de los nazis
Eran las 7:30 de la mañana cuando los prisioneros de la cárcel de Núremberg fueron despertados para ir al Palacio de Justicia. Corría el 20 de noviembre de 1945, y la guerra, finalmente, había culminado. Sin embargo, el saldo de muertes que dejó no sería olvidado por la humanidad. Un Tribunal Militar, conformado por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética, en representación de todos los países afectados por los nazis, se encargarían de juzgar a los responsables.
El juicio, el primero de muchos, comenzó a las 10 de la mañana. Los primeros en ser juzgados serían los principales líderes del régimen nazi: 24 en total. Se les acusó por cuatro cargos: cometer crímenes contra la paz, crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y haber planeado y conspirado para cometer todos estos los actos criminales.
Luego de 216 sesiones, el 1 de octubre de 1946 se emitió el veredicto de Los Juicios de Núremberg, por el que fueron condenados a muerte a 12 acusados: Goering, Ribbentrop, Keitel, Kaltenbrunner, Rosenberg, Frank, Frick, Streicher, Sauckel, Jodl, Seyss-Inquart y Bormann; tres fueron condenados a cadena perpetua: Hess, el ministro de economía Walther Funk y Raeder; y cuatro recibieron sentencias de 10 a 20 años: Doenitz, Schirach, Speer y Neurath. Tres líderes fueron absueltos: Hjalmar Schacht, presidente del Reichsbank; Franz von Papen, ministro y vicecanciller; y Hans Fritzsche, ayudante de Joseph Goebels en el Ministerio de Propaganda. No recibieron condena Gustav Krupp, empresario que se enriqueció a costa del trabajo esclavo y Robert Ley, jefe del Frente Alemán del Trabajo que organizaba y planificaba la explotación de este trabajo forzado.
Los prisioneros escucharon su veredicto con audífonos, en los cuatro idiomas de los cuatro jueces. Afuera del palacio, al menos 250 periodistas de todo el mundo aguardaban para reseñar que se había hecho justicia.
1. Justicia en las ruinas
Núremberg, una ciudad llena de historia, fue devastada durante la guerra. Sus calles, edificios, cada rincón, tenían huellas imborrables de los bombardeos. Sin embargo, el Palacio de Justicia fue la única estructura que se conservó intacta, por lo que fue escogida para albergar los juicios. El sitio, además, fue el lugar donde el partido nazi concentró a más público durante sus mítines, y fue la sede donde se promulgaron las Leyes Raciales contra los judíos en 1935, por lo que tenía un valor especial para los afectados que se juzgaran aquí a sus agresores.
Los líderes del Tercer Reich fueron encarcelados gracias a la Operación Mondorf, ejecutada por el ejército estadounidense, y los acusados fueron juzgados según las leyes de los países en los cuales habían perpetrado los delitos.
Hubo grandes ausentes, como Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, que se suicidó en el búnquer de Berlín, y Heinrich Himmler, inspirador y jefe general, que se suicidó tras ser capturado por una patrulla fronteriza inglesa. También había huidos, como Adolf Eichmann, Martin Bormann y Josef Mengele.
Pero ellos no fueron los únicos que no se enfrentaron a Los Juicios de Núremberg.
2. La cuestionable justicia
Aunque se recibieron 4.850 peticiones de procesamientos individuales, fueron acusadas apenas 611 personas. Jerarcas políticos y militares nazis, médicos, jueces, entre otros involucrados fueron juzgados durante meses. Sin embargo, además de los cientos de miles de nazis que no afrontaron procesos legales, tampoco fueron acusados los grandes empresarios alemanes que se enriquecieron a costa del masivo trabajo esclavo, de quienes fueron obligados a trabajar hasta morir de agotamiento y enfermedad.
El caso de injusticia más emblemático fue el de la empresa IG Farben, una de las mayores compañías del sector químico y farmacéutico, que fabricó el gas Zyklon B que usaba el régimen nazi para aniquilar judíos en los campos de concentración.
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