En Supercurioso te presentamos una vez los residuos nucleares y su poder contaminante y radiactivo. En esta ocasión queremos hablarte de unos hombres que participaron activamente en una de las catástrofes nucleares más terribles de todos los tiempos. Los liquidadores de Chernóbil, héroes que también fueron víctimas. Conoce su historia.

Los liquidadores de Chernóbil

Muchas son las historias escalofriantes que giran en torno a la ciudad de Pripyat desde aquel 26 de abril de 1986, fecha en la cual el reactor nº 4 de la central nuclear de Chernóbil estalló durante una prueba de seguridad, ejecutada en forma negligente. Sin embargo, pocos saben que alrededor de 8.559 personas sacrificaron sus vidas para salvar no sólo a su patria, sino también a la humanidad de aquellos destellos de radiación provenientes del mismo averno; sabedores unos, ignorantes otros de que caminaban hacía la misma muerte. Tres minutos de trabajo recogiendo aquellos escombros negros y humeantes para lanzarlos al fondo de aquel pozo que parecía emanar un extraño calor, ese era el cometido de los liquidadores de Chernóbil, así de breve y así de macabro.

Liquidadores de Chernóbil
Liquidadores de Chernóbil

Aunque oficialmente jamás se admita, muchos fueron obligados a ser liquidadores, reclutados quizá en una de las tácticas más atroces de la historia. Militares, veteranos de guerra, eran conscientes que ofrendaban sus almas para salvar a su patria de aquel apocalipsis. Las autoridades les hablaron de un sueldo multiplicado por seis, incluso a muchos soldados se les ofreció terminar su servicio militar a cambio de una de esas subidas a la azotea para exponerse ante el uranio y el plutonio; para recoger todos los escombros y cubrir ese reactor, que representaba una amenaza para la humanidad entera.

Muchísimos accedieron con una sonrisa, sin saber que la muerte les sonreía del otro lado también. La propuesta no parecía mala, sino al contrario, eran dos terribles años condenados a peleas, tiroteos y trincheras en la guerra de Afganistán o soportar apenas unos segundos de convivencia con los rayos gamma. Por supuesto, no faltó quien entregara su vida voluntariamente de tal manera que encoge el corazón.

Un frágil escudo ante la muerte

Los rudimentarios trajes de plomo y las máscaras conocidas como morros de cerdo que utilizaban no sólo militares, sino también campesinos de las zonas más deprimidas, provocaban llagas en la cara y ,aunque eran totalmente disfuncionales, eso y un traje con un peso aproximado de 30 kilos era su única defensa. El poder necesitaba de sus brazos y su valor, un frágil escudo para adentrarse en lo más profundo del misterio de la radiación.

Trajes de Liquidador de Chernóbil
Trajes de Liquidador de Chernóbil

Sus trajes, confeccionados a toda prisa y con material que cubría las paredes de muchas sedes oficiales, protegían principalmente la zona superior del cuerpo, la del encéfalo, también los genitales, la médula espinal y la parte de abajo en las botas. Era una desigual batalla de la pala contra el átomo. Aún hoy muchos científicos desconocen como esos audaces hombres pudieron resistir tres minutos sin caer fulminados. Entre 20 y 40 segundos duraba el tiempo de permanencia en el tejado, recibiendo 10.000 roentgens (unidad de medida para el efecto de las radiaciones ionizantes) de radiación, cuando solamente 500 roentgens son necesarios para acabar con la vida de un ser humano.

Ocultos de la mirada social

Hoy sabemos que fueron empleadas alrededor de 700.000 personas, de las cuales en su mayoría se desconoce la identidad, pues todo expediente o documento ha sido borrado, no sólo por el paso del tiempo, sino también por el secreto. Para el estado eran simplemente cifras y utilizaron todos los medios para que aquella catástrofe no fuera conocida por el mundo.

Máscaras abandonadas en Chernóbil
Máscaras abandonadas en Chernóbil

A pesar de su juventud, muy pocos liquidadores viven hoy, la mayoría desconocía los efectos de la radiación sobre el cuerpo humano; la prensa bielorrusa afirmó que casi todos contrajeron cáncer, muchos fallecieron al poco tiempo, escondidos de la sociedad para evitar el pánico.

En esta gran fosa, hoy siguen los restos recogidos por los liquidadores, restos de grafito retorcido que seguirá emitiendo su destello letal durante los próximos 24.000 años. ¿Fueron héroes  o  víctimas? Probablemente ambas cosas.

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