¿Eres de esas personas que saben al llegar a un sitio nuevo dónde queda el norte, o qué pasillo tomar para llegar a las salidas de emergencia, o por el contrario, eres de aquellos que se pierde en la ciudad donde han vivido toda la vida, y son incapaces de entender hasta los mapas más sencillos? En ambos casos hay una parte del cerebro que juega un papel fundamental, pues nos ayuda a reconocer nuestro lugar en el mundo, y es donde reposa la memoria espacial: el hipocampo.
Memoria espacial: ¿sabes dónde estás situado?
Desde hace décadas se sabe que la respuesta a cómo sabemos dónde estamos se encuentra en el hipocampo, un lugar entre los hemisferios cerebrales bautizado de este modo en el siglo XVI por el anatomista Giulio Cesare Aranzio, por su parecido con la figura de los caballitos de mar. Pero sólo en años recientes se ha comenzado a entender realmente cómo funciona nuestro “GPS mental”.
En 2014 el premio Nobel de medicina fue compartido por el angloamericano John O’Keefe y el matrimonio noruego conformado por May-Britt y Edvard Moses, por los extraordinarios avances y descubrimientos en el campo de la memoria espacial, de cómo funciona nuestro GPS cerebral. Ha sido un reconocimiento a un largo proceso de investigación que se inició en 1971, cuando O’Keefe descubrió un tipo de células nerviosas en el hipocampo de las ratas de laboratorio que se activaban cuando el roedor pasaba por ciertos lugares; marcándolas con reactivos observó que éstas cambiaban cuando se colocaban en un sitio distinto, y volvían a activarse las mismas cuando los ratones hacían rutas que ya conocían. La conclusión del investigador fue que estas células de “lugar” eran parte de un mapa mental. Posteriormente, utilizando resonancias magnéticas, se pudieron identificar células similares en el hipocampo del cerebro humano.
Tres décadas más tarde, May-Britt y Edvard Moses identificaron otro tipo de células nerviosas, que bautizaron como células “grid” (cuadro o cuadrícula), que funcionan como un sistema de coordenadas y nos dicen dónde estamos, y hacia dónde vamos. La pareja de investigadores descubrió también que las células del hipocampo interactúan con otras células de la corteza entorrinal, creando una especie de circuito que actuaría como un GPS interno.
En el acto de entrega del Nobel se señaló que O’Keefe y los Moser han respondido en gran parte a una pregunta que venían haciéndose filósofos y científicos desde hace varios siglos: cómo hacen los humanos y los animales para ubicarse en el espacio. Por otra parte, al profundizar nuestro conocimiento de la memoria espacial podríamos plantearnos nuevas maneras de abordar el tratamiento de enfermedades neurológicas como el Alzheimer.
Tal vez estos descubrimientos sirvan también para mejorar la capacidad de orientación de más de una desubicada, como la que escribe este artículo. Y tú, ¿sabes dónde estás parado?