Era un 7 de octubre de 1985, cuando la tierra se estremeció en la población de Memeyes, un sector del poblado urbano de la ciudad de Ponce en Puerto Rico. La madrugada llegó a los hogares de los lugareños anunciando una tragedia. Una avalancha de lodo y tierra se desató alrededor de las tres de la madrugada, dejando a su paso la total destrucción de la localidad y un centenar de fallecidos.
El fenómeno meteorológico conocido como la tormenta Isabel, desató en la isla constantes y violentas lluvias, a lo largo de varios días. El punto cumbre se vivió cuando una gran montaña se deslizó, arrasando a su paso con las casas, los autos, los árboles y familias enteras. Las horas siguientes a las tragedia estuvieron marcadas por la zozobra y la incertidumbre. Los equipos de rescatistas se esforzaban por salvar a los sobrevivientes, mientras que un gran número de cadáveres permanecieron sepultados por el barro.
A treinta y cinco años de este hecho que enlutó a todo Puerto Rico, un asunto sigue llamando la atención del mundo entero, y es que un grupo de niños con edades comprendidas entre los 3 y los 5 años, pudieron predecir la tragedia, a través de sus dibujos, en los que reprodujeron escenas de lo que ocurrió después. Los dibujos se realizaron un 4 de octubre, y la montaña se deslizó el 7 de octubre. Acompáñanos en Supercurioso a profundizar en esta historia.
Recordando la tragedia de Memeyes
La tragedia de Memeyes no fue del todo imprevista, aunque sus dimensiones superaron cualquier predicción. La onda tropical que luego se convertiría en la tormenta Isabel, azotaba la isla con crudeza. Se generaron inundaciones en varias regiones del país, e incluso se registraron precipitaciones de hasta 24 pulgadas en 24 horas, el récord más alto, después del Huracán San Ciriaco en 1899.
Fue la madrugada del 7 de octubre cuando los lugareños sintieron un poderoso estruendo, seguido de un deslizamiento de tierra de grandes dimensiones. Las horas que siguieron estuvieron marcadas por la angustia. El crujir de la madera, los gritos desesperados, los cuerpos siendo arrastrados por el lodo… el derrumbe de la montaña de Memeyes dejó a esta población boricua en un estado de calamidad total. Entre 250 y 400 hogares fueron totalmente arrastrados.
Las labores de rescate comenzaron a la mañana siguiente, así que los primeros en asistir a las víctimas fueron los integrantes de la propia comunidad. Pronto los cuerpos de rescatistas recibieron el soporte de los gobiernos de Estados Unidos, México, Francia y Venezuela, quienes enviaron personal y ayuda, con la intención de rescatar a todas las personas posibles, y proporcionarles refugio. Las acciones fueron de una dificultad extrema, pues la cantidad de tierra deslizada había tapeado la región.
Pero a la luz del tiempo, un suceso peculiar llamó la atención del mundo. Tal como ocurrió con el caso de los niños de Aberfan, en Memeyes los niños también pudieron experimentar una vivencia premonitoria. En Aberfan, un pequeño pueblo escocés, un grupo de niños soñó de forma masiva con que una «lengua oscura de tierra» los sepultaba en su escuela. En efecto, el desastre se produjo tal como relataron el sueño, en el año 1966. En Memeyes parece haberse dado un fenómeno similar.
¿Qué ocurrió con los niños de Memeyes?
La población de Memeyes inició como una barriada en la que un grupo de personas de bajos recursos se establecieron de forma clandestina. Pero con el paso del tiempo, la zona fue tomando una forma urbanizada. No sólo se encontraban allí las casas de un significativo número de familias, sino también una escuela primaria, un dispensario médico y canchas deportivas. Justo en plena temporada de lluvias, el 4 de octubre de 1985, un grupo de niños de entre 3 y 5 años celebraban en su colegio un cumpleaños, junto a sus profesoras.
Estaban rodeados de un ambiente cómodo y distendido, así que las maestras les invitaron a hacer un dibujo para después, colgarlo en clase. Así lo hicieron los pequeños. Las maestras apenas prestaron atención a los dibujos. Sólo los colgaron y volvieron a sus rutinas. Tan sólo tres días después la tragedia había arrasado con el poblado de Memeyes, del que muy pocas cosas quedaron en pie.
Entre las estructuras que sobrevivieron a la tragedia estuvo esa pequeña escuela. Unas semanas después, cuando se reanudaron las clases, muchos de los niños y maestras que formaban parte de la dinámica escolar, ya no estaban. Habían fallecido en el desastre. En medio del dolor que generaba la muerte de tantas personas queridas, una maestra se acercó al muro donde días antes, los niños habían realizado y colgado sus dibujos, con la nostalgia de saber que a algunos de ellos nunca más los volvería a ver.
El impacto fue tremendo, cuando la mujer se dispuso a detallar las hojas en las que los niños habían pintado con total libertad. Concentró su mirada en nueve dibujos, en cuyos trazos parecían reflejarse escenas de lo vivido en Memeyes, de la tragedia que acabó con la vida de decenas de inocentes. Pero, ¿Qué era lo que tenían de especial estos dibujos, para luego llamar la atención del mudo entero?
¿Cómo eran los dibujos de los niños de Memeyes?
En aquel día en que celebraban un cumpleaños, los niños de Memeyes vivían un ambiente festivo y alegre. No existía ninguna razón aparente para que su ánimo se volviese lúgubre o negativo. Sin embargo, en los nueve dibujos observados por la maestra luego de la tragedia, se encontraban algunos puntos en común, que luego fueron interpretados como una misteriosa predicción. En la actualidad, están expuestos en una colección del Museo de Historia de Ponce, en la Sala Memorial «Barrio Mameyes».
- Todos los dibujos tenían cruces en ellos, que aparecían entre un mar oscuro.
- Estaban pintados por entero en colores negros y grises.
- Entre los trazos rudimentarios, podían verse casas vueltas al revés que flotaban entre un mar de tierra, junto a las cruces y varias personas que yacían tumbadas, sin vida.
- Alguno de los niños habían dibujado incluso coches de bomberos junto a las casas destruidas.
Una sobreviviente de la tragedia
María de Lourdes es una de las niñas que vivió la terrible tragedia de Memeyes, y aún mantiene vivas esas memorias en su recuerdo. Tenía tan solo cinco años en aquel momento y fue la autora de uno de los nueve famosos dibujos. Cuando se le pregunta qué le llevó a plasmar esas imágenes, comenta que lo desconoce pero que, a medida que creció y fue consciente de ello, le ha marcado profundamente durante toda su vida. En el desastre perdió a uno de sus amigos, otro de los autores de esta profecía que se cumpliría 3 días después.
La tragedia de Mameyes permanece en la memoria y el espíritu del pueblo puertorriqueño, como una terrible fecha en la que la naturaleza imperó, destruyendo a su paso hogares y familias. A treinta y cinco años del evento que acabó con las vidas de al menos un centenar de boricuas, sus recuerdos permanecen vivos en el corazón de sus familiares y del país.