Todos hemos tenido la sensación de que alguien nos está observando, incluso si no estamos mirando directamente a sus ojos y está a nuestro lado. ¿Cuántas veces habrá iniciado una mirada captada una conversación? Pero, ¿qué ocurre con esas situaciones en las que tenemos la sensación de ser observados por alguien completamente fuera de nuestro campo de visión? ¿Cómo explicar este fenómeno sin recurrir a explicaciones pseudocientíficas como la percepción extrasensorial (o un «sexto sentido»)? Centrémonos en la mirada del ser humano y sus secretos para sacar una conclusión.

¿Realmente podemos notar que alguien nos observa? ¿Es un sexto sentido?

¿Cuántas veces has oído el dicho «los ojos son el espejo del alma»? Parece que siempre ha despertado una cierta fascinación esta parte del ser humano, su mirada, que sin duda puede ser muy poderosa.

En The Royal Society se publicó una investigación que exponía la existencia de una red neuronal generalizada en el cerebro que se dedica exclusivamente al procesamiento de la mirada, que también parece estar conectada con la percepción de la misma. El mecanismo que detecta los ojos y pone en funcionamiento nuestra atención hacia ellos parece ser innato: los recién nacidos de dos a cinco días buscan mirar fijamente a las caras con una mirada directa, por ejemplo.

No sólo nuestros cerebros están especializados en hacernos sentir «atraídos» por la mirada de los demás, nuestros ojos también están excepcionalmente formados para llamar la atención y revelar fácilmente la dirección de la mirada. De hecho, nuestra estructura del ojo es distinta de las de casi todas las otras especies. Piensa en los ojos de un chimpancé, por ejemplo.

ojos de chimpancé

Si lo comparas con los suyos, verás que en nuestros ojos, la parte que rodea la pupila (la esclera) es mucho más extensa y muy clara, blanca. ¿Sabes por qué? Para que discernamos con más facilidad en qué dirección miramos.

Hay una razón por la que nuestro cuerpo ha puesto tanto empeño en convertir nuestra mirada en algo tan esencial: los ojos nos proporcionan información sobre cuándo algo importante está sucediendo. Imagínatelo: si estás con alguien y, súbitamente, su mirada se dirige a un punto, seguro que te girarás a ver qué es lo que le ha llamado la atención. ¡Y gracias a sus ojos sabes con exactitud en qué punto está aquello que mira!

Nuestro cerebro se ha preparado para estas situaciones, por eso ha puesto tanto atención en las miradas ajenas, es una forma más de supervivencia que mejora sustancialmente la efectividad de las interacciones de cooperación entre los de nuestra especie. ¡Incluso hace que las habilidades sociales más complejas se desempeñen mejor!

 

Por desgracia, el procesamiento de la mirada también puede verse afectado. En el caso de las personas en el espectro autista, el tiempo que pasan fijándose en los ojos de los demás es muchísimo menor de la media. Además, les resulta más difícil sacar conclusiones acerca de las emociones o intenciones partiendo de los ojos. En el otro extremo, las personas que sufren de una importante Ansiedad Social tienden a fijarse más en los ojos que aquellos con baja ansiedad, buscando quizá signos que los alerten constantemente de los cambios que pueda haber en el ambiente y en las personas de su alrededor.

Captar la mirada de otros, ¿seguro?

Como habrás comprobado, todas las características del ojo humano hacen que sea  fácil para nosotros averiguar si alguien nos está mirando. Sin embargo, y esto es importante, parece ser que sólo podemos detectar con fiabilidad tal mirada dentro de cuatro grados desde nuestro punto central de fijación.

Sin embargo, podemos fijarnos en otras señales para saber cuándo alguien nos está mirando si está dentro de nuestra visión periférica. Por lo general, tomamos como referencia la posición o el movimiento de su cabeza. También confiamos en señales de la cabeza o del cuerpo cuando el observador potencial está en la oscuridad o está usando gafas de sol. A pesar de todo esto, tenemos que ser sinceros: es muy posible no tengamos razón al creernos observados tan a menudo como se piensa.

Resulta que cuando no dominamos la situación, tendemos a sobrestimar la probabilidad de que alguien nos esté mirando. Te parecerá algo narcisista, pero no es eso en absoluto. Se trata más bien de una adaptación evolutiva que nos prepara para las interacciones que estén a punto de ocurrir, sobre todo cuando planea cierta hostilidad e inseguridad en el ambiente.

¿Y el » sexto sentido»?

Quizá te estés preguntando qué ocurre con los casos en los que sentimos que alguien nos observa sin estar en nuestro campo de visión… ¡y acertamos! O eso nos parece.

Bien, una investigación publicada en The Journal of Parapsychology concluyó que un 96% de la población asegura haber tenido la sensación de que alguien estaba mirándoles fijamente y que al comprobarlo, ¡habían acertado!

Aunque nos encantaría decirte que sí, hay investigaciones que han apoyado este fenómeno, tenemos que informarte de que no es así. Aunque incluso existen estudios sobre el tema que datan de finales del siglo XIX, nadie ha conseguido verificar que se pueda sentir realmente que alguien te está mirando, estando fuera de tu campo de visión. Pues, entre otros problemas en las investigaciones, se considera que existe un importante prejuicio por quien se siente observado, ya que al girarse y moverse, se pone en evidencia y es fácil que alguien le mire. Es posible que sea la primera vez que el supuesto observador pone sus ojos sobre el «observado», pero para éste lo más fácil es asumir que esa persona era quien le estaba mirando. Además, se tiende a recordar momentos como este, antes que cuando nos giramos y no hay nadie observándonos.

¿Tú qué opinas? ¿Alguna vez descubriremos que sí somos sensibles a las miradas de otros? ¿O este fenómeno es sólo fruto de la casualidad?

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