Cada año son miles las hectáreas de bosques que se queman en nuestro planeta. La desaparición de esta vegetación afecta de manera irreversible a su entorno. Unas veces los incendios son fruto de la propia naturaleza, como cuando cae un rayo, otras de un descuido fortuito o descubrimos que detrás hay un móvil económico y en algunas, detrás del fuego, hay un pirómano. Los pirómanos no sólo queman bosques, sino que también lo hacen con inmuebles u otras cosas. Muchos nos hemos preguntado, ¿qué ocurre en la mente de un pirómano?
¿Qué ocurre en la mente de un pirómano?
Esta pregunta se la hicieron también un grupo de psicólogos investigadores de la Universidad de Kent dirigidos por la catedrática de psicología forense Theresa Gannon. Les pareció importante para la terapia conocer como funciona el proceso mental, aunque se calcula que sólo el 3% de los incendios son causados por pirómanos.
La piromanía es un trastorno psicológico relacionado con el control de los impulsos. Al que sufre piromanía se le denomina pirómano y su comportamiento respecto al fuego tiene unas características especiales: la afición por prender fuego, una gran fascinación y placer en la contemplación del mismo, y el interés o curiosidad por todo aquello que tenga que ver con el fuego o los incendios, incluidos los bomberos y sus estaciones.
Según el estudio del grupo de la Universidad de Kent, la satisfacción que el fuego produce en el pirómano puede provenir por el recuerdo de un momento feliz de su infancia (como una barbacoa familiar) y así lo evocan o por el contrario lo relacionan con una situación de temor o dolor y cuando sienten odio o rencor por algo se sienten confortados por el miedo que provoca en los otros. Al encender un fuego o simplemente al verlo los pirómanos sienten un gran placer o alivio. El fuego forma parte de su vida y de su personalidad, sin él no se sienten realizados.
Cuando provocan un fuego suelen estar en un estado parecido al de un trance, saben lo que hacen, pero lo perciben como alejado de la realidad, no les importa el mal que causen. Suelen permanecer cerca del incendio e incluso ayudan en las tareas de extinción, llegando a declararse culpables pero sin remordimiento alguno. Para ellos el fuego es emocionante. En muchas ocasiones piensan que pueden controlarlo y se les va de las manos.
Para que alguien sea considerado un pirómano ha de ser el responsable de haber provocado dos incendios de manera deliberada, únicamente por placer, sin que concurra otro motivo. Para la curación de este trastorno es necesario un tratamiento psicológico o psiquiátrico. El grupo de Theresa Gannon está consiguiendo importantes avances con su terapia en el tratamiento a pirómanos condenados.
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