El 14 de abril de 1912 pasó a la historia como la fecha en que ocurrió una de las peores tragedias del océano. El trasatlántico más grande jamás construido, zarpó el 10 de abril desde el puerto de Southampton, Inglaterra, con destino a Nueva York. Apenas cuatro días después, un iceberg se atravesó en el camino, provocando el catastrófico hundimiento del Titanic, que acabó con las vidas de 1.514 personas. Entre ellas murieron verdaderas leyendas de la época, como el hombre más rico del mundo, John Jacob Astor IV o el playboy millonario Benjamin Guggenheim. Pero entre los fallecidos, los músicos del Titanic han generado una leyenda aparte, que ha logrado conmover profundamente a todo el que la conoce. Acompáñanos en Supercurioso a descubrir la verdadera historia de la orquesta del Titanic.
Leyenda y verdad sobre los músicos del Titanic
Muchos conocemos la historia del naufragio sólo a través del famoso filme de James Cameron. Entre las curiosidades de la película Titanic, destaca el hecho de que se incluyeron en su guion muchas historias reales, como la de los músicos del Titanic. La escena en la que vemos a estos hombres tocando valientemente en medio del hundimiento, procurando dar un consuelo a los pasajeros a través de la música, es una de las más conmovedoras de la película, pero lo fue mucho más en la vida real.
La orquesta del Titanic, haciendo gala de todo su valor, amor al arte y gallardía, en efecto tocó con esmero y elegancia, en medio del más absoluto caos y pánico generalizado, tratando de infundir esperanza ante un destino cruel. La embarcación chocó contra el iceberg a las 11:40 de la noche del 14 de abril, y para la 1:15 de la madrugada del 15 de abril, los músicos aún seguían tocando temas festivos y populares. A las 2:10 de la madrugada, con la cubierta del barco a oscuras, sin más botes salvavidas, ni ninguna esperanza de salvación, el director liberó a los músicos, pero ellos decidieron seguir tocando. Morir tocando, grabando sus nombres en la historia.
1. Quienes eran los músicos del Titanic
Muchos de los misterios del Titanic quedaron inevitablemente sepultados bajo las frías aguas del Océano Atlántico, pero otros muchos lograron ver la luz, gracias a las historias narradas por los sobrevivientes. Justamente por una de ellas, se conoció la historia de la orquesta del Titanic. Se trató de Mary Hilda Slater, una joven de 30 años de edad que había estudiado música en Europa, y regresaba a los Estados Unidos para contraer matrimonio. Esta chica fue la primera en hablar de los músicos del Titanic, en una entrevista que concedió al Worcester Evening Gazette de Massachusetts, sólo 24 horas después de llegar a tierra firme.
Quizás su afición por esta disciplina, hizo a Mary reparar con tanto detalle en la labor de los músicos. Luego, otros sobrevivientes confirmarían lo que dijo: los hombres tocaron Strauss, Sullivan, valses y otros temas festivos de la época, hasta el momento definitivo del naufragio, infundiendo en los pasajeros un hálito de esperanza y compasión. Contaron que las notas animadas o reposadas, según cada pieza, se mezclaban con los gritos desesperados de los pasajeros.
La legendaria orquesta del Titanic se llamaba Wallace Hartley Band. Su nombre lo recibía del director, un violinista británico de 33 años, llamado Wallace Hartley. Fue justo él quien, cuando recién empezó el caos del naufragio, se dirigió junto a sus siete músicos a la entrada delantera de la primera clase, y luego a la cubierta del barco, cerca del área donde estaban los botes salvavidas.
Instrumentos en mano, empezaron a tocar. Los músicos del Titanic eran ocho en total, y se cuenta que sólo en el hundimiento tocaron juntos, pues en el resto de sus presentaciones tocaban en grupos de tres o de cinco. Los nombres de los siete restantes, que también murieron en el naufragio, eran Roger Bricoux, chelista; John Wesley Woodward, también chelista; Fred Clarke, Percy Taylor, George Krins, Theodore Brailey y John Jock Hume.
Entre los datos curiosos vinculados a las historias personales de los músicos del Titanic, destaca el hecho de que dos de ellos, el violonchelista francés Roger Bricoux, el más joven del grupo, y el pianista británico Theodore Brailey, habían viajado a principios de 1912 a bordo del Carpathia, justo antes de unirse al Titanic. El Carpathia fue justamente la embarcación que, estando a más de noventa kilómetros de distancia, aceleró sus motores para llegar al lugar del naufragio y ayudar en el rescate de los 706 sobrevivientes.
2. La orquesta del Titanic y el hundimiento
Aunque algunos historiadores hayan sumado a los músicos del Titanic a la tripulación, la realidad era que no formaban parte de ésta, ni recibían ningún dinero por parte de la administración del trasatlántico. Viajaban como pasajeros comunes, hospedados en las áreas de segunda clase. La White Star Line, compañía propietaria del Titanic, había contratado los servicios de la orquesta por intermedio de la Black Talent Agency, propiedad de hermanos Charles y Frederick Black. Esta era una conocida agencia de talentos con sede en Liverpool, que se había hecho popular en el sector de animación musical para compañías de barcos, por sus bajos precios.
Los jóvenes subieron al Titanic con toda la expectativa de ser los responsables de la animación musical en las diferentes áreas de la primera clase del barco. Pero el idilio duró apenas cuatro días. La noche del naufragio, la mayor parte de la tripulación estaba en sus aposentos y los músicos del Titanic habían terminado su labor, pues esa noche no habría baile. Sin embargo, ante los primeros signos de la tragedia, reaccionaron rápidamente. El director y los otros siete miembros de la orquesta empezaron a tocar sin ninguna duda. Incluso después de que este dio la autorización de retirarse, todos decidieron seguir tocando.
Justamente entre las frases de la película Titanic destaca la verbalización de este momento, en el que el músico que llevaba la batuta les manifiesta a sus compañeros que fue un honor tocar en su compañía, y les permite retirarse e intentar salvarse. Los jóvenes empiezan a hacerlo, pero después, uno a uno regresan, ocupando de nuevo sus lugares y retomando el ritmo de la música. Sobre la última canción que se escuchó en los instrumentos de la orquesta del Titanic, hay dos versiones populares. La más conocida dice que fue Nearer, My God, to Thee, aunque otras posturas defienden que fue el himno Autumn o el tema Proprior Deo. En todo caso, se estima que fue una pieza que los músicos del Titanic conocían muy bien, pues a esa hora ya la cubierta del barco se encontraba en total oscuridad.
3. La leyenda de la Black Talent Agency y el uniforme
Una de las leyendas más insólitas sobre la orquesta del Titanic se relaciona con la Black Talent Agency, de la que se dice que cometió uno de los actos más mezquinos posteriores al naufragio. En las memorias de la conocida camarera Violet Jessop, sobreviviente increíble de los naufragios de las tres naves hermanas, el Titanic, el Olympic y el Britannic, habla sobre la historia de John Law Hume, el joven violinista escocés que provenía de una familia de músicos, y que murió en la tragedia a sus tiernos 21 años.
La azafata y el violinista entablaron amistad, y así Violet se enteró de que el músico cobraba seis libras y seis chelines al mes por su trabajo, pero que en ese salario debía contemplar hacerse cargo del uniforme obligatorio para tocar y de su mantenimiento. Esto era restado de la paga. Se conoció después que el 30 de abril de 1912, apenas dos semanas después de la muerte de Hume, su padre recibió una carta de la empresa que lo había contratado.
En el escrito no se enviaban, como era de esperarse, las condolencias por el fallecimiento del muchacho. En cambio, los dueños de la agencia de talentos le instaban a su padre a pagar la suma en deuda de cinco chelines, por el concepto de gastos pendientes del uniforme de su hijo. Adjuntaron a la misiva una factura, con la indicación que era para completar el pago del uniforme que, junto al cuerpo del muchacho, ya reposaba en el fondo del océano. El padre, impactado, no pudo más que pagar la insólita deuda a la agencia, pero este acto mezquino terminó por enturbiar su reputación.
4. El violín del director
Otro de los temas vinculados con los músicos del Titanic que se hizo noticia, fue la aparición del violín de Wallace Hartley. Junto a los cuerpos del violinista John Hume y el violonchelista John Clarke, apareció también el del director, con su violín atado a él. Se sabe que el instrumento había sido un regalo de su prometida, con la que el joven se casaría al finalizar el viaje. El violín tenía una inscripción que decía «Para Wally, con motivo de nuestro compromiso”.
El instrumento se creyó perdido durante décadas, pero por mera casualidad, fue encontrado en el año 2006 en el desván de una casa en Inglaterra. Al notar su increíble valor histórico, quienes lo hallaron lo consignaron a las instituciones correspondientes, que se encargaron de iniciar una investigación, que finalmente daría como resultado la afirmación total de su veracidad. Tiempo después fue subastado y quien se lo llevó, pagó por él la increíble suma de un millón de euros.
La historia de los músicos del Titanic es un verdadero canto a la esperanza y al valor de la humanidad, aún en los momentos más difíciles y oscuros. Estos valientes hombres ofrecieron la única herramienta de su arte, como un sutil consuelo en la desgracia que vivían las 2.223 personas que iban a bordo del trasatlántico. Sus nombres y su leyenda pasaron a la historia, como un reflejo de luz en la inmensa oscuridad de la tragedia que constituyó uno de los más terribles naufragios vividos por la humanidad.