Desde su unificación como imperio, en el 221 a.C., hasta su relanzamiento en tiempos recientes a la conquista de los mercados internacionales, los chinos han tenido la capacidad para haberse convertido en uno de los pueblos hegemónicos del mundo, como sí lo hicieron naciones mucho más pequeñas y en posiciones menos ventajosas, como España, Inglaterra, Francia o, en tiempos más recientes, Estados Unidos de América.
¿Qué peligro asiático?
Casi desde sus inicios, China debió defenderse de enemigos externos, lo que explica ese extraordinario monumento al aislamiento y a la imposibilidad de tal cosa que es la Gran Muralla, construida para mantener a raya las tribus de Mongolia, que sin embargo ocuparon China en el siglo XIII.
Posteriormente, en el siglo XIX, los imperios europeos hicieron acto de presencia (como solían hacerlo entonces: armas por delante), y luego, en el siglo XX, los japoneses también ocuparon amplios territorios de este país. Ellos fueron los últimos invasores.
Un navegante excepcional
Tal vez esta historia hubiera sido diferente si los chinos hubiesen seguido la huella de Zheng He (1371-1433), de cuyas aventuras ya os hemos hablado en Supercurioso, pero que bien vale la pena recordar. Zhen He fue un explorador –militar y marino– que realizó siete expediciones desde Nankin, en las que exploró y contactó naciones del sudeste asiático, Indonesia, la península arábiga y la costa oriental del continente africano, llegando hasta lo que hoy se conoce como el Canal de Mozambique (entre Mozambique y Madagascar).
Si imagináis expediciones como las de Colón o los portugueses no podéis estar más equivocados: en sus expediciones participaron más de treinta mil hombres y las flotas variaron ente los cincuenta y los trescientos barcos.
¡Y qué barcos!
Los barcos que componían la flota iban desde los 35 metros de eslora hasta más de 150, diez veces más grandes que las carabelas de Colón. Con ellos Zheng He contactó y comerció con diferentes naciones, y hasta participó en algunas escaramuzas bélicas, aunque nunca intentaron anexar territorios al imperio.
Un imperio tímido y confucionista
Los viajes de Zheng He –que era eunuco y descendiente de familia musulmana– fueron apoyados por el emperador Yongle, que murió en 1424.
Su sucesor favoreció el retorno de la influencia de los confucionistas y del aislacionismo, ordenando el retorno de todas las expediciones y la disolución de la flota. Así concluyó un extraordinario período de apertura que de haber continuado tal vez habría cambiado el papel de China en la historia.
Presencia inevitable de China
Aunque China no haya tenido las mismas ambiciones expansionistas de países vecinos como Japón y Rusia, su presencia en el mundo como cultura y como potencia comercial es incuestionable: a su manera han ocupado el mundo sin ser imperialistas y es casi imposible imaginar nuestro presente sin ellos.
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