Los últimos años de vida de Oskar Gröning, exoficial de la Waffen-SS, transcurrirán en prisión por ser responsable de 300 mil muertes en Auschwitz. Esta decisión fue retomada luego de que recientemente unos exámenes médicos probaran que el “contador de Auschwitz”, como era conocido en el Tercer Reich, está en condiciones para comparecer a la justicia con 96 años de edad.
Su abogado, Hans Holtermann, habría apelado la sentencia de 4 años de encarcelamiento, dictaminada por el Tribunal Supremo Federal de Alemania en 2015, con la pretensión de que el veredicto se anulara, alegando que el estado de salud de Gröning se encontraba frágil. Pero pronto se encontrará entre rejas, a casi 80 años del Holocausto.
Cómplice de 300 mil muertes en Auschwitz entra a prisión con 96 años
La pena aplicada para Gröning no fue tan severa como se ha de esperar en un juicio contra alguien que operaba en Auschwitz, el campo de exterminio más grande del nazismo, en el que más de un millón de personas fueron asesinadas entre 1940 y 1945. Pues los fiscales argumentaron que ‘el contador’ solo se encargaba de la parte administrativa, clasificando, contando y registrando las pertenencias de las víctimas. Y aunque aseguraron que pese a que nunca asesinó a nadie en su paso por el campo de concentración, fue testigo de las matanzas, lo cual refiere su complicidad.
‘El contador de Auschwitz’, ahora arrepentido de su pasado, desde muy joven simpatizó por el Partido Nazi. En 1933 se unió a las Juventudes Hitlerianas con la convicción de que sus dirigentes harían lo mejor por Alemania. Como cualquier otro adepto férreo, participó en la quema de libros escritos por judíos y en toda campaña de odio promovida por los líderes nacionalsocialistas contra los enemigos del régimen.
Inspirado por la ocupación alemana de Polonia y Francia, tanto él como sus jóvenes amigos, se motivaron a dar el salto de inscribirse en la Waffen-SS. Estaba decidido a participar de lleno a una causa que terminó siendo su peor pesadilla.
Juró lealtad al alto mando y le fue asignada una labor confidencial, sellada con la promesa de jamás revelar lo que ocurría en el lugar donde sería enviado, ni a familiares, mucho menos a su conocidos. Hablar de más le costaría la vida. Ocuparía el cargo de contador, pero en el complejo de la muerte más temido en tiempos de la Alemania nazi, algo desconocido para él en ese momento.
Ahí trabajó por un año hasta 1942, tomaba el dinero y pertenencias de los prisioneros para enviar estos recursos a Berlín. Mientras cumplía con sus funciones, a diario veía cómo niños, mujeres y ancianos que se escondían aterrados en los trenes eran fusilados por soldados alemanes. Presenciar asesinatos era parte de la cotidianidad. También escuchaba a la lejanía los gritos de quienes morían en las cámaras de gas.
Según confesó el hombre acusado de ser responsable de 300 mil muertes en Auschwitz en calidad de cómplice, presenciar los horrores cometidos por los nazis le generaban un profundo malestar, por ello pidió en un par de ocasiones ser transferido a otra unidad, pero sus solicitudes eran denegadas una y otra vez.
No fue hasta 1944 que abandonó el campo de exterminio, al lograr un traspaso a la unidad que luchó en la Batalla de las Ardenas, Bélgica, a finales de la Segunda Guerra Mundial. En 1945 se rindió ante los británicos y se convirtió en prisionero de guerra hasta 1947. Con su liberación, retornó a Alemania para reunirse con su esposa, llevando sobre la espalda el peso de su colaboracionismo con los autores de unos de los episodios más oscuros de la historia de la humanidad.
En los años venideros hablaría abiertamente sobre su desempeño en un campo de concentración para refutar con todas las bases aquellas teorías que pretendían negar la veracidad del Holocausto. “Yo vi todo, las cámaras de gas, las cremaciones, el proceso de selección. Un millón y medio de judíos fueron asesinados en Auschwitz. Yo estuve allí,” llegó a espetar.
Desde el 21 de abril, de 2015, fue emitida la sentencia del encarcelamiento de Gröning por su implicación en los crímenes nazis, de los cuales lamenta haber estado vinculado. A los medios le ha confesado en reiteradas ocasiones que el arrepentimiento por haber defendido lo indefendible le acompañará por el resto de sus días.
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Imágenes: Wikipedia.