¿Quién no ha soñado alguna vez con encontrarse una botella en una playa, una vieja botella con un romántico mensaje en su interior? Esto mismo es lo que le sucedió a Konrad Fisher, un avispado pescador que intuyendo la importancia de su singular hallazgo quiso hacer negocio con su pequeño tesoro y ponerlo a la venta en ebay. Lo que sucedió después fue tan asombroso que ni él puede creer hasta donde ha llegado su mala suerte.

El mensaje con 100 años de antigüedad que encontró su destino

Si conoces el amplísimo mundo de eBay sabrás los curiosos objetos que llegan a ponerse a la venta en este conocido espacio de subastas. Si eres un fanático de cualquier serie de televisión o un coleccionista insaciable de determinados artículos este es tu portal imprescindible. Esto mismo es lo que pensó Konrad Fisher cuando una mañana se encontró flotando en el océano un pequeño objeto. Estaba en la costa de Kiel, Alemania. El sol se reflejaba en aquella botella que viajaba a la deriva llevada por el compás del oleaje. Era una botella de cristal. No podía creerlo… y en su interior traía un mensaje.

Tras unas pequeñas averiguaciones y análisis supo que lo que tenía en las  manos no era cualquier cosa. La botella tenía 100 años y podía obtener un buen pellizco si la ponía a la venta en Ebay. Sabía que podía encontrar buenos coleccionistas interesados en estas curiosas piezas. Y así lo hizo… nada más publicar el anuncio empezaron a salir pujas y más pujas. Era increíble, algo fantástico, sin duda. Era su momento de suerte. Pero justo cuando estaba rozando la tentadora cifra de los 3.000 euros, de pronto apareció la dueña de la botella.

Bueno, más que la dueña, la heredera. Se trataba de Angela Erddman, la nieta del caballero que escribió el mensaje de la botella. Un hombre que solo pedía que quien encontrara la botella la mandara de vuelta a una dirección de Berlín. La puja cesó de inmediato, ya no podía seguir adelante porque aquel objeto encontrado en la playa, sencillamente, había encontrado a uno de sus dueños. Konrad Fisher no podía creerlo, durante un momento estaba viendo la solución a su problema, que era simplemente poder arreglar su barco para salir a trabajar en mejores condiciones. Pero no pudo ser…su ilusión esfumada, disuelta como un viejo papel tirado al propio océano.

Hoy en día este viejo mensaje y su botella se encuentran en el museo Marítimo de Hamburgo, Se dice que la nieta del autor, de 78 años lloró de alegría al recibir aquella grata sorpresa, y que quiso hacerle un homenaje a su abuelo exponiendo esa antigua carta como tributo a esas maravillosas casualidades que tiene la vida.

Mientras, Konrad Fisher, afirma que no volverá  a coger ninguna botella más de la playa. Ni siquiera ha recibido ni una pequeña recompensa a su pequeña aventura.