Tal vez conozcas la maldición de Ondina, aquella ninfa de agua que tenía un amante. Según el mito griego, él le juró que cada respiración suya durante la vigilia sería un testimonio de su amor. Pero le fue infiel y ella, furiosa, le maldijo: “cuando te quedes dormido te olvidarás de respirar”; el amante no pudo permanecer despierto y finalmente murió, cuando su respiración se detuvo durante el sueño.
Ésta es la maldición de Ondina, o el síndrome de Ondina.
El síndrome o maldición de Ondina: No te duermas
Aunque el mito tiene miles de años, el síndrome no se describió hasta 1962, por los científicos Severinghaus y Mitchell. Quien padece este síndrome no puede dormir sin que haya un serio riesgo de muerte, ya que durante el sueño tiende a dejar de respirar, o a hacerlo a un ritmo notablemente más bajo de lo normal.
En la jerga médica se le llama síndrome de hipoventilación central congénita, o hipoventilación alveolar primaria, y es un trastorno respiratorio que sin tratamiento es fatal. Las personas que lo sufren pueden presentar un paro cardiorrespiratorio mientras duermen.
A los médicos puede resultarles bastante difícil de diagnosticar, entre otras cosas por confusiones en los síntomas, que van desde apnea durante el sueño (y en los casos más graves, durante la vigilia), y dificultad para tragar –o disfagia–, a la enfermedad de Hirschsprung o a tumores en los ganglios simpáticos.
Otros síntomas son anomalías en la pupila, dolores de cabeza, cambios en la tonalidad de la piel por insuficiencia de oxígeno, fatiga, somnolencia y, por supuesto, cierta incapacidad para dormir.
La maldición de Ondina puede aparecer, más típicamente, como un trastorno congénito, aunque también podría ser resultado de un daño severo cerebral, o un traumatismo en la médula a consecuencia de un accidente automovilístico, un ACV, o por una complicación neuroquirúrgica (en estos casos la incidencia es muy rara).
Las investigaciones de esta enfermedad han ayudado a comprender cómo el cuerpo y el cerebro regulan la llamada respiración molecular, y descubrieron que hay un gen, el PHOX2B (o gen homeobox) que es vital para que el sistema nervioso autónomo se desarrolle normalmente; cuando hay una anomalía en este gen, la maldición de Ondina puede presentarse.
Habría que mejorar la capacidad de diagnóstico, sobre todo en la primera infancia, ya que los bebés con hipoventilación central congénita presentan episodios de apnea con cianosis –tú sabes, cuando la piel se pone azul por falta de oxígeno–; en las evaluaciones médicas se descartan las lesiones cerebrales, del corazón y los pulmones, y se ha visto una cierta respuesta extraña a la hipercapnia –acumulación de dióxido de carbono– y a la hipoxia –disminución de oxígeno en la circulación–.
Existe una prueba, la polisomnografía, en donde se ha verificado que la hipoventilación es más notable en el sueño de ondas lentas, y en los casos más graves de la maldición de Ondina, está presente en las otras etapas del sueño. Por lo tanto, como se trata de una afección sumamente rara, si un bebé la presenta su pediatra probablemente no la reconocerá. Si el bebé sufre de apnea del sueño hay que vigilarlo muy de cerca.
Es una enfermedad de pronóstico muy negativo; la mayoría no sobrevive a la infancia, a menos que reciban tratamiento respiratorio mientras duermen. Y aunque se han reportado casos de la enfermedad en adultos sin tratamiento, son bastante poco frecuentes.
Si te interesó el artículo, te recomendamos que leas éste, si acaso tú también dejas de respirar cuando duermes.