En Supercurioso te hagamos una vez de cuando el perro se convirtió en el mejor amigo del hombre. En esta ocasión queremos que conozcas la influencia de la figura del perro en nuestra evolución como humanos, como las personas que somos. Realmente el perro fue, es y será nuestro mejor amigo.
El mejor amigo del perro
Existen diversas teorías sobre cómo el perro domesticó o fue domesticado por los humanos: la versión más o menos clásica cuenta cómo pasó de ser un animal carroñero, que iba tras el humano alimentándose de los sobrantes, a ser un participante activo en la cacería, localizando y ayudando a capturar las presas, labor que hacía por algo de seguridad alimentaria y mucho de cariño. Sobre lo que no hay consenso es cuándo comenzó esta curiosa asociación entre dos especies afectivas y en cómo afectó a la evolución de ambas.
Sabemos que el hombre, a través del contacto y el manejo genético, convirtió al perro en una especie que se mueve más cómodamente en entornos humanos que en espacios naturales o silvestres. Pero la relación con los perros también cumplió un papel civilizador en nosotros.
¿Quién dijo guau?
Los cálculos del tiempo que llevan compartiendo los humanos y los perros van desde los diez mil años hasta los treinta mil, y hay quienes consideran que esta asociación fue una de las ventajas del homo sapiens sobre el hombre de Neanderthal, que además de no contar con un sistema fonador tan versátil como el del homo sapiens, tampoco establecieron relaciones amistosas con los canes.
Varios investigadores, como Stanley Coren o John Morgan Allman, consideran fundamental la relación humanos–cánidos, y creen que los perros fueron claves en la supervivencia de nuestra especie y en la creación de un lenguaje complejo, mientras que al no contar con un socio tan útil y afectivo, los neandertales se encontraron en desventaja en la lucha por conseguir alimentos y contra la intemperie.
Hombre que habla no muerde
Al contar con un compañero de caza con un olfato superior, que le permitía detectar el peligro y presas a distancia, el rostro del homo sapiens pudo relajarse, fue perdiendo lo que le quedaba de hocico y se fue suavizando, haciéndose más expresivo, lo que a largo plazo ayudó a desarrollar el habla. Es decir que, gracias a esta relación, ambas especies dejamos de actuar como lobos.
El desarrollo del lenguaje, a su vez, facilitó la trasmisión de conocimientos y habilidades, llevando al ser humano a una nueva etapa evolutiva.