Una de las ciudades más extraordinarias del mundo, recibe a sus visitantes con calles llenas de historia y monumentos milenarios. Bellezas universales como el Coliseo, el Puerto de la Ostia, la Ciudad del Vaticano y su exorbitante Capilla Sixtina, son algunos de los lugares imprescindibles de Roma que han calado profundo en los intereses turísticos y culturales de viajeros en todo el mundo. En la antigüedad era una verdad a toda prueba el refrán de que todos los caminos llevan a Roma, pero hoy, tantos siglos después, ¿puede aún ser cierto que todos los caminos conducen a Roma?
Curiosidades de Roma abundan, como el hecho de que es visitada por más de ocho millones de viajeros al año. También que algunos la conocen como la ciudad de las iglesias, pues en ella se encuentran más de 900 centros católicos. Cuando nace un bebé en Roma, es tradición que las familias pongan en su puerta un lazo rosa o azul para anunciar el sexo de la criatura. Otra curiosidad vinculada con la leyenda de la fundación de Roma, es que el símbolo de la ciudad es una loba, la misma que amamantaría según la historia, a Rómulo y Remo.
Pero una de las leyendas más conocidas y universalizadas de este país, es el refrán que reza: «todos los caminos conducen a Roma». Este dicho popular empezó a utilizarse en la Edad Media, y ha sobrevivido en la cultura popular universal hasta nuestros días. La frase hace referencia al hecho de que durante la época del Imperio Romano, todo el sistema de calzadas se dirigía a la capital. Pero, con los avance en infraestructura y el crecimiento de las ciudades, ¿Seguirá siendo cierta esta premisa? ¿Será posible que aún sea válido aquello de que todos los caminos conducen a Roma? Acompáñanos a descubrirlo en Supercurioso.
¿Es cierto que todos los caminos llevan a Roma?
El refrán «todos los caminos llevan a Roma», se considera como una realidad de la Edad Media, en función de la disposición urbanística que hizo el Imperio Romano sobre sus territorios. En aquel momento, todas las calzadas o caminos empedrados construidos, tenían a Roma como destino final. Pero habiendo dejado muy atrás esas épocas, y con el crecimiento poblacional de las ciudades, esta afirmación puede haberse convertido en cosa del pasado.
Con el fin de investigar si el refrán era o no vigente, los diseñadores Philip Schmitt, Benedikt Grob y Raphael Reimann, se lanzaron a la aventura de explorar todas las rutas del continente europeo. Empezaron dividiendo un gran mapa de Europa en 486.713 casillas, y convirtieron cada una en un punto de partida dirigido a la capital del antiguo Imperio Romano. Su único objetivo era descubrir si en el mundo moderno, aún todos los caminos conducen a Roma.
Lo siguiente fue darle entrada a la tecnología. A través de un moderno sistema de creación de rutas llamado GraphHopper, y los datos sobre carreteras de Open Street Map, los investigadores crearon un algoritmo que les ayudase a definir la ruta más rápida entre cada uno de los puntos seleccionados y Roma. Luego de definir los caminos, se combinaron los datos, para ver cuáles eran los segmentos de autopista con más tráfico, aquellos por los que pasan más rutas al dirigirse a Roma. Y cuanto más se acercan a la ciudad, más se repiten las carreteras.
¿Cuál fue el origen de esta expresión?
Este popular dicho se basa en la construcción inicial de la ciudad que dispuso el Imperio Romano. La extensa e intrincada red de caminos que levantó el Imperio, pretendía mejorar el transporte de mercancías y de tropas, así como garantizar el dominio de los territorios conquistados. Al ser Roma el centro absoluto de poder político y económico, todos los caminos construidos tenían como destino final a esta ciudad. De esta disposición urbanística planificada por los romanos, proviene el popular refrán que se conoce en el mundo entero hasta la actualidad.
Los romanos construyeron más de 80.000 kilómetros de carreteras repartidas en 400 vías. Esto les permitió que las tropas militares se desplazaran rápidamente por los terrenos conquistados, pudiendo lanzarse al dominio de nuevos espacios. Todo este sistema vial estaba recogido en la Tabula Peutingeriana, una especie de particular mapa donde se reflejaban todos los destinos que atravesaban las diferentes vías. Era un documento curioso, pues no intentaba representar de forma exacta los territorios. Se centraba más bien en itinerarios habituales, ciudades importantes y distancias entre puntos de interés.
La red de caminos y carreteras que se construyeron, fue uno de los elementos fundamentales para el logro de la gran expansión que tuvo el Imperio Romano. Eran los propios generales de la legión romana los que, conforme avanzaban conquistando territorios, ordenaban construir dichos caminos y es por ello que en muchas ocasiones llevaban sus nombres. Sin embargo, ni siquiera toda la grandeza militar, política y geográfica, logró que la historia terminara errores garrafales que producirían finalmente la caída de Roma.
El que llegó a ser uno de los Imperios más poderosos de todos los tiempos, no pudo hacer uso de todo su dinero y poder para evitar venirse abajo. Errores de índole social, política y económica, provocaron su desaparición. Sin embargo, esta majestuosa ciudad, cuna de la civilización moderna, logró que muchos de sus refranes, tradiciones y cultura, siguieran vigentes. El dicho popular de que todos los caminos llevan a Roma, también se extendió, como una metáfora de las diferentes formas de abordar o solucionar cualquier situación o problema.
El legado de Roma vive y permanece en los libros de historia, en las tradiciones que pasan de generación en generación, y en la infinita riqueza histórica de sus monumentos. Aún todos los caminos conducen a Roma, a sus plazas, sus fuentes, sus calles, monumentos y catacumbas. Lugares en los que se respira el misticismo ancestral de una tierra completamente extraordinaria, que sin duda alguna, vale la pena visitar.