Cuando escuchamos la palabra epidemia, por lo general la asociamos al sida, a la gripe, a la «histeria colectiva» o a enfermedades virales y altamente contagiosas. Pero pocas veces la asociamos con enfermedades venéreas, como la sífilis, a pesar de que éstas han matado y aún lo hacen a millones de personas.
Una antigua epidemia encubierta: la sífilis
Hay todo un debate acerca del origen de esta enfermedad de transmisión sexual. De hecho, existen tres teorías que dan cuenta de la sífilis en la historia, aunque veremos que una de ellas se alza como la más probable. Estas teorías son las siguientes:
- Teoría antigua o precolombina: aquí se sostiene haber encontrado restos de esqueletos neolíticos con trazas de sífilis, así como huesos en Rusia que datan del 2000 a.C. Igualmente, en Pompeya se encontraron esqueletos con señales que bien podrían corresponder a la sífilis congénita. Por otro lado, en un cementerio de una abadía al noreste de Inglaterra, consiguieron 245 esqueletos y 3 de ellos tenían señales evidentes de la enfermedad; la datación con carbono 14 fijó la fecha de fallecimiento entre 1300 y 1450. Algunos investigadores creen que la sífilis pudo haber sido introducida en América por los vikingos, que contactaron a nativos canadienses alrededor del año 1300, pero hasta ahora éstas son sólo teorías.
- Teoría del intercambio colombino: esta teoría sostiene que la sífilis es una enfermedad americana, que salió cuando la tripulación de Cristóbal Colón regresó a Europa en 1492. Algunos cronistas de Indias, como Gonzalo Fernández de Oviedo o Francisco López de Gómara, recogen en sus relatos datos interesantes sobre la sífilis y su aparición en España, y hay estudios de esqueletos de nativos americanos de antes de Colón con lesiones sifilíticas. De cualquier forma, hay suficiente evidencia aportada por un estudio del antropólogo George Armelagos, que analizó sistemáticamente 54 de los informes arriba citados y datados con carbono 14, y concluyó que no son fiables. Las lesiones de los esqueletos antiguos pueden ser lepromatosas y las confundieron con la sífilis.
- Teoría de la guiñada: ésta sugiere que las dos teorías anteriores son correctas, puesto que la sífilis es una forma infecciosa tropical llamada guiñada, o frambesia trópica, o polypapilloma trópicum, que afecta piel, huesos y articulaciones, y es causada por la bacteria espiroqueta Treponema pertenue, aunque la sífilis la causa la treponema palidum. La guiñada es parecida a la tuberculosis, que existe en Europa y América desde tiempos remotos, y las diferencias climáticas y ecológicas produjeron distintos tipos de treponematosis que desarrollaron enfermedades relacionadas pero diferentes.
Hasta ahora, la teoría que gana más fuerza es la americana. De hecho, hablando de la primera vez que se registra en Europa, en Nápoles la sífilis fue impresionantemente mortal, a partir de 1495, y según las descripciones de Jared Diamond –un biólogo, fisiólogo evolucionista y biogeógrafo norteamericano–, en aquella época las costras cubrían todo el cuerpo de los infectados, hasta las rodillas, y se desprendía la carne de la cara, matando en pocos meses a las personas. Sin embargo, la sífilis evolucionó hacia 1546, convirtiéndose en la enfermedad conocida hoy en día.
La sífilis significó una verdadera pandemia, pues asoló las poblaciones de Europa, Asia y norte de África para el siglo XVI. Algunos historiadores piensan que una de las razones puede haber sido la rápida urbanización de las ciudades y la promiscuidad reinante.
Para el siglo XVIII eran miles los infectados, y en el siglo XIX, según Gustav Flaubert, el célebre novelista francés, todas las prostitutas egipcias estaban infectadas de sífilis, sin excepción (habría que ver los métodos que utilizó para llegar a semejante conclusión).
Esta epidemia terrible fue objeto también de manifestaciones xenofóbicas: los países le echaban la culpa a sus vecinos de este mal, y así en Portugal y en Italia se conocía como “sarna española” o “mal español”; en Francia, “mal napolitano”, ya que la sífilis hizo estragos en el ejército francés cuando éste intentó conquistar Nápoles; en España, “morbo gálico” o “mal francés”; en los Países Bajos, “enfermedad española”; en Alemania, “enfermedad francesa”; en Rusia, “enfermedad polaca”; en Turquía, “enfermedad cristiana” y en Tahití, “enfermedad británica”. Es un indicativo de lo extendida que estaba y del odio entre los países.
Por supuesto, fueron numerosísimas las personas famosas que enfermaron de sífilis, y en algunos contextos hasta significaba una muestra de hombría el tenerla. Por ejemplo, escritores como Guy de Maupassant, Lord Byron, Arthur Rimbaud, James Joyce, Charles Baudelaire, Oscar Wilde, Leon Tolstoi, Verlaine, el Marqués de Sade, pintores como Francisco de Goya, Paul Gauguin, Vincent Van Gogh, o personajes célebres como Pedro I y Catalina de Rusia, Giacomo Casanova, Martín Alonso Pinzón, Friedrich Nietzsche y ya en el siglo XX, Mussolini, Al Capone o Hitler (aunque no hay certeza de ello para este último), sufrieron de sífilis, entre muchísimos más.
Hoy en día se cura con antibióticos, pero en aquellos tiempos el tratamiento era con mercurio, que solía ser casi peor que la enfermedad. Y como los síntomas primarios se parecían a otras enfermedades, era fácilmente confundible, y los afectados no acudían al médico. En su fase terminal ataca el sistema nervioso central, y los enfermos sufren alucinaciones. Maupassant, por ejemplo, moriría de sífilis encerrado en un sanatorio, con terribles visiones. Hay quienes dicen que algunos de sus cuentos son producto de la enfermedad. Y de los políticos, que muchas de sus decisiones las dictó la sífilis…
A pesar de que tiene cura, la sífilis continúa su carrera epidémica silenciosa, y actualmente unos 12 millones de personas se contagian anualmente. Lee la historia de Mary «tifoidea», la cocinera de Nueva York.