A finales del siglo XIX y principios del XX la ciencia empezó a avanzar a pasos agigantados. La medicina también lo hizo, pero entre medio de verdaderos descubrimientos, un gran número de charlatanes y aprovechados jugaron con la salud de sus conciudadanos con el simple fin de enriquecerse. No existían los rigurosos controles actuales y cualquiera podía poner en el mercado productos milagrosos como Vita radium, los alucinantes supositorios radiactivos.
Vita radium, los alucinantes supositorios radiactivos
Uno de los recursos más utilizados para vender curas milagrosas era decir que los productos eran radiactivos. Chocolate para niños y mayores radiactivo, cremas faciales radiactivas, pastas de dientes radiactiva, jarras de agua y gafas radiactivas… todo lo que llevaba ese adjetivo era bueno y saludable. Los casos más increíbles fueron el del agua Radithor y el de los supositorios radiactivos Vita radium.
En el caso del agua Radithor, los laboratorios Radio Bailey Inc. de New Jersey pusieron a la venta en 1918 un agua milagrosa. Servía para curar prácticamente cualquier enfermedad y proporcionaba una saludable alegría al que la consumía estando sano. A pesar de que en seguida empezó a circular el rumor de que no era beneficiosa, sino todo lo contrario, continuó vendiéndose hasta 1928. Uno de los casos más sonados fue el de Eben Byers, un acaudalado jugador de golf que consumía una botella diaria y falleció completamente radiado. Sus huesos acumularon tal cantidad de radio que se le deshizo la mandíbula, tuvo abscesos cerebrales y se le agujereó el cráneo, muriendo entre enormes sufrimientos. En otro caso de muerte por Radithor, la difunta tuvo que ser enterrada en un ataúd de plomo por el peligro que representaba su cuerpo.
Los supositorios Vita radium se vendieron como un vigorizante masculino, algo parecido a una viagra radiactiva. Pero no sólo eso, proporcionaban energía mental y mejoraban la circulación, el sistema nervioso y ayudaban con las hemorroides y llagas anales -aunque no se entiende cómo, ya que los supositorios cargados de radiactividad debían introducirse por ahí precisamente-.
Como podéis ver, en la propaganda que anunciaba los supositorios, contenía realmente radio. Eso sí, en la medida justa para proporcionar efectos beneficiosos. Cuando introducías el vita radium por el recto, se disolvía y, a través de la sangre, llegaba a todos los órganos del cuerpo. El efecto del producto era equivalente a recargar el organismo con una pila eléctrica. Naturalmente, te aseguraban que el producto en ningún caso era perjudicial.
A lo largo de la historia encontramos muchos productos milagrosos vendidos por personas sin escrúpulos. Los desesperados los han comprado en muchos casos como última oportunidad para recobrar su salud o la de sus allegados. ¿Conoces otros productos milagrosos, como los supositorios radiactivos, vendidos por charlatanes y aprovechados?
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