Hemos de admitirlo… algo ocurre, tal vez en los últimos años nos hayan infectado con una especie de virus capaz de provocar que, de pronto, nos sintamos atraídos de nuevo por el llamado género Z. Cuerpos putrefactos cubiertos de mohosos harapos, andares lentos, expresiones desencajadas donde asoman oquedades llenas de pus y el brillo de los huesos ¿Por qué? ¿A qué se debe que las grandes industrias del cine, la televisión y los editores literarios se interesen por este clásico género de nuevo?

Zombies y tiempos de crisis

Muchos pensaban que iba a tratarse de una moda pasajera, pero novelas como Zombie Planet o Zombie Nation, o las series de cómics de Robert Kirtman atestiguan que no va a ser en absoluto un capricho pasajero, de un público que no duda en invertir su dinero en comprar estas obras. A ello hay que añadirle ese fenómeno de masas llamado «Walking Dead», que ha amasado millones de seguidores en todo el mundo esperando saber cómo avanza la existencia del sheriff Rick Grimes y su grupo de sobrevivientes.

Directores de cine como Álex de la Iglesia comentan que el gusto del género zombie siempre ha estado patente entre el público, contando con verdaderos adictos que han esperado que emergiera de las entrañas de los cementerios cinematógraficos desde aquellos años en que George A. Romero, nos trajera aquella pieza, ahora clásica, llamada «La noche de los muertos vivientes».

Bien es cierto que producciones como 28 días después y Zombieland tuvieron mucho éxito, pero la mayoría asocia a la serie «Walking Dead» el verdadero germen, el verdadero «virus» capaz de infectar al mundo entero con esta moda. Y es que, de algún modo, al tener un programa semanal dedicado a este género hace que el público se vaya acostumbrando, que poco a poco se convierta en algo familiar en la programación alzando el interés y la expectación hasta en los propios profanos del género.

Lo cotidiano se convierte finalmente en moda.

Pero más aún, los expertos afirman que este boom suele surgir sobre todo en épocas de crisis. Recordemos aquellos años en que el mundo, estaba atrapado en ese antagonismo entre potencias de la Guerra Fría, surgiendo a su vez una admiración por las películas de ciencia ficción y terror, un contexto en el que la población, era quizá un poco más receptiva hacia ese género en particular.

Tal vez hoy en día todos seamos un poco «zombies», intentando abrirnos paso por una sociedad y una realidad que parece haber llegado al límite, obligándonos a sobrevivir con los «restos» que quedan de nosotros mismos. Quien sabe. O tal vez tengamos la sensación de que estamos rodeados de zombies, y que, sencillamente, nadie nos entiende.

«Los zombies representan nuestra decadencia», dicen los cineastas y los escritores.

Sea como sea, el fenómeno Z está ahí, arrastrándose entre las carteleras de los cines, en nuestras programaciones televisivas y en los estantes de las librerías. Siempre es difícil desentrañar el origen de las admiraciones de los fans, pero, lo único que queda claro es que mientras los zombies sigan siendo simples actores disfrazados con vísceras de látex y sangre falsa… todos estaremos tranquilos.