¿Eres de los que piensa que ser feliz no es posible a menos que te pasen las cosas que quieres que te pasen? ¿O que estar amargado es inevitable, si la vida no te da lo que le pides?
Pues si es así, es un pensamiento equivocado. Podemos ser felices siempre y cuando decidamos ser felices.
9 claves para no convertirte en un amargado
La psicología y la psicoterapia suelen aportar buenos recursos a la hora de enfrentar problemas y desarrollar nuestra inteligencia emocional. Porque todo se trata, creámoslo o no, de decisiones personales. A favor tenemos que el cerebro, cuando lo “acostumbramos” a los pensamientos positivos, responderá de manera más asertiva. Es cuestión de qué sentimos y cómo percibimos lo que nos pasa, no lo que objetivamente nos sucede, de lo que depende nuestra felicidad.
Cierto es que hay ocasiones en que nos resulta muy difícil ver lo bueno entre lo malo –cuando sufrimos una pérdida de cualquier índole, por ejemplo–, pero si vamos practicando en el día a día lograremos no convertirnos en un amargado. Es cuestión de actitud, como diría Fito Páez. Aquí te ofrecemos unos cuantos consejos útiles –que algunos terapeutas como Rafael Santandreu, Mila Cahue o Luis Muiño, recomiendan–, para comenzar a entrenar el ánimo y convertirlos en hábitos de vida.
1. Humor, divino tesoro
Las culturas que no ríen son caldo de cultivo para trastornos sociales y personales muy serios. Afortunadamente hay pueblos que recuerdan y saben que la risa es la mejor terapia, aprendamos de ellos a reírnos de todo. El sentido del humor se enseña y se cultiva, y por ello hay que practicarlo siempre.
No te tomes tan en serio las cosas, ten en cuenta que la ironía nos distancia de los problemas y nos permite verlos desde otra perspectiva.
2. Paciencia y más paciencia
Cuando somos pequeños, jóvenes, tener paciencia es algo impensable. Pero aprenderla pronto aporta muchos beneficios; entre otras cosas, aprenderemos también a manejar la frustración y a tomar mejores decisiones. Dejar fluir y ver qué pasa.
3. Rodéate de gente y situaciones positivas
Es muy importante reconocer a la gente tóxica que nos hace daño, o reconocer si nosotros somos los tóxicos. En todo caso, consciente y voluntariamente, decidamos estar con personas que nos aportan una visión positiva, estar con gente que nos hace sentir bien y hacer cosas que nos gustan es parte fundamental de no sentirse amargado.
4. Que no te preocupe el qué dirán
Actúa según tus principios, no te mortifiques por lo que los demás puedan pensar de ti. La opinión de los demás nunca debe ser lo que te mueva, de lo contrario serás víctima siempre de la infelicidad y serás un amargado. O amargada.
5. Dale rienda suelta a tu enojo
Debes aprender a expresar tu ira, porque cuando se acumula sobreviene el resentimiento, y éste deviene en amargura. Obviamente no es que vas a dar de golpes a cualquiera porque las cosas no te salieron como esperabas, pero sí es muy saludable dejar fluir el exceso de energía que significa estar molesta/o. Puedes gritar o tener un cojín “de desahogo”, una especie de pera de boxeo, para cuando sientas frustración.
Y otra cosa: luego de desahogarte y saber qué causó tu enojo, pregúntate qué debería pasar para que ese enojo desaparezca. Y pon manos a la obra.
6. Aprende a perdonarte
Cuidado con el perfeccionismo. Si eres de personalidad anancástica, entonces seguro que tienes una fuente inagotable de preocupaciones que en nada ayudan a ser feliz. El miedo a equivocarse muchas veces puede paralizar, y un profundo sentido del ridículo no te permitirá siquiera disfrutar de una carcajada a todo pulmón.
Olvida todo eso, acepta tu humanidad y la infinita capacidad que todos tenemos de cometer errores y de aprender de ellos. Equivócate y perdónate.
7. Disfruta más con lo pequeño y cotidiano
Tomar una copa de vino con unos amigos, ver una buena película, preparar y saborear una comida con las personas que quieres, ir a un museo, leer un libro, escuchar la música que te gusta, todo, todo, contribuye a que nos sintamos bien.
No tienes que salir de viaje o invertir grandes sumas de dinero en esas cosas, que son sencillas y cotidianas pero que te harán valorar la compañía y el momento.
Hacer aquello que nos gusta mejora mucho nuestro ánimo, así que entra en acción y averigua qué es lo que te mueve.
8. No te contamines con el enojo de los demás
Recuerda: las relaciones y personas tóxicas no son buenas para la felicidad. No permitas que otras personas cambien tu estado de ánimo, ni tu pareja, ni tu jefe, ni tus padres, ni tus hijos…
Deja que cada uno lidie con sus propios problemas y no te cargues de peso extra. Vive y deja vivir.
9. Aprende a ver tu vida de otra forma
No es cuestión de cambiar lo que ya ha pasado, no se puede. Pero sí puedes verlo de otra manera. Cuida las palabras que utilizas para contar tu vida, y transforma lingüísticamente lo negativo en positivo.
Estas estrategias son muy poderosas porque ayudan a tomar conciencia de que la responsabilidad de lo que pasa en nuestras vidas es propia. La felicidad es cuestión de cómo vemos la vida, no de lo que pasa en ella. Comienza a practicar poquito a poco todos los días, y verás que de amargado ya no tendrás nada.
Para esa práctica te recomendamos los 4 acuerdos de la filosofía tolteca.