Supercurioso habló en una ocasión anterior del monte Roraima, como parte de un artículo sobre lugares extraordinarios. En esta oportunidad, ofrece una visión un poco más cercana.
Pocas montañas están tan instaladas en la imaginación literaria occidental como el Roraima, tepuy situado al extremo sudeste de Venezuela y compartido con Brasil y Guyana, aunque en la imaginación y como Patrimonio Natural pertenezca al mundo entero.
Una brevísima descripción e historia de la montaña real
Los tepuyes son mesetas tabulares de arenisca que se encuentran en las Guayanas y entre las que el Roraima es la segunda más alta, con 2.723 metros de altura. Aparece en los mapas europeos en 1654 y será visitado y descrito por primera vez en 1835, gracias a una expedición dirigida por Robert Schonburgk (1804-1865), explorador germano, discípulo de Humboldt, al servicio de la Real Sociedad Geográfica de Londres. Casi cincuenta años después, otro explorador al servicio de los ingleses, Everard im Thurm (1852-1932), junto con Harry Perkins, realiza la primera ascensión exitosa al tepuy, por la ruta que actualmente siguen todos los excursionistas.
Su narración, junto a la de otros exploradores que en los siguientes años exploraron la flora y fauna de esta montaña, considerada por algunos como una “isla en el tiempo”, inspiró su paso a la imaginación occidental.
El soberbio Julio Verne
El prolífico escritor y visionario francés Julio Verne (1828-1905) fue el primero en introducir, aunque de manera tangencial, esta meseta en una de sus novelas, El soberbio Orinoco (1898), al colocar las nacientes del gran río en sus sabanas y vertientes. Se trata de un error comprensible, pues las fuentes del Orinoco no se descubrirían hasta cincuenta años más tarde.
Verne era un asiduo y atento lector de las publicaciones científicas de su época, por lo que debió leer artículos sobre el Roraima.
El padre de Sherlock Holmes asciende al Roraima
Pero la novela que incorpora plena y definitivamente la montaña a la literatura fue El mundo perdido, publicada en 1912 por Arthur Conan Doyle (1859-1930), conocido mundialmente por ser el autor de las novelas y cuentos de Sherlok Holmes.
El mundo perdido fue el más afortunado de una serie de relatos para jóvenes cuyo protagonista era el extravagante y temperamental profesor Challenger, que encabeza una expedición a una montaña misteriosa en el Amazonas, a la que se accede a través de Manaos (como era usual en la mayoría de las expediciones al Roraima). Los personajes logran llegar a la cima usando un árbol como puente, que se encontraba en un promontorio al lado de la montaña (el Tewaseng), y allí se topan con dinosaurios, hombres monos, pterodáctilos y otros seres extintos.
La vida cinematográfica de El mundo perdido
Desde 1925 la novela ha sido llevada al cine y a la televisión en varias ocasiones (1960, 1992, 1998, 2001) y en parte es una de las fuentes de inspiración de obras como Parque Jurásico (que usó el nombre de la novela en una de las secuelas).
Como dato curioso, en la versión de cine mudo, dirigida por Harry O. Hoyt, los efectos especiales estuvieron a cargo de Willis O’Brien y Marcel Delgado, quienes se consagrarían con los efectos de otra gran película realizada en 1933: King Kong.
Tanto la novela de Conan Doyle como el Roraima siguen conservando su frescura y misterio, a pesar de las miles de lecturas y visitas. Ambas se elevan en nuestra imaginación, invitándonos a nuevos encuentros.
¿Te ha gustado? ¿Te animarías a hacer una expedición a este tepuy maravilloso? O tal vez quieras también conocer otros lugares extraordinarios.
Imágenes: Fotografías cortesía de Ricardo Azuaje