Puede que seas de los que no puede con el género, que la sola imagen de un escenario tintado de claroscuros, casas abandonadas y voces distorsionadas, llegadas del más allá, sean suficientes para cambiar de canal o girar el rostro, es posible. Pero también es verdad que el terror es una temática lo suficientemente atractiva para que sea explotada en cualquier medio, ya sea el literario, el cinematográfico o mediante series de televisión. Basta con recordar piezas maestras de la literatura como Drácula o Frankenstein, para recordar como los libros de terror capturan nuestra atención desde la primera línea. Pero, en esta ocasión, en Supercurioso, hemos querido sumergirnos en lo audiovisual. En esas escenas aparecidas de golpe que nos arrancan un grito, o esas musicalizaciones espectrales que nos erizan la piel. Te contaremos por qué nos gustan las películas de terror, a pesar de que las suframos tanto como las gocemos. ¡Acompáñanos!
Las películas de terror, un clásico que se renueva
Hablar de por qué nos gustan las películas de terror es toparnos de frente con nuestra cotidianidad más natural. Se trata de un género que parece no tener fin, encontrando siempre nuevas maneras de conquistar y de sorprender. Recientemente, por ejemplo, estamos viviendo una renovación por el género zombi. Producciones como “The Walking Dead” mantienen, semana a semana, a miles de telespectadores en la seguridad de su hogar disfrutando de esos seres lentos y desmembrados con ansias caníbales. Este es un terror que está de moda, pero el fenómeno no es reciente.
La historia del género se inició ya con esa fabulosa película de Murnau con el Nosferatu más singular y siniestro que podamos recordar. Prosiguió de modo exitoso con Frankenstein, con el Drácula de Bela Lugosi, y encontró su edad de oro con esos años de los 50 y los 60 con el cine de serie B y esas famosas adaptaciones de Edgar Allan Poe con el magnífico Vincent Price a la cabeza, trayéndonos el tortuoso mundo interior de uno de los maestros del género. Por su parte, los años 80 nos regalaron producciones de todos los tipos y calidades. El mundo se aterró con películas como “La matanza de Texas” , “Halloween” o “Freddy Kruger” y la modernidad, nos envuelve ya con un efectismo tan real, y tan explícito, que es imposible disimular un escalofrío casi a cada instante…
Nos quitan el sueño, la niña del exorcista o la de The Ring. Siguen estando presentes en nuestras pesadillas y, sin embargo, no nos duele pagar dinero por una entrada para ver todo lo nuevo que llega sobre el género de terror. Pero, ¿Por qué nos gustan las películas de terror? ¿Qué nos hacen sentir? ¿Qué efectos tienen en nuestra mente? ¿Qué hay tras esta contradictoria afición?
¿Por qué nos gustan las películas de terror?
¿Has escuchado aquello de que existen placeres culposos? ¿Algunos pequeños gustos que nos hacen sufrir, pero que, al mismo tiempo, nos resultan tremendamente adictivos? Pues al averiguar sobre por qué nos gustan las películas de terror, nos topamos con la experimentación de un extraño placer, una peculiar excitación. No es tan solo una creencia, sino que la premisa está sustentada en un comportamiento físico.
Un equipo de científicos de las universidades de California y Florida determinaron que, cuando estamos viendo una película de terror, nuestra amígdala, esa pequeña estructura cerebral asociada al miedo y al instinto de supervivencia, se activa de inmediato. Pero, al valorarlo como un miedo “no real”, nos gratifica con una sensación de placer. Se trata de una mezcla de excitación y alivio. El radar del miedo se activa de inmediato, pero nuestra corteza prefrontal evalúa al instante que no existe peligro evidente. Son una mezcla de sensaciones contrapuestas que los expertos catalogan como “ser felices al percibirnos infelices”.
La adrenalina también es un elemento que se asocia a por qué nos gustan las películas de terror. Hay personas que disfrutan más que otras de determinadas experiencias. Quienes aman las películas de miedo producen mayores cantidades de adrenalina en su cuerpo que quienes simplemente las evitan o no disfrutan viendo un exorcismo o un campo solitario por donde avanza un muerto viviente con ansias de devorar al protagonista. El umbral de sensibilidad es diferente en cada persona. La adrenalina nos activa y nos inyecta a su vez de una agradable sensación de placer. Entonces ¿Es que somos retorcidos? ¿Disfrutamos con algo que nos debería causar sufrimiento?
En absoluto. Las personas reaccionamos de modo diferente ante el mismo estímulo. Para algunas, esta activación neuroendocrina no es placentera porque, tal vez, fortalezca en ellas el recuerdo de experiencias pasadas negativas o trágicas, lo cual les dificulta analizar con objetividad que no hay riesgo alguno. Los efectos estrés sobre el cuerpo las colapsa evitando que puedan disfrutar y provocando además, que determinadas imágenes se queden en su memoria en forma de impronta que, más tarde, será revivida posiblemente en modo de pesadilla. ¿Quién no ha tenido alguna vez un sueño gracias a una de las películas clásicas de terror? Seguramente todos, o casi todos.
¿Cómo influye la personalidad en la elección de las películas?
Bien sabemos que la personalidad influye en todos los aspectos de nuestra vida. Pero podría tener especial participación a la hora de explicarnos por qué nos gustan las películas de terror. Un estudio al respecto, realizado por el profesor de psicología Marvin Zuckerman, de la Universidad de Delaware, expone que hay una relación directa entre el tipo de personalidad del individuo y sus elecciones a la hora de ir al cine.
Quienes eligen filmes de terror o de miedo, sean vinculadas a películas de fantasmas, brujas, zombis, monstruos, torturas o conjuros, parecen tener una personalidad presta a la búsqueda de un mayor cúmulo de sensaciones. Son estas las personas que prefieren elegir constantemente opciones que les lleven a un mayor nivel de excitación, a vivir experiencias más intensas que les lleven a probar sus límites.
De hecho, según Zuckerman, la respuesta a por qué nos gustan las películas de terror tiene que ver con una especie de «prueba autoimpuesta», que se equipara también con otras actividades como los deportes de alto riesgo. Al respecto, el profesor Glenn Sparks de la Universidad de Purdue expone que lo que se vive al ver una película de terror es un «proceso de transferencia de excitación». En este caso, los procesos fisiológicos que se derivan de la exposición al miedo, como la respiración agitada, la aceleración de los latidos del corazón o la elevación de la presión arterial, suelen persistir por un tiempo luego de culminada la película.
Sea como sea, el cine de terror siempre tendrá fieles amantes y detractores, pero la industria del miedo seguirá explotando toda esta complejidad emocional, regalándonos producciones de mayor o menos calidad, pero embelesándonos con cada sombra, con cada quejido, cada invocación y cada grito de sus infortunadas víctimas. Y tu, ¿Sabías por qué nos gustan las películas de terror? ¿Te cuentas entre sus amantes? Déjanos todas tus opiniones en un comentario. ¡Estaremos deseando leerte! Y mientras tanto, no te pierdas esta selección de estas alucinantes películas de terror basadas en hechos reales, o diviértete con estas curiosidades de películas de miedo.