Supercurioso os invita a sobrevolar la selva amazónica, a que veáis de cerca parte de lo que acontece en ella.
El caso Castanheira
En agosto de 2014, la Policía Federal brasileña y fiscales del Instituto Brasileño del Medio Ambiente (IBAMA) iniciaron una operación denominada “Castanheira”, cuyo objetivo era desarticular una banda, responsable de aproximadamente un 10% de la deforestación ocurrida en la Amazonía brasileña los últimos dos años.
La banda, formada por unos quince miembros y cuyas ramificaciones llegaban hasta la ciudad de São Paulo, ocupaba ilegalmente lotes boscosos en los estados amazónicos de Pará, lo talaban y quemaban, y luego vendían los terrenos –con papeles falsos– a ganaderos para ser usados como pastizales.
Se calcula que, antes de emitirse las órdenes de captura, este grupo deforestaba 3.400 hectáreas de bosque semanalmente, una cantidad nada desestimable. La operación concluyó en febrero de este año al ser capturado el líder de la banda, Ezequiel Antonio Castanha.
Algunos antecedentes de la víctima
La Amazonía, la cuenca del río Amazonas, tiene alrededor de seis millones de kilómetros cuadrados, mayormente en territorio brasileño, aunque también toca países como Perú, Colombia, Bolivia, Guyana, Surinam, Ecuador y Venezuela.
Es el bosque tropical más extenso del mundo y se considera una de las ecorregiones con mayor biodiversidad del planeta: 150.000 especies de plantas, más de 2.000 de aves y mamíferos (una quinta parte de las aves del mundo) y alrededor de 2,5 millones de insectos. Contiene además el río más caudaloso, y su título de pulmón del planeta no es ninguna exageración.
Por ello en 2011 la Amazonía fue declarada una de las siete maravillas naturales del mundo.
Otros culpables de su desaparición
Pero este título no le ha servido de mucho ante el asedio de otra clase de bandas y peligros que han estado acechándola en los últimos cincuenta años. Otros factores, además de Ezequiel Antonio Castanha, que contribuyen a la destrucción acelerada de los ecosistemas amazónicos son la minería, la explotación de maderas valiosas, la construcción de carreteras y presas hidroeléctricas, la colonización y los nuevos urbanismos (que amenazan además la existencia de numerosos pueblos indígenas que aún resisten en sus bosques), la ganadería y la agricultura intensiva (especialmente la dedicada a la soja).
Un ejemplo de la gravedad de esta situación lo reflejan estas cifras de Greenpeace: en un período de tres años se deforestaron 70.000 kilómetros cuadrados de bosque sólo para el cultivo de soja.
Consecuencias de la deforestación
La deforestación creciente de la Amazonía conlleva cambios negativos en el clima mundial, incremento del CO2 y disminución en la producción de oxígeno, contaminación, pérdida de biodiversidad natural (extinción de especies) y cultural (desaparición de pueblos indígenas), destrucción de los suelos, pérdida de acuíferos, etc.
A largo plazo significa el empobrecimiento de la calidad de vida para todos los que habitamos este planeta.
Rescatando la Amazonía
La solución no es buscar y castigar culpables, sino aplicar modelos alternativos y sustentables de desarrollo en la Amazonía, que de hecho ya existen, como los sistemas agroforestales, la explotación de especies locales atractivas, como el aceite de seje, el palmito de plantaciones de palma, las castañas de Brasil, la extracción de caucho, etc. De esta manera garantizaremos que la Amazonía continúe siendo una de las siete maravillas naturales de esta maravilla única que es la Tierra.
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