El post de hoy es sobre un canal cuya construcción y apertura resulta de lo más polémica, en Nicaragua. Te invitamos a saber un poco más, y que cada uno saque sus conclusiones.
Un canal que se hunde en el pasado
Desde tiempos coloniales se ha especulado con la posibilidad de aprovechar la posición del lago de Nicaragua (también conocido por su nombre náhuatl, Cocibolca) para hacer un canal que uniese las aguas del mar Caribe con las del océano Pacífico.
De hecho, los estadounidenses estuvieron desarrollando un proyecto a fines del siglo XIX, que abandonaron cuando compraron los derechos para culminar las obras de construcción del canal de Panamá, que los franceses dejaban con las tablas en la cabeza, y que a la larga se convirtió en uno de los canales de navegación más transitados del mundo.
Proyecto actual del canal
En 2013 el gobierno de Daniel Ortega y el congreso de Nicaragua aprobaron el nuevo proyecto para un canal en ese país que uniese el mar Caribe con el océano Pacífico, aprovechando las aguas navegables del lago de Nicaragua.
La realización del proyecto se otorgó a la empresa china HKND (HK Nicaragua Canal Development), y además del canal incluye la construcción de dos puertos de aguas profundas, una vía férrea que una ambos puertos, dos aeropuertos internacionales y una zona de libre comercio; todo con un costo aproximado de 50.000 millones de dólares.
El canal de Nicaragua, con 270 kilómetros de largo, será tres veces más largo que el canal de Panamá, 90 kilómetros de navegación serán por el lago, el segundo más grande de América Latina (después del lago de Maracaibo, en Venezuela), y permitiría incrementar el negocio entre África, Asia, América y Europa de un modo notable.
HKND controlaría el canal por 50 años, prorrogables por cincuenta años más.
Posiciones a favor y en contra
Naturalmente, ninguna obra de estas dimensiones prospera sin generar polémica en ninguna parte del mundo. La resistencia a este proyecto ha ido desde razones geopolíticas hasta motivos ambientales, aunque también haya habido una abierta defensa de este proyecto especialmente por parte del partido gobernante, los sandinistas. Estos consideran fundamental esta obra para sacar a Nicaragua de la pobreza crónica en la que vive la mayoría de los nicaragüenses, y que los ha obligado a buscar trabajos en países vecinos, como Costa Rica, Panamá y los Estados Unidos.
Se estima que para el 2030 el canal produciría ganancias por un monto de 27.000 millones de dólares anuales y más de 130.000 puestos de trabajo.
En cuanto al impacto ambiental, la empresa encargada de evaluarlo ha señalado que sería relativamente bajo y manejable, tal como se ha hecho en el canal de Panamá.
En la acera opuesta, en la de los críticos, se considera que el proyecto fue aprobado sin que la discusión fuese pública y democrática, que se está comprometiendo la soberanía de Nicaragua y que ni el gobierno ni la asamblea presionaron para garantizar que HKND trabaje con mano de obra y empresas nicaragüenses.
En el aspecto ecológico, la principal objeción es que la consultora encargada de evaluar el impacto ambiental de la construcción del canal está siendo financiada por HKND, y que se estaría jugando con el futuro de la fuente de agua dulce más grande de Centroamérica.
También ha habido resistencia por parte de las organizaciones campesinas debido a las expropiaciones, pero esto no ha impedido que los trabajos de construcción se iniciasen en diciembre de 2014.
Ciertamente una obra cuyo impacto va más allá de las fronteras de Nicaragua. Si te ha interesado este artículo, puedes leer también sobre el templo del cielo en China.