En Supercurioso nos preguntamos hace tiempo quién inventó la virginidad, y ahora nos hacemos otra pregunta:
¿Cuándo se inventó la infancia en Occidente?
La forma en que vemos y tratamos a los niños ha cambiado radicalmente en los últimos tiempos. Desde épocas remotas los padres han tratado a sus hijos, en general, como de su entera propiedad, sin tomar en cuenta casi nunca sus necesidades o sus opiniones.
Los historiadores, tradicionalmente, han fijado su atención en los grandes eventos públicos, batallas, conquistas, viajes a través del mundo en busca de riquezas. Pero en las últimas décadas del siglo XX, una nueva corriente ha llevado otros aires a las escuelas de historia, y la atención se ha dirigido a esos relatos en donde las mujeres, por ejemplo, tienen mucho que decir, a la esfera privada, a las costumbres de la vida cotidiana; en otras palabras, a la historia de las mentalidades.
La infancia, como podemos suponer, entra en el ámbito de lo privado y por ello nunca fue especialmente estudiada, salvo en aquellas sociedades que tenían un trato bien distintivo hacia los niños, como el caso de Esparta, donde sacrificaban a los infantes débiles o con defectos para no dañar al estado. Pero ésta no fue la única cultura que mató a sus niños.
Antigüedad
Tanto en Grecia como en Roma no se reconocía la infancia como una etapa con sus propias características. La educación era importante y se aplicaba por igual a niños y a niñas hasta la edad de 12 años.
Comenzaban a estudiar a los 7, pero antes de eso pertenecían a sus padres. Los infanticidios eran bastante comunes.
Medievo
Los niños eran considerados “pequeños adultos” en la sociedad medieval. Si bien no eran excesivos los maltratos o la mortalidad infantil (dadas las condiciones higiénicas de la época), no existía el concepto de “infancia” tal como la conocemos. Lo que sí había eran hitos para indicar cuándo comenzaba y cuándo terminaba esta etapa de la vida: desde el nacimiento hasta los 7 años más o menos, cuando ocurría el destete tardío, se consideraba al niño “niño”. A partir de allí pasaba a ser un “pequeño adulto”. Incluso las leyes consideraban a los niños iguales a los mayores, aunque hacían algunas distinciones. Como portador del “pecado original” (lavado a través del bautismo), el niño era percibido como un ser perverso, corrupto y necesitado de redención mediante la disciplina y el castigo.
En general se asumía la visión de santo Tomás de Aquino, quien pensaba que la infancia era un estadio inferior que había que superar. El niño se educaba en el seno familiar y se utilizaba como mano de obra.
Temprana edad moderna
Gracias a filósofos como John Locke, que pensaban que la mente humana al nacer era una tabla rasa, se enfatizó la importancia de procurarle al niño “libros agradables” para desarrollar sus mentes a través del gusto y no por la fuerza.
Luego llegó Jean Jacques Rousseau, que escribió su famosa novela Emilio, o de la educación, y en la cual describía la infancia como un corto período de santidad antes de enfrentarse a los peligros y dificultades de la adultez.
Todas estas ideas influyeron tanto en la época que hasta en la pintura comenzó a verse una diferencia en la representación que de los niños se hacía: los pintores empezaron a mostrar a los niños físicamente distintos, cuando antes eran como pequeñas versiones de los adultos.
Era industrial
Era habitual que los niños ayudaran a los padres en las labores de cultivo o en los oficios artesanales, y también empezó a ser habitual que los niños trabajaran en las fábricas como una manera de aportar al hogar dada la inmensa pobreza, sobre todo en Inglaterra; sus labores eran principalmente como limpiachimeneas, tanto en fábricas como en minas. Obviamente, su salario era bajo, y trabajaban extenuantes y largas jornadas.
Esta gran contradicción entre el trato para los niños pobres y la concepción de la infancia como un lapso de inocencia hizo mella en muchos reformistas, que a partir de 1830 atacaron la explotación infantil. Así, se logró por ley que los niños menores de 9 años no pudieran ser empleados, y que nadie por debajo de los 18 trabajase más de 10 horas de lunes a viernes, y de 8 los sábados; y nadie por debajo de los 25 podría trabajar por las noches. En 1901, la edad infantil para trabajar se elevó a los 12 años.
Emergió la literatura infantil como un género literario aparte, con libros adaptados a la imaginación infantil.
La infancia moderna
A partir del siglo XX hay todo un cambio hacia la niñez; se enfatizó el rol de la familia y la inviolabilidad del niño (algo que ha permanecido en la sociedad occidental).
La educación obligatoria durante el siglo XIX, en Europa y muchos países de América, hizo que el niño se alejase de las zonas de trabajo para instalarse en las escuelas.
Emergió también el concepto de infancia como un período de diversión, felicidad y juego, y comenzaron a venderse juguetes para niños y niñas. Y luego, por fin, con la Declaración de los derechos del niño en la ONU en 1959 (bastante entrado el siglo XX) se reconoce su diferencia y se protege legalmente a la infancia.
A lo largo de la historia los niños sufrieron asesinatos, abandonos, malos tratos y abusos de toda índole; si eran deformes o “retardados” no había problemas en matarlos. Si había hijos ilegítimos o fruto de relaciones adúlteras, una práctica muy difundida era regalarlos o dejarlos en las casas de hospicio, que se formaron en el siglo XIX “para que no hubiese tantos niños muertos en las calles”.
Aunque hoy todavía hay niños que por desgracia siguen sufriendo estos males en muchos países, las leyes mundiales se han volcado a su protección física, emocional y espiritual para, al menos desde la ley, darles la oportunidad de seguir siendo niños.
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