Esta es una de esas historias increíbles que muchos se atreverían a considerar como un relato tejido por la leyenda y no por la realidad. Ahora bien, lo ocurrido en Honey Grove, Texas, a finales del siglo XIX, cuenta con esa increíble casualidad que en ocasiones el destino, tiene guardado para unas personas muy concretas.
Lo ocurrido con un empresario tejano llamado Henry Ziegland aparece en el libro «Casualidades, coincidencias y serendipias de la historia» de la editorial Nowtilus, ahí donde se recogen y documentan hechos asombrosos que la vida tiene a bien de jugar de vez en cuando, dejándonos actos verdaderamente insólitos.
Hoy te invitamos a descubrir la historia de la bala que acabó encontrando su venganza.
Una joven abandonada, dos suicidios y una bala
Puede parecer un título de una novela dramática, pero cuando descubras el final pensarás que a la propia tragedia se le acabó entremezclando también la ciencia ficción. Empecemos desde el principio, y para ello, hemos de situarnos.
Texas, año 1893. El empresario y maderero Henry Zieglan corteja día y noche a una joven hasta hacerla caer en sus brazos. Le promete matrimonio, le promete felicidad eterna y una vida que construir en pareja. Falsos castillos en el aire que se vienen a bajo cuando él consigue lo que desea de la muchacha, para después aburrirse, y dejarla.
La chica, avergonzada y viéndose como el foco de todas las críticas y comidillas de Honey Grove, acaba suicidándose. Una tragedia que su hermano no puede olvidar y que desea vengar. No dudó un momento en seguir hasta el bosque al señor Henry Zieglan, y ahí, viéndolo ya cara a cara, procede a apuntar su revólver y a apretar el gatillo.
La bala va directa al cráneo del señor Zieglan, pero al final éste logra reaccionar y la bala solo roza su cara, incrustándose después en la corteza del árbol. El muchacho, tras el disparo, tira el arma y sale corriendo sin comprobar si Zieglan vive o muere, sin ver si ha cumplido su venganza. No obstante, teniendo en su mente el recuerdo del disparo y la sangre brotando del rostro su víctima, piensa que lo ha matado, y aterrado por el juicio, y el posterior castigo de la ley, decide suicidare. Quitarse la vida al igual que lo hizo su hermana pequeña.
Toda una tragedia, no cabe duda, un hecho lamentable que dejó impune al empresario de la madera Henry Zieglan, quien después de aquel día, pudo respirar tranquilo sin más peso sobre su espalda, ni carga alguna sobre su mente. Y así, pasaron los días, los meses… el tiempo corrió a su favor sin pedirle explicación alguna durante 20 largos años.
Ahora bien, pero esperándolo, aguardaba aún una bala que seguía hambrienta de venganza, aguardando el instante en que servir al propósito por el cual había salido de un revolver…
Cuenta la historia y el pueblo de Honey Grave que los negocios devolvieron a Zieglan al pueblo 20 años después. Tenían como empresa talar un bosque de los alrededores y quedarse con la madera. La casualidad, el destino o quizá el propio Diablo, puso a este hombre frente a frente con el mismo árbol donde un joven intentó matarlo 20 años atrás.
Su propósito era echarlo a tierra, pero por más que lo habían intentado los trabajadores no les fue posible. Así pues, el señor Henry Ziegland optó por dinamitar la base del árbol. Lo preparó todo y accionó el dispositivo. En cierto modo, provocar el derrumbe de aquel ser era también una forma de liberarse para siempre de un molesto recuerdo.
Lo que no sabía Henry Ziegland es que el destino tejió la más sutil y cruel de las casualidades, porque cuando estalló el troncó del árbol, en medio de esas astillas iba también una bala que llevaba su nombre. Y así fue. Y así, casi sin que se diera cuenta, en apenas unos segundos yacía ya en el suelo, sin vida y con la sangre brotando de su cabeza, provocado por una bala que llevaba 20 largos años aguardando su venganza…
Increíble ¿no te parece? Y recuerda, si te ha gustado esta historia conoce también el curioso y triste secuestro de Mary Mcelroy