Seguro recordarás una de las frases de Sherlock Holmes más icónicas: «Para una gran mente, nada es pequeño», y esto nos lo dejó muy en claro Arthur Conan Doyle antes de morir. De la misma manera todos conocemos las aventuras del genial personaje creado por el famoso escritor escocés: Sherlock Holmes. Si bien en Supercurioso anteriormente te hemos comentado quién fue Arthur Conan Doyle, en este artículo queremos abrir el diálogo a una faceta de su vida no tan conocida… ¿Alguna vez escuchaste del espiritismo de Arthur Conan Doyle? Bueno, no tendrás que esperar más para conocer la historia. ¡Acompáñanos! 😀
El espiritismo de Arthur Conan Doyle
Sabemos que pocos héroes literarios han tenido tanta repercusión y admiración a lo largo de la historia como el detective del número 221B de Baker Street. Amante de la lógica y la deducción, Doyle puso en él las equilibradas facultades de una auténtica máquina detectivesca. Pero ¿qué pensarías si te dijéramos que en la vida real su creador no era precisamente un amante de la lógica? Distinguido escritor y médico oculista, Arthur Conan Doyle desarrolló a lo largo de su vida una afición que le sirvió como incentivo y también como consuelo: el espiritismo.
Sin lugar a dudas, su irremediable afición por los sucesos sobrenaturales es una de las curiosidades de Arthur Conan Doyle que más han llamado la atención de sus fervientes lectores, creía devotamente en las hadas y los espíritus, y fue sobre todo en la última etapa de su vida que llegó a conversar con numerosos médiums y espiritistas para conectar más profundamente con este mundo. De hecho, su última esposa, Jean Elizabeth Leckie, era una reconocida médium, con la que trabajó en los denominados «sucesos parapsicológicos». Pero, antes de hablar del espiritismo de Arthur Conan Doyle, debes saber que esta creencia estaba alejada de toda concepción demoniaca, es más, él veía el espiritismo como un regalo de Dios, así que profesaba una visión del espiritismo de fuertes tendencias cristianas.
1. La sabiduría de Doyle
No hay duda de que Conan Doyle era una persona sumamente inteligente, fue gracias a esa premisa que el escritor aseguraba que no creía en los espíritus, sino que sabía que existían por lo que veía y oía: «Cuando hablo sobre este tema no estoy hablando de lo que creo. No estoy hablando de lo que pienso. Estoy hablando lo que sé. Hay una enorme diferencia, créanme, entre creer una cosa y saber algo. Hablo de cosas que he manejado, que he visto, que he escuchado con mis propios oídos».
Cuando el espiritismo de Arthur Conan Doyle comenzó a acrecentarse, conoció al famoso ilusionista Harry Houdini «el escapista perfecto» en 1920, cuando el mago visitó Inglaterra. La amistad entre Houdini y Doyle se dio de manera natural, ambos eran auténticos apasionados del mundo que no se ve a simple vista, de las cosas ocultas y los misterios en el mundo; no obstante, Houdini dejo ver a Doyle que él tan solo se encargaba de engañar al ojo mediante el ilusionismo. En ese momento, el autor se mostró desencantado, confiaba en que Houdini era el compañero perfecto para entablar discusiones sobre el espiritismo, por lo que su relación poco a poco fue decayendo.
Por esos años Arthur Conan Doyle y el espiritismo no se hacían esperar, su trabajo fue prolífico, desarrolló trabajos como La Nueva Revelación y El mensaje vital. Ambos libros son un deleite para el lector que le interesen estos temas, así que ¡toma esto como una recomendación!
2. Primeras sesiones de espiritismo
Se sabe que la pasión de Doyle nunca fue la medicina, y que mientras aguardaba en su consultorio a que llegasen los clientes, se entretenía redactando historias sobre un peculiar detective adicto a la cocaína y de particulares dotes analíticas, basado a la vez en un profesor singular que él mismo tuvo en la universidad.
De hecho, el famoso método de observación de Holmes se basó en Joseph Bell. De acuerdo a una carta redactada en 1892, Doyle le escribió dejó en claro que Doyle admiraba a tal profesor: «Sin duda es a usted a quien le debo la creación de Sherlock Holmes (…) y a los métodos de deducción, inferencia y observación que me ha inculcado».
Amaba la escritura, pero sin embargo, también sentía cierta inquietud por todo aquello que no entraba precisamente en el dominio de lo científico. De lo ordinario. Como ya te comentamos, el espiritismo de Arthur Conan Doyle se acrecentó al llegar los últimos años de su vida, especialmente desde 1885; era como una especie de puente hacia todo aquello que no entendía o que no podía aceptar, como era, por ejemplo, la muerte.
Hace unos años se encontró una carta inédita del escritor escocés dirigida a su madre, donde se reflejaba su firme creencia en el espiritismo (una prueba más de su fuerte fe hacía esta). Hoy en día esta misiva está expuesta en la Biblioteca Británica de Londres: se trata de un testimonio muy ilustrativo de su preocupación y del momento que estaba viviendo.
Su hijo Alleyne Kingsley Doyle (1892-1918) estaba en el frente y le confiaba a su madre sus miedos: No tengo miedo a la muerte del niño. Desde que me convertí en un espiritualista convencido, la muerte se convirtió más bien en una cosa innecesaria, pero temo enormemente el dolor y la mutilación… Kingsley, era el más pequeño de los hijos de Conan Doyle, y lamentablemente, aunque no murió en la guerra, falleció tiempo después a causa de una neumonía de la que se contagió durante sus años de campaña. Tras esto, cayó en una grave desesperación en la cual buscar refugio y respuesta en aquello que ya creía. Según él, la medicina no servía de nada, a pesar de ser un profesional del gremio.
Cada día veía como las vidas de los jóvenes se iban en el frente sin que las técnicas de aquel entonces pudieran siquiera cuidar una neumonía o una septicemia como padecía su hijo. El espiritismo de Arthur Conan Doyle era, pues, el único medio por donde podía establecer de nuevo comunicación con Kingsley, su hijo fallecido.
Conan Doyle dijo siempre que había podido escuchar la voz de su hijo muerto y que también había logrado asegurarse de que estaba en el otro lado con tranquilidad y paz. Era lo que necesitaba y se sentía satisfecho por ello. También aseguraba haber apreciado la imagen de su primo fallecido. ¿Realidad o simple montaje por parte de aquellos que se dedicaban al espiritismo en aquellos años? Quién sabe.
3. La muerte de Doyle
Se dice que el 7 de julio de 1930 Arthur Conan Doyle falleció mientras cortaba las flores de su jardín, al parecer de un fuerte dolor en el pecho. Enseguida su esposa llegó a ayudarlo, pero era tarde, lo único que pudo decirle antes de irse fue: «Eres maravillosa». A partir de este suceso algo muy curioso sucedió…
Miles de médiums aseguraron que entraron en contacto con el escritor, sin embargo fue solo hasta 1934 que consiguieron pruebas reales de tal acontecimiento: un médium llamado Noah Zerdin contactó a través de una sesión de espiritismo a Arthur Conan Doyle. No obstante durante muchos años las grabaciones sobre esto quedaron perdidas, hasta que hace poco se encontraron un documento histórico que quedará guardado para la posteridad.
No cabe duda de que Conan Doyle fue un gran promotor del estudio y la práctica del espiritismo, abriendo museos y librerías para poner esta «pseudociencia» al acceso del público en general. Para nosotros es una auténtica paradoja, pues entra en contradicción con el exultante personaje de Baker Street, un Sherlock Holmes tan lleno de lógica y ciencia que entraba en dura contraposición con el escritor que le dio vida, magia y carácter propio. Una dimensión no tan conocida sobre Arthur Conan Doyle que bien merece la pena recordar. Si te gustan las historias raras y curiosas, no puedes perderte la de Hitler y el Santo Grial, una búsqueda exhaustiva por Europa.