No siempre los perros son el mejor amigo del hombre, al menos no todos, como bien pueden testimoniar algunos pueblos indígenas que les tocó enfrentarlos en batalla, pues los perros antes de ser policías, detectores de bombas o antinarcóticos, fueron guerreros; para ser más precisos, fueron guerreros conquistadores al lado de los primeros españoles en las Américas.
«Canes terribles»: sangrientas masacres de los españoles en las Américas
Los alanos eran una tribu nómada de origen iraní que llegó a España en el siglo V de nuestra era, como parte de las migraciones de los llamados pueblos “bárbaros”. Con ellos vino un perro de buen porte que utilizaban tanto en la guerra como en el manejo del ganado, conocido como “alaunt”, del que habría derivado el alano español (usado para derribar toros, como testimonian grabados de Goya), que viajó al Nuevo Mundo como perro de guerra.
El primer testimonio sobre la presencia de esta raza canina en América, cumpliendo funciones militares, se encuentra en una relación de Bartolomé Colón, hermano del descubridor y quien fuera Adelantado y primer Gobernador de La Española (actual isla de Santo Domingo, compartida por Haití y República Dominicana), en la que señala que “dispone de 200 hombres, 20 caballos y 20 alanos”.
Pero donde realmente hicieron impacto fue en tierras continentales, en Mesoamérica y Centroamérica, entre los aztecas, los descendientes de los mayas y los pueblos indígenas aposentados en lo que actualmente es Panamá.
Los pueblos americanos tenían perros, pero ninguna raza del tamaño, la fuerza y ferocidad de los alanos, que fueron usados por Cortés contra los aztecas, por Pedro de Alvarado contra los guerreros descendientes de los mayas, y por Vasco Núñez de Balboa a su paso por el Istmo de Panamá.
En combate, los alanos llevaban franjas y correas de cuero como protección, y collares con púas, y sus dueños recibían un pago adicional –el salario del perro como combatiente–. En las batallas sembraban el terror entre los indígenas, hasta el punto de impresionar a los conquistadores españoles, como fue el caso de Pedro de Alvarado, que trató de frenar su uso en batalla al ver que atacaban indiscriminadamente a niños, mujeres y hombres.
En cambio, Vasco Núñez de Balboa no dudó en usarlos para ejecutar jefes indígenas a su paso hacia el océano Pacifico, sembrando así el terror y acabando con la resistencia militar.
Su papel como combatientes al lado de los españoles en las Américas fue tan destacado que se conservan los nombres de algunos de estos perros: Becerrillo, apreciado por su ferocidad y valor, y que murió luchando contra los indígenas a causa de una flecha envenenada. Sin embargo tuvo un descendiente, Leoncico, que acompañó a Núñez de Balboa en sus campañas y que recibía paga de oficial, o al menos eso cuentan los cronistas. Fue el primer perro europeo en contemplar el océano Pacífico, al menos desde el Nuevo Mundo.
La raza de los alanos entró en decadencia cuando dejaron de usarse en guerras y en peleas contra toros, o en cacerías; pero en los años 80 del siglo pasado se inició un programa para evitar la desaparición de esta raza, y hoy en día puedes contemplar ejemplares de alanos por toda España.
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Imágenes: SnowbunnyShowbunny, Commons Wikimedia