Hay algo fascinante en los reality shows, aunque creamos que la mayoría de ellos tienen poco de real y que están totalmente regidos por un guión. Nos resulta atractivo ver cómo viven otros o cómo experimentan el amor, a pesar de que nos cuestionemos que quizá lo que observamos no es del todo real, porque la realidad no puede ser tan absurda, ¿o sí?
¿Y si te contamos que en 1978 un asesino en serie, real, apareció con toda tranquilidad ante la audiencia estadounidense, al participar en un programa de citas transmitido en televisión? Visto así, parece que la realidad supera cualquier guión televisivo… como prueba de ello, no te pierdas esta historia que ocurrió en la pequeña pantalla.
Nadie lo sabía pero este era un asesino en serie en un programa de televisión de citas
Rodney Alcalá aparentaba ser un concursante como cualquier otro, que prueba su suerte en el amor en un programa de citas, transmitido en 1978. No había nada sospechoso en él, más cuando el anfitrión Jim Lange lo había presentado como un talentoso fotógrafo que inició su carrera a los 13 años.
Lo que desconocía la soltera Cheryl Bradshaw, además de los directores del programa, es que Alcalá era en realidad un asesino y violador ex convicto, con un historial de homicidios de dos mujeres en California y dos en Nueva York, sólo en aquel momento.
Cuesta creer que con respuestas como “soy un plátano… pélame”, Alcalá lograse llamar la atención de Cheryl y ganar la cita. No obstante, poco después del concurso, Cheryl notó que había algo “espeluznante” en este hombre, así que la salida romántica con el soltero ganador jamás llegó a concretarse.
Y su instinto no se equivocó. Agentes de policía se han referido a este hombre como “una máquina de asesinar”, con un cálculo aproximado de entre 50 y 130 víctimas, no es para menos que ganase este seudónimo.
Alcalá, o el “asesino del juego de citas” como también se le conoce, prefería asesinar a mujeres y a chicos adolescentes. A todos, o al menos a la mayoría de sus víctimas, los estrangulaba solo lo suficiente para que perdieran el conocimiento por unos instantes. Esperaba que recobraran sus sentidos y repetía el procedimiento, una y otra vez, hasta dar la estocada final.
En 1968 habría cometido su primer delito, frustrado por un motociclista que llamó a la policía. Violó y golpeó a una niña de ocho años en su apartamento de Hollywood, California. Huyó velozmente del lugar y se trasladó a Nueva York. En 1971 estranguló a la aeromoza Cornelia Michel Crilley, de 23 años, en Manhattan.
Ya en 1971 integraba la lista de los fugitivos más buscados por el FBI. Sin embargo, por falta de testigos -que se negaban a hablar por miedo-, el osado asesino en serie entraba y salía de prisión bajo el amparo de la libertad condicional o bajo el dictamen de “sentencia indeterminada”.
En 1979 su nombre se anunciaba con fuerza en los medios tras el asesinato de la pequeña de 12 años, Robin Samsoe, a quien secuestró cuando iba camino a sus clases de ballet, y la asesinó de la manera más cruel. Su cuerpo fue encontrado descompuesto, con una lesiones que preferimos no describir por su crudeza.
¿Tal vez más de 50 o 130 víctimas?
Los informes policíacos del asesino que debutó en televisión apuntan que los crímenes de Alcalá fueron suscitados entre 1971 a 1979 (año de su captura). Lo que es más impresionante es que el registro de los delitos cometidos por Alcalá pudiera aumentar con el tiempo. Las autoridades tienen bajo su resguardo alrededor de mil fotografías explícitas que pudieran tratarse de víctimas adicionales a las que ya se han identificado.
A todas estas, ¿por qué quiso aparecer en televisión? ¿Buscaba mucha más fama mediante el escándalo… una víctima nueva o el amor? ¿Quería probarnos algo? En definitiva, la historia de Rodney Alcalá es realmente impactante, vista desde cualquier ángulo.
En marzo de 2010 este asesino en serie fue sentenciado a la pena capital en California, pero a la fecha, a sus 73 años, sigue con vida en la prisión de San Quintín.
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Imágenes: Agencia AP, Wikipedia.