La literatura es el espacio que se abre a la creación de los universos más variados. Desde clásicos del romanticismo hasta formidables criaturas espectrales, todo tiene espacio en las páginas de un libro. Y así como hay algunos que pasan por la historia sin pena ni gloria, otros han logrado alzarse en la cima de los clásicos universales, marcando épocas, estilos e innovación. La creación de Frankenstein es muestra de ello. Considerada la primera novela de ciencia ficción, esta obra que tiene a la escritora inglesa Mary Shelley como autora, rompió todos los paradigmas de una época. Frankenstein o el moderno Prometeo fue publicada en 1818 y aún hoy es conocida en el planeta entero. Acompáñanos en Supercurioso a conocer la historia de su creación.
¿Cuál es la historia de la creación de Frankenstein?
«El ángel caído se convierte en un malvado demonio.» Así reza una de las más célebres frases de Mary Shelley, que sirven para ilustrar el argumento de su novela. El clásico Frankenstein, uno de los íconos imprescindibles y siempre vigentes en la literatura de terror, comenzó como una simple historia de fantasmas contada junto a la chimenea, pero llegó a convertirse en un fenómeno mundial. La creación de Frankenstein parte de la pluma de una mujer que persiguió el ideal romántico del siglo XIX, en el que podían desplegarse luces y sombras por igual.
Mary Shelley nació en el Reino Unido, en 1797. Hija del filósofo William Godwin y de la escritora feminista Mary Wollstonecraft, recibió desde muy temprano una educación tan culta como progresista. Acostumbrada a la lectura y el roce con intelectuales, poco común para las jóvenes de la época, logró un desarrollo notable en sus capacidades. Pero más allá del dominio del lenguaje y su notoria y destacada imaginación, fueron dos grandes elementos los que marcaron la creación de Frankenstein.
1. Su romance con Percy Bysshe Shelley y una noche de amigos
La creación de Frankenstein está marcada por el genio de una mujer peculiar para su época, por los vínculos que ella tejió a lo largo de su vida, por sus pesadillas y su innata curiosidad. Cuando la joven tenía poco más de 16 años, conoció a un poeta que le superaba ampliamente en edad, estaba casado y ya era padre de dos hijos. Aun así, se enamoraron perdidamente. Se conocieron en 1812, y en 1814, ante la rotunda oposición de su familia, Mary se fugó a Europa con Percy, quien también iba acompañado de su esposa. El camino se despejaría de manera trágica e inesperada. Luego del suicidio de esta, pudieron casarse.
Dos años después, corriendo el año de 1816, un grupo de amigos de Inglaterra decidió pasar los meses de verano en una gran casa, Villa Diodati, cerca del lago de Ginebra. El grupo incluía al poeta Lord Byron, su médico personal John Polidori, el poeta Percy Bysshe Shelley y la joven Mary y su hermana, quien se hizo pronto amante de Byron. Aquel Lord de gustos extravagantes, propuso un juego a sus invitados. Cada uno debía inventar un cuento. Una historia única y original que sería leída al calor del fuego de la chimenea.
Del ejercicio inocente se derivó la creación de dos grandes obras maestras, referencias del terror gótico. La primera fue El Vampiro, escrita por el médico de Byron, John Polidori, y que se inspiró en la elegancia, el atractivo y el hálito maligno del propio anfitrión. La segunda fue la creación de Frankenstein o el moderno Prometeo. La inspiración para crear esta macabra historia llegó a través de las pesadillas que Mary sufría con cierta frecuencia, y que estaban originadas por los estudios de un par de científicos que rompieron los esquemas del momento, con experimentos macabros.
2. La historia de Frankenstein real
La creación de Frankenstein tiene mucho de la imaginación de la autora, pero también una gran cuota de inspiración real. En aquella época, los científicos Luigi Galvani y Erasmus Darwin empezaron a realizar una serie de experimentos fuera de lo común. El objetivo era lograr revivir cuerpos inertes. Ella además conocía a un científico llamado Andrew Crosse, quien experimentaba también con la electricidad para intentar devolver a la vida cuerpos de personas o animales, acudía a menudo a sus conferencias y en más de una ocasión le había afirmado el hecho de haber resucitado insectos o animales pequeños. La comunidad científica lo había criticado y hasta repudiado, le habían enviado incluso párrocos para exorcizar sus propiedades… hasta que al final, Andrew Cross acabó quemándose en un incendio en su propia casa, llevándose con él los documentos donde afirmaba que podía devolver a la vida a los muertos con la electricidad.
Pero incluso hubo, años atrás, otro científico del que se dice que fue el Víctor Frankenstein real. Mary Shelley tenía tan solo cinco o seis años de edad, cuando el Doctor Giovanni Aldini empezó una gira por Europa, en la que demostraba el efecto de la electricidad en las extremidades humanas. El punto cumbre de su experimentación ocurrió en la cárcel de Londres, Newgate, en 1803. Allí tomó el cuerpo de George Foster, un preso que acababa de ser ejecutado. Lo que vendría después se considera que podría haber sido la inspiración primaria de la creación de Frankenstein, si es que estas historias llegaron a los curiosos oídos de la Mary adulta.
El hecho fue que el Doctor Aldini hizo diferentes conexiones eléctricas en el cadáver, y se esa forma logró que abriera un ojo, que hiciera muecas e incluso que moviera la mano derecha y las piernas. Aquello causó un revuelo fenomenal, que se extendió desde la prensa hasta la sociedad civil. Sin embargo, a diferencia de Andrew Cross, el físico italiano no vio afectado su prestigio, y terminó sus días con numerosos reconocimientos por parte de la corte austriaca y como consejero del estado de Milán, donde murió.
Ahora, ¿influyeron estos casos y experimentos científicos en la creación de Frankenstein? Recordemos que en la novela de Shelley se narra la historia de un joven estudiante de medicina que, obsesionado por conocer «los secretos del cielo y la tierra» y desentrañar la «misteriosa alma del hombre», crea un cuerpo a partir de distintas partes de cadáveres diseccionados. Aunque no se hace mención al uso de la electricidad, la idea de volver a la vida a la carne muerta, permanece como el eje central de la novela, que termina en la creación de un horrendo engendro que, doliente, busca también torturar la vida de su creador. Sin duda que es una novela imprescindible.