Lejos de ironizar sobre el tema o de parecernos imposible que una persona sea capaz de producirse autolesiones en brazos o piernas, hay que señalar algo importante: el cutting es una práctica autoinflingida por muchos adolescentes bajo la que subyace un problema emocional a tener en cuenta.

Lo más complejo de este hecho es que esas heridas no suelen ser muy profundas y cuando algún padre u otro compañero las ve piensa que es algo casual o incluso un juego sin importancia. Ahora bien, la mayoría de personas que practican el cutting saben en qué zonas  realizarse las lesiones para que no se vean a simple vista.

Hoy en Supercurioso te hablamos un poco más sobre el tema de las autolesiones, recomendándote sin duda, que si algún amigo tuyo presenta este tipo de heridas, no dudes en recomendarle la ayuda de algún profesional.

Autolesiones o «cutting»: la necesidad de infligirse dolor

Hay personas para las cuales, el cutting es algo similar a un ritual. Disponen de su propia caja donde esconder las cuchillas y a su vez, algún antiséptico y vendas para evitar que la herida se infecte. Poco a poco, sus muslos o muñecas evidencian un mapa de suaves cicatrices donde se realza ese dolor emocional que ha intentado buscar descanso en el dolor físico. La piel se convierte en el reflejo de un alma herida.

Aunque no siempre funciona. La razón por la que una persona llega a necesitar sentir sufrimiento físico en su cuerpo es básicamente para «distraer» el sufrimiento emocional o incluso simplemente, «para sentir algo». 

autolesiones

  • Cuando el dolor emocional invade por completo a una persona de forma que cae prisionera de ese caos de negatividad, miedo, frustración, arrepentimiento o tristeza, la lesión es una vía de escape donde se bloquean temporalmente todo este torrente de pensamientos y sensaciones tormentosas.
  • La sangre, la herida, el escozor se convierte así en algo catártico y relajante. Ahora bien, otro aspecto a tener en cuenta es que en ocasiones, hay quien hace uso del cutting como medio de controlar «algo». Cuando el mundo, las personas que nos rodean o los eventos que nos envuelven son caóticos y no nos ofrecen seguridad, algo como inflingirse una herida supone. por ejemplo, «tener control sobre algo: sobre el propio cuerpo».
  • Tampoco hemos de descuidar algo esencial. Hay veces en que esas heridas superficiales pueden ser pequeñas tentativas de suicidio, pruebas para ir viendo si uno sería ya capaz de profundizar algo la herida de esa cuchilla en la muñeca. Por ello, es necesario estar muy pendientes de todas esas personas que lo están pasando mal a nuestro alrededor para intuir alguna de estas prácticas. No se trata de supervisar, presionar y vigilar de forma obsesiva a nuestros adolescentes, por ejemplo, sería más bien «ser receptivos» al dolor ajeno.
  • Hay quien piensa que estas heridas son una forma de llamar la atención. No debemos verlo así puesto que la mayoría de personas que practican en cutting lo hacen a escondidas y en rincones de su cuerpo que no se ven a simple vista. Son instantes de privacidad en los que apagar el dolor del corazón y la mente con el dolor de los sentidos, de la piel y la carne.

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Una práctica que puede desaparecer en el tiempo por sí misma cuando la persona encuentra nuevas ilusiones, nuevos motivantes y reconstruye esos vacíos emocionales. Ahora bien, en caso de convertirse en algo habitual, en una necesidad que ha hecho de nuestro cuerpo un auténtico mapa de cicatrices, es necesario buscar ayuda. La vida es demasiado hermosa para sentir dolor cada día. No merece la pena.

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