«Morir nunca ha sido fácil» es una frase que seguro habéis oído con frecuencia y en circunstancias muy diferentes. Si en la actualidad es cierta, en el pasado también lo fue. En la Edad Media, por ejemplo, en muchos lugares de Europa, especialmente en Inglaterra, el cuerpo de los difuntos no podía enterrarse fuera de unos lugares determinados como iglesias principales o cementerios. Si alguien moría en una comunidad poco poblada o en un lugar deshabitado, el cadáver debía trasladarse para ser inhumado en un lugar sagrado. El traslado se hacía por los terroríficos Caminos de los Muertos y estos lugares se colmaron de supersticiones y leyendas. ¡Acompáñanos a descubrirlos!
Para no perder sus ingresos, las iglesias principales, durante los últimos siglos de la Edad Media, impidieron que los feligreses fueran enterrados fuera de sus dominios. Para que pudieran llegar a ellas y cobrar los derechos de entierro, establecieron unos caminos por los que los cuerpos de los muertos debían transitar. Esto fue así hasta que finalmente, debido al gran aumento de población y de nuevas parroquias,se permitieron los sepelios en estas iglesias y los caminos de los muertos dejaron de utilizarse.
Los terroríficos Caminos de los Muertos
Las creencias anteriores al cristianismo, especialmente en Europa central y las Islas Británicas, defendían que los seres espirituales como hadas, espectros o las almas de los difuntos, se desplazaban por el mundo de los vivos a través de unas rutas especiales. Cuando se trazaban los caminos de los muertos, por los que debían transitar los cuerpos sin vida camino de su parroquia principal para ser enterrados, se intentaba que dentro de lo posible fueran en linea recta. Además, no se ponían vallas ni cercas en esos senderos ya que creían que el espíritu del difunto, que en los primeros momentos acompañaba al cuerpo, si encontraba algún impedimento en su camino, podía quedar ahí retenido y regresar a su lugar de origen para acosar a los vivos. Esto se convirtió en una superstición de manera que obligó a que todos esos caminos de los muertos pasaran a tener derecho de paso público aunque transitaran por terrenos privados. La superstición indicaba también que el camino de los muertos debía pasar por puentes y nunca cruzar ríos o zonas con agua ya que los espíritus o fantasmas no podían superar esas zonas líquidas.
Otras supersticiones relacionadas con los caminos de los muertos explican que es importante seguir su trazado ya que si se transporta un cadáver por un campo, fuera de la senda marcada, éste no volverá a producir buenas cosechas. A tal efecto en muchos lugares se colocaron piedras de ataúd, cruces o puertas de resurrección (lichgates) a fin de que en ellas se situaran los féretros o cuerpos sin que tocaran el suelo.
Para finalizar, aquí tenéis una de las múltiples leyendas relacionadas con los caminos de los muertos. En el siglo XIII, el monje Gerald de Gales relató la historia de una pasarela de mármol que a modo de puente cruzaba un arroyo próximo a la iglesia de Saint Davids. Se la conocía como «Llechllafar» es decir, «la piedra que habla» y la leyenda contaba que cuando un determinado cadáver pasó por encima de ella camino del cementerio, la piedra habló. Del esfuerzo al hablar, el mármol se rompió a pesar del gran tamaño y grosor de la piedra. La pasarela, resquebrajada, fue utilizada hasta el siglo XVI para acceder al cementerio, pero cuando fue sustituida por un nuevo puente, cayó en el olvido y se perdió.
¿Conocías la existencia de los caminos de los muertos? ¿Existe en tu país alguna tradición similar? ¡Compártela con nosotros! Si quieres saber más supersticiones relacionadas con los cementerios y los difuntos, te invitamos a leer el post: 10 Supersticiones relacionadas con los cementerios | ¡Vigila!
Imágenes: Chrisrivers, Gordon Brown, Mick Garratt