Chris tiene 40 años y es la persona más encantadora, afable y ansiosa del mundo. Todo lo quiere tocar y experimentar. El mundo es un fantástico universo lleno de estímulos que se abre cada día ante él y que no puede evitar tocar con sus dedos, abrazar, mirar y por encima de todo, sentir.
Chris Steel padece lo que se conoce como síndrome de William, un trastorno a simple vista adorable pero que le ocasiona serios problemas: confía en todo el mundo, no ve los riesgos en el día a día, y sufre enormemente si no se siente querido o integrado. Aún más, Chris empatiza mucho con el dolor ajeno, y no duda en dejarlo todo por ir a consolar o a prestar ayuda a quien sea, aunque ello le obligue a tener que coger un avión…
Los expertos nos dicen que su sintomatología es completamente opuesta a la de una persona diagnosticada con el síndrome de espectro autista.
Curioso, pero sin duda igual de complejo en el día a día, porque nuestro protagonista debe estar supervisado a todas horas: es incapaz de valerse por sí mismo o de ver los límites que nuestra sociedad suele imponer.
Te lo explicamos.
Chris Steel: el chico que vive con un síndrome opuesto al autismo
Imagina que un día vas por la calle con una expresión algo taciturna, triste, apagada. Si en tu misma acera pasa ante ti Chris Steel, lo más probable es que se detenga y se funda contigo en un profundo abrazo.
Mucha gente se verá incómoda por este tipo de gestos, pero para la persona diagnosticada con Síndrome de William, es algo habitual. Te describimos ahora cuáles son los rasgos más comunes y que por lo general, caracterizan la vida de Chris:
- Necesitan ser el único foco de atención en todo contexto. Algo así genera sin duda muchos problema a nivel académico y social. Ahora bien, lejos de esconder un carácter orgulloso o egoísta, sus ansias por llamar la atención se basan en una una necesidad emocional. Si no se sienten atendidos, si nadie los abraza, derivan en un estado de profunda tristeza.
- Son muy sensibles a los sonidos; los fuegos artificiales, por ejemplo les causan mucho dolor.
- Es común que todos los pacientes con síndrome de William padezcan TDAH (déficit de atención con hiperactividad).
- Adoran la música, los sonidos armónicos (no el ruido, como hemos señalado antes).
- Carecen de habilidades asociadas al razonamiento espacial, numérico o abstracto.
- No ven el riesgo, son muy confiados y no saben valorar cuando les toman el pelo, cuando «molestan» o cuando están haciendo el ridículo.
- Presentan problemas madurativos, tardan en aprender a hablar, a caminar o a ir al baño.
Algo a tener en cuenta sobre el síndrome de William es que cursa además con problemas fisiológicos: problemas renales, cardíacos hernias, anomalías faciales… Su vida, como podemos deducir, no es precisamente fácil.
Se sabe que es una dolencia que afecta a uno de cada 8.000 niños. De no diagnosticarse de forma adecuada, se «etiqueta» a estos pequeños en el colegio como alumnos con problemas madurativos y con alguna deficiencia (su CI suele tener unos puntos más bajos de la media).
La familia de Chris Steel comenta que se sienten muy felices con su hijo, a pesar de que no pueda llevar una vida autónoma. Cuentan con orgullo cómo siendo solo un adolescente, decidió irse de casa para acudir a un hospital para ofrecer ayuda. En los años 80, en el estadio de Hillsborough en Sheffield, fallecieron 96 personas aplastadas por una avalancha, y él, no dudó en segundo en ofrecer consuelo, abrazos y ayuda a todo que lo necesitara en las salas del hospital.
Los pacientes quedaron tan impresionados, que Chris fue reconocido con una insignia por la propia Margareth Thatcher, primera ministra en aquella época.
Una historia y un síndrome que merece la pena conocer y que deseábamos compartir contigo. No dudes en dejarnos tu opinión sobre el tema y recordar nuestro artículo sobre Iris Grace, la niña autista que pinta maravillosos cuadros.