Si compartes intereses amorosos con alguien, pero de esa persona recibes más dolores de cabeza que alegrías, puede que estés envuelto en una relación tóxica. El amor no se debe al sufrimiento ni a la dependencia, amar es reconocerse y respetarse como individuos y al mismo tiempo pensar en “nosotros”.

No existe el romance perfecto, sin embargo, el valor del mismo se halla en cómo ambos trabajan en conjunto para fortalecer los lazos y de qué manera se enfrentan a los retos que pudieran experimentar como pareja.

Compara una relación tóxica con una sana. ¡El resultado!

El amor puede ser como un dulce néctar de los dioses, impulsándote a volar alto con emociones positivas, o más como trago amargo con altas dosis de letargo. ¿Estás en una relación tóxica o en una sana? En Supercurioso comparamos ambos tipos para que saques tus propias conclusiones.

En una relación sana las parejas:

  • Aunque disfruten estando en compañía del otro, respetan el espacio de cada quien para dedicar tiempo a familiares, amigos y aficiones.
  • Se enorgullecen de los logros de su compañero romántico y se motivan de forma recíproca para conseguir nuevas victorias.
  • Se aceptan tal y como son.

Compara una relación tóxica con una sana. ¡El resultado!

  • Son capaces de guardar secretos de la pareja, más cuando están relacionados con vulnerabilidades y asuntos oscuros que pudieran incomodarla, si el resto del mundo llegara a conocerlos.
  • Dan sin esperar recibir, porque las acciones son motivadas por el sentimiento de querer hacer feliz al otro.
  • Se comunican para resolver los problemas. Es más, de las vicisitudes ven una oportunidad de aprendizaje para potenciar el entendimiento entre los dos.
  • Tienen valores y visiones afines.
  • La base de su relación es la confianza.

Por otro lado, las parejas en relaciones tóxicas:

  • Son apegadas emocionalmente y sumamente posesivas. Las relaciones tóxicas absorben. En ellas no existe tal cosa como la libertad de tener un espacio propio, sino al contrario, más bien se aferran tanto como puedan del otro.
  • Se sienten amenazados, inseguros y celosos cuando su pareja sigue adelante con proyectos y metas.
  • En las relaciones tóxicas se experimenta el control, el empeño por buscar cambiar a la pareja para que cumpla con necesidades y expectativas propias. Y aunque esto le produzca infelicidad, la satisfacción personal que encuentre con el “cambio forzado” va primero.

Compara una relación tóxica con una sana. ¡El resultado!

  • Divulgan a familiares y amigos intimidades. Incluso comparten bromas con detalles de la vida en pareja que pudieran afectar el ánimo del otro.
  • Dan, pero con la única motivación de ser retribuidos. Por lo mismo, presionan y hacen sentir culpables a su pareja para conseguir lo que quieren.
  • Se niegan a la comunicación como herramienta para resolver malentendidos. Se muestran herméticos, renuentes a hablar y esquivos a la hora de asumir la culpa, si la tuviera.
  • En las relaciones tóxicas cada quien va por caminos diferentes: si uno espera una relación más formal a futuro, el otro rechaza la idea del compromiso ¿lo identificas?
  • No respetan la privacidad de la pareja. Por desconfianza, revisan celulares, redes sociales y correos electrónicos para controlar sus andanzas.

¿Con qué tipo de relación te identificas más? Si te ha gustado el artículo, te invitamos a leer: ¿Existen las almas gemelas? Dos consideraciones a tener en cuenta