En algunas ocasiones los sistemas de justicia cometen terribles errores que afectan la vida de los implicados forma irremediable. Testigos confundidos, pruebas inexactas y a veces errores en todo el proceso judicial por parte de policías y fiscalía tienen por consecuencia que personas inocentes paguen con cárcel y en algunas ocasiones hasta con la muerte por crímenes que no cometieron.

Condenados por error

1. George Stinney

La historia de George Stinney es una de las que más ha conmovido al mundo, más de 70 años después una jueza de Carolina del Sur decretó que el condenado a muerte más joven de los Estados Unidos no contó con un proceso justo, lamentablemente el daño ya estaba hecho, George fue ejecutado cuando apenas tenía 14 años.

En el año 1944, dos niñas blancas fueron  asesinadas, se trataba de Betty June Binnicker, de 11 años y Mary Emma Thames, de 8. Al día siguiente, George es apresado y acusado de asesinato en primer grado, el 24 de Abril comienza el juicio y tras 10 minutos de deliberación, el jurado conformado en su totalidad por hombres blancos declara a George culpable y es sentenciado a la silla eléctrica.

Supuestamente George habría confesado el crimen, al parecer afirmó que deseaba tener relaciones sexuales con una de las niñas y como éstas se resistieron las mató por accidente. Sin embargo, se cree que esta confesión fue forzada por las autoridades del momento, ya que años después se determinó que la viga con la cual asesinaron a las niñas era muy pesada como para que George pudiera levantarla y golpearlas con tal fuerza hasta matarlas. El 16 de junio de 1944 y con tan sólo 14 años de edad, George es ejecutado en la silla eléctrica, convirtiéndose así en el sentenciado a muerte más joven de los Estados Unidos.

Tras 70 años de haber ocurrido el crimen y posterior ejecución, la jueza de Carolina de Sur Carmen Tevis Mullen, decretó que el joven George Stinney no había tenido un proceso judicial justo. La premura por parte de las autoridades de capturar al responsable de tan terrible asesinato y el gran racismo que caracterizaba a la sociedad sureña de aquella época, hizo que presionaran al humilde George hasta confesar el crimen.

2. Carlos de Luna

El caso de Carlos de Luna también es uno de los más terribles de la justicia, ya que en el año 1989 fue ejecutado por un crimen que no había cometido.

Carlos de Luna fue acusado de haber asesinado a puñaladas a Wanda López, en Texas. Desde un principio Luna aseguró ser inocente. Sin embargo, una coartada débil y su gran parecido físico con el verdadero asesino fueron razones suficientes para que un jurado lo encontrara culpable y sentenciado a muerte. En más de una ocasión, Luna afirmó conocer al verdadero criminal. No obstante, por temor a una posible venganza no decía su nombre.

En el año 1989, Carlos fue ejecutado mediante la inyección letal, a pesar de ello sus familiares y varios periodistas continuaron indagando en la historia de este crimen. Fue así como James Liebmen publicó un trabajo en la Columbia Human Rights Law Review en el expone las pruebas de inocencia de Luna. Al parecer el verdadero asesino fue un hombre llamado Carlos Hernández, quien confesaría a otros compañeros de prisión el crimen de Wanda. Hernández falleció a consecuencia de una cirrosis en el año 1999.

Estas lamentables historias sirven para la reflexión del sistema judicial, sin duda alguna los criminales deben pagar por sus crímenes, pero se deben sentar unas bases más sólidas en cuanto a pruebas concluyentes antes de sentenciar a una persona a prisión o muerte, de esta forma se reducirían los casos de personas inocentes sentenciadas erróneamente.

¿Conoces otros casos emblemáticos de personas inocentes sentenciadas a prisión o a la muerte?