Si hablamos del mundo de los avances científicos, nos encontramos con nombres tan afamados como los de Albert Einstein, Isaac Newton o Marie Curie. Si nos vamos al campo de las artes, aparecen figuras como Miguel Ángel, Pablo Picasso o Frida Kahlo. Pero hoy en Supercurioso hemos querido navegar en la vida y obra de un personaje que se cuenta entre los Premios Nobel españoles, y que de forma magistral supo combinar arte y ciencia. Hablar de quién fue Santiago Ramón y Cajal es referirnos a uno de los fundadores de la neurociencia contemporánea y el más grande artista de los secretos del cerebro.
Lejos de los avances de la tecnología moderna y encorvado sobre un microscopio, este hombre realizó hallazgos científicos alucinantes, que también pasarían a convertirse en arte. Doctor, científico, artista, fotógrafo, editor y jugador de ajedrez son tan solo algunos de los roles que ejerció durante su vida. Acompáñanos a conocer a este fascinante personaje.
¿Quién fue Santiago Ramón y Cajal?
Iniciamos este recorrido por quién fue Santiago Ramón y Cajal en las hermosas tierras de Petilla de Aragón, en Navarra, donde nació el 1 de mayo de 1852. De niño, trabajó como aprendiz de barbero y de zapatero, y sus intereses se iban naturalmente al campo del arte, más que a las ciencias y las tareas escolares. En efecto, era un gran apasionado del dibujo y la pintura, actividad a la que dedicaba gran parte de su tiempo. Fue su padre, un profesor de Anatomía Aplicada, quien lo convenció de estudiar Medicina. Así lo hizo, y en el año 1873, se licenció en la Universidad de Zaragoza. Después se doctoró en Madrid en 1877.
Durante sus estudios en medicina, conocería a alguien que influenciaría en gran medida quién fue Santiago Ramón y Cajal en el futuro. Se trató del investigador alemán Theodor Schwann, quien se había especializado en los estudios de la célula como unidad estructural básica de todo organismo vivo, sembrando en el joven Santiago un interés que permanecería en el tiempo. El contexto político que se vivía en España lo llevó a vestir uniforme militar, sirviendo como médico dentro del ejército español. Cumpliendo esta misión partió durante unos meses a la ciudad de Cuba, y fue recién a su regreso a Zaragoza cuando profundizó en sus estudios de histología y anatomía.
En 1879, se convirtió en profesor asociado de la Universidad de Zaragoza. Desempeñando este cargo pudo familiarizarse con el uso del microscopio. Pero no sería sino hasta 1887 cuando ocurriría el siguiente gran hito en la historia de quién fue Santiago Ramón y Cajal: conocería el método colorimétrico de Camilo Golgi, utilizado para colorear células. A pesar de que le resultó apasionante, no lo consideró tan eficiente, así que volcó todo su trabajo en mejorarlo y adaptarlo a la coloración de células nerviosas, trabajo que fue importante para realizar sus observaciones y poder sentar sus teorías. En 1889 viajó a Alemania, donde se celebraba el Congreso de la Sociedad Anatómico Alemana en Berlín. Ante el escepticismo total de sus colegas, Cajal expone sus observaciones dejando sorprendido a todo el auditorio. Fue ese el momento en el que se ganaría una enorme reputación en Europa, llevándolo al punto cumbre de su carrera cuando compartió con Golgi el premio Nobel de medicina en 1906.
1. La conjunción entre la ciencia y el arte
Aproximarnos a quién fue Santiago Ramón y Cajal es reconocer su faceta científica, pero también sus enormes dotes artísticas. Era tal su pasión por estas áreas de la vida, que dedicaba la mayor parte de su tiempo libre a la lectura, la fotografía y el dibujo, alimentando el pasatiempo que seguía desde pequeño. Dibujaba en papeles, cuadernos, fachadas y tapias y representaba escenas realistas, paisajes, edificios. Obtenía los colores raspando la pintura de las paredes o poniendo a remojo papeles pintados. Más tarde, a partir de sus estudios de medicina, empezó a dibujar piezas anatómicas de disecciones y tejidos.
Su labor científica se centró en estudiar la histología del sistema nervioso, al que él mismo apodó “La obra maestra de la vida”. Cajal empleaba embriones de pájaros y de pequeños mamíferos, comprobó que por su menor complejidad las células destacaban íntegras dentro de cada corte microscópico, logrando resultados con mucha mayor claridad que utilizando el tejido adulto. Así fundamentó la teoría de la neurona, según la cual las células nerviosas son individuales y no eran parte de una red como se creía hasta ese entonces.
Y es justo esta teoría la que mejor define quién fue Santiago Ramón y Cajal y la valía de sus aportaciones al campo de la ciencia. Pero, ¿Cómo se relaciona esto con la pasión de este hombre por dibujar? Pues, Cajal conocía muy bien la cámara fotográfica, y sin embargo prefería no utilizarla y hacer sus propios dibujos de las observaciones. Con el microscopio en su mano izquierda y el papel a su derecha iba reproduciendo con exactitud las preparaciones. Y es que a propias palabras de Cajal: “El buen dibujo, como la buena preparación microscópica, son pedazos de la realidad”. Y aunque tuvo muchos críticos sobre la veracidad de sus dibujos, diversos autores la han comprobado en un gran número de obras mediante el análisis de sus propias preparaciones histológicas o utilizando métodos más modernos para analizar el sistema nervioso.
2. Un espacio para la poesía
Generalmente, estamos acostumbrados a pensar en que aquel hombre que se mueve con naturalidad en el campo de las ciencias, los experimentos, los números y las matemáticas, puede tener menos interés o sensibilidad para aquellas cosas que simplemente no pueden ser sometidas a ningún tipo de experimentación. Sin embargo, profundizando en quién fue Santiago Ramón y Cajal nos encontramos con un pensamiento absolutamente integral. No solo desarrolló la teoría de la neurona y fue capaz de crear fantásticos dibujos del cerebro humano, que aún hoy le sobreviven. También fue capaz de llevar su fascinación a palabras. Y es que, además de su afán por el dibujo, Ramón y Cajal utilizaba poemas para referirse a su trabajo. Veamos algunos de los más conocidos:
«¡Como el entomólogo a la caza de mariposas de vistosos matices, mi atención perseguía, en el vergel de la sustancia gris, células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental!»
Y es que para Cajal el cerebro era como un gran jardín que le brindaba emociones artísticas incomparables, además de regalarle paisajes espectaculares. Como cuando decía:
“¿Hay en nuestros parques algún árbol más elegante y frondoso que el corpúsculo de Purkinje del cerebelo ó la célula psíquica, es decir, la famosa pirámide cerebral?”
O cuando intentaba describir la Plasticidad neuronal, capacidad de cambiar las conexiones neuronales, el proceso de sinapsis:
“…la corteza cerebral semeja un jardín poblado de innumerables árboles, las células piramidales, que gracias a un cultivo inteligente pueden multiplicar sus ramas, hundir más lejos sus raíces y producir flores y frutos cada día más exquisitos”.
En definitiva, aproximarnos a quién fue Santiago Ramón y Cajal es navegar en la extraordinaria vida de un hombre de las más variadas facetas. Además de teorías y libros científicos, también escribió novelas como “Cuentos de vacaciones. Narraciones pseudocientíficas”, “Historia de mi labor científica”, “Chácharas de café. Pensamientos anécdotas y confidencias” y “El mundo visto años 80 años. Impresiones de un arteriosclerótico”; y un libro sobre fotografía “La fotografía de los colores. Bases científicas y reglas prácticas”. No hay duda que fue todo un genio que apasionado por los misterios del cerebro, que consiguió explotar su máximo potencial no solo como científico, sino también como artista.
Finalmente, el 17 de octubre de 1934 en Madrid y a los 82 años de edad, Santiago Ramón y Cajal murió acompañado de su familia y alumnos. Si te ha gustado la historia de este peculiar personaje, te invitamos a que conozcas un poco más de su pensamiento, con esta selección de las mejores frases de Santiago Ramón y Cajal.