El español es una lengua muy rica en expresiones y frases hechas con orígenes inciertos que, sin embargo, utilizamos con toda naturalidad en nuestro día a día sin saber bien por qué. Algunas como, por ejemplo, «subirse al carro» (aprovechar una oportunidad) o «se te fue el tren» (perdiste una oportunidad), parecen bastante obvias. Otras, en cambio, no solo no parecen tener relación con lo que expresan, sino que, además, tienen significados muy concretos: ¿cómo decir que te has quedado en blanco porque has pasado la noche en vela, o que Juan va de farol y no es trigo limpio, sin utilizar estas expresiones?
Curiosamente, hay ciertas palabras que se repiten en expresiones completamente diferentes. Por ejemplo, existen muchas expresiones con la palabra gato y también muchas que contienen colores, sobre todo el blanco.
Decimos «estar sin blanca» porque en los tiempos del rey Felipe II de España había una moneda de poco valor llamada “blanca”. Aunque no sepamos muy bien por qué ocurre, todos sabemos qué es «quedarse en blanco»; una expresión que parece referirse al blanco del papel en el que no hay nada escrito. Ese «en blanco» es una traducción literal de la locución latina “in albis”, que aún se sigue utilizando.
Lo de «pasar la noche en blanco», en el sentido de no poder dormir, tiene un origen mucho más específico, que curiosamente es el mismo de «pasar la noche en vela». El origen de estas expresiones se remonta a la época medieval. La noche de antes de que alguien fuera armado caballero, tenía que vestir una túnica larga y blanca como símbolo de pureza, y además tenía que “velar” sus armas, es decir, tenía que pasar la noche vigilándolas y, por lo tanto, sin dormir.
También está relacionada con los caballeros medievales la expresión “ir de punta en blanco” (vestir elegantemente), ya que a las armas que estaban muy bien cuidadas y afiladas las llamaban “armas de punta en blanco”.
La que no tiene nada que ver con el medievo es la expresión “estar a dos velas” (no tener dinero). Hay dos versiones respecto del origen de “quedarse a dos velas”. Una se refiere a la costumbre que había en las iglesias de apagar todas las velas después de la misa excepto las dos del altar, lo cual daba una sensación lúgubre y de pobreza. La otra tiene que ver con el ámbito del juego; antiguamente, en las partidas de cartas, quien hacía de la banca se iluminaba con dos velas colocadas al lado del dinero. Según avanzaba la partida, los jugadores iban quedándose con el dinero de la banca, por eso, al final, cuando no había nada, solo quedaban las dos velas.
También tiene su origen en el juego la expresión “dar el pego”, que significa hacer pasar una cosa por algo que no es, o sea, engañar a alguien. Se supone que viene de un truco que utilizaban algunos jugadores y que consistía en utilizar alguna sustancia, probablemente cera, para pegar una carta con otra y así esconderla sin que el resto de jugadores se diese cuenta.
Podríamos pensar que la expresión “ir de farol” también proviene del ámbito del juego, en concreto del póquer, ya que es una de las muchas expresiones habituales de este juego y “el farol” forma parte de su dinámica. Sin embargo, no está tan claro que tenga ahí su origen. Una de las muchas definiciones de la palabra “farol” según la RAE es “fachenda, papelón”, y también se refiere a “marcarse/tirarse un farol” como un “hecho jactancioso que carece de fundamento”. Esa acepción de impostar y/o jactarse (presumir) de algo se pudo aprovechar en los juegos de naipes para describir el momento en que alguien hacía un envite (apuesta) falso y le salía bien. Para otros, el origen es parecido, pero mucho más literal: se referiría a la luz del farol y el hecho de deslumbrar a alguien.
Cuando conocemos a alguien que va de farol por la vida, podemos decir que esa persona nos genera desconfianza, que “no es trigo limpio”. Esta expresión proviene de otro ámbito que también es origen de muchas frases hechas: el campo. El trigo que está húmedo y tiene muchas cáscaras pierde valor, por eso es necesario limpiarlo; si alguien intenta vender trigo limpio cuando realmente no lo ha limpiado, es que nos quiere engañar.
Las profesiones en general son fruto de muchísimas expresiones. De la agricultura tenemos también la locución “a/al voleo”, que significa hacer algo sin criterio; viene del hecho de sembrar lanzando las semillas por el aire, sin orden.
Del sector de la farmacia tenemos la expresión “dorar la píldora” (adular a alguien para ganarnos su favor), ya que, antiguamente, los boticarios, para evitar que algunas píldoras tuvieran mal sabor y fueran difíciles de tragar, las recubrían con una sustancia dulce para que resultasen más convenientes.
La navegación también es una buena cantera de expresiones que han dado el salto a la vida cotidiana, como por ejemplo “ir a todo trapo”, que se refiere a la acción de desplegar las velas (de tela) para ir más deprisa. Lo mismo ocurre con el deporte, que nos ha dejado expresiones como “tirar la toalla” (abandonar), que viene del boxeo —es lo que hace el entrenador de un púgil cuando ve que este no puede seguir—, o como “no dar pie con bola” (no acertar), que viene del fútbol y de la inhabilidad para acertar a golpear el balón.