Vamos al supermercado y nos atrae la atención una manzana roja de llamativo color, es seductora, grande, prieta y tan perfecta que ni Blancanieves se hubiera negado a darle un buen bocado a pesar de recordar la mala experiencia del pasado. Sin embargo, cuando lo hacemos, cuando llevamos a nuestro paladar un trozo de esa cautivadora fruta del jardín del Edén, descubrimos que… ¡No sabe a NADA!

Seguro que habrás oído en más de una ocasión a tus padres o abuelos decir aquello de ¡La fruta ya no sabe como antes!, y aunque los mires con escepticismo preguntándote qué maravillosos sabores tenían las frutas de antaño, no puedes dejar de admitir que en ocasiones, las peras no saben de verdad a peras, y que las fresas parecen pepinos. ¿A qué se debe? ¿Hay alguna explicación a este raro fenómeno?

¡La fruta no me sabe a nada! ¿Por qué?

Si bien es cierto que en raras ocasiones podemos disfrutar de sandías o melones exquisitos o papayas deliciosas, los consumidores de todo el mundo suelen quejarse muy a menudo de que los sabores, se están perdiendo. A no ser que tengas tu propio campo y tus propios árboles frutales, será más que frecuente que te quejes de que ese zumo de naranja matinal sepa más a limón que a naranja, y que tu batido energético de frutas, no tenga un sabor tan delicioso como esperabas.

Estas son las razones que nos dan los expertos, algunas realmente sorprendentes

1. La fruta se recoge cuando está «verde»

¿Por qué razón? ¿Por qué la fruta se coge cuando aún no está madura? Básicamente porque correrían el peligro de que cuando lleguen al consumidor, ya no se pueda comer y esté pasada. Así pues, cuando la fruta tiene  un tamaño aceptable, se llevan en cámaras frigoríficas a baja temperatura donde se las expone a gas etileno.  De este modo, no se oxidan y se controla su maduración.

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Lo que hace  también el gas etileno es remover la clorofila, consiguiendo así que todas las piezas de fruta de esa partida, tengan el mismo color y aspecto en el mismo momento, pero el sabor, siempre cambia. ¡Y ojo… además tienen menos vitaminas! Una pena.

2. Las necesidades de los consumidores
  • Hemos de tener en cuenta que somos millones de consumidores en todo el mundo, y que la alimentación, sea la que sea, se produce ya en «masa».
  • Queremos productos grandes y de buen aspecto, sin manchas, sin rozaduras,  (cuando en realidad, la fruta puede estar deliciosa sin necesidad de tener tanto brillo o de ser tan grande).
  • Para producir más, debe conseguirse que los productos sean resistentes a plagas y enfermedades. Pensemos que a día de hoy la contaminación está muy presente en el ambiente y en todos los cultivos.
  • Se busca también que la fruta sea fácil de recoger.
3. ¿Son los trasgénicos los únicos culpables de que la fruta no tenga sabor?

Es posible que pienses que todas las razones anteriores se resuelven a través de los procesos trasgénicos, mediante los cuales, poder producir grandes cantidades de fruta resistente a las plagas, con buen aspecto y de forma rápida. Ahora bien, como ya sabes, no todos los países aceptan que en sus ciudades se comercialicen este tipo de productos mejorados genéticamente.

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Lo que se hace entonces es «cruzar» especies. Podemos por ejemplo coger una planta que produce frutos muy buenos pero pequeños, y mezclarla con otra variedad que ofrece frutos grandes. El resultado en ocasiones es bueno, pero el sabor nunca es tan sabroso como esa especie original.

4. ¿Qué ha pasado con las semillas originales?

Muchos biólogos se preguntan algo curioso: «Si preservamos nuestras catedrales ¿por qué no preservamos también las semillas de esas frutas de antes tan sabrosas y maravillosas?»… Aquí también está el problema, la biodiversidad agrícola original, la cual, se está viendo limitada por especies más homogéneas, especies «grandes, bonitas… y que no saben a nada».

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Y ahora dinos, ¿piensas también que las frutas de ahora no tienen ya su sabor auténtico? Si te ha gustado este artículo descubre también el llamado «quinto sabor», Unami.