Seguro que has oído hablar de los evangelios apócrifos y posiblemente te hayan interesado algunas de las historias que explican y que en muchas ocasiones complementan lo que nos cuentan los evangelios canónicos. En algún momento de la historia alguien decidió que determinados escritos quedaban fuera del Canon y en Supercurioso hemos querido averiguar más sobre los evangelios apócrifos, ¿por qué se consideran así?
El término «apócrifo» viene del griego «από» que quiere decir «lejos» y «κρυφος», «oculto» y que pasó al latín como «apócryphus». Del significado original que era «ocultar lejos» derivó en «oculto» u «obscuro». En la actualidad significa «supuesto», «fingido» o «fabuloso» y nos transmite una sensación de falsedad.
Los evangelios apócrifos
«Apócrifo» se añadió como adjetivo a la palabra Evangelio y se aplicó a todos aquellos escritos que surgieron durante los primeros siglos del cristianismo hablando de la figura de Jesús de Nazaret, con nombre o características similares a las de los textos canónicos, pero que no fueron reconocidos como parte de las Sagradas Escrituras. Primero designaban a los evangelios de comunidades gnósticas que tenían mensajes ocultos que sólo podían entender los iniciados y más tarde se aplicó a todos los escritos similares que no fueron aceptados en el canon del Nuevo Testamento. Los cánones son diferentes para católicos y cristianos no católicos, pero muy similares.
Si se les llamó «evangelios» es por su similitud formal con los cuatro evangelios canónicos. En general difieren de los aceptados en su estilo y también en su contenido y fueron desestimados por las comunidades cristinas.
¿Qué diferencia los evangelios apócrifos de los canónicos?
La primera diferencia que suele mencionarse es la del estilo templado y sin adornos de la predicación reflejada en los cánones y la abundante fantasía que se da en los evangelios apócrifos.
La segunda es que transmiten enseñanzas misteriosas reservadas a grupos reducidos o muy diferentes de las que están plasmadas en los evangelios canónicos.
En tercer lugar, suele mencionarse que a diferencia de los canónicos, en los evangelios apócrifos se hace mucho hincapié en la autoría del escrito; Felipe, María Magadalena, Tomás, Pedro, etc., buscando que con ese nombre como respaldo sean más fácilmente aceptados.
A pesar de no haber entrado en el canon, los evangelios apócrifos han tenido mucha más influencia de la que imaginas en la iconografía cristiana. Te daremos 6 ejemplos que quizá te sorprendan sobre tradiciones que únicamente constan en ellos y no en los textos canónicos.
- Los nombres de los padres de la Virgen, que han pasado a ser santos, únicamente constan en los apócrifos: Joaquín y Ana. Apareció por primera vez en el apócrifo «Evangelio de Santiago».
- El nombre de los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar. No se conocieron hasta el siglo V. En esa época aparecieron entre otros textos en el «Evangelio armenio de la Infancia de Jesús».
- El buey y el asno presentes en el pesebre donde nació Jesús.
- El nombre del buen ladrón «Dimas» y del mal ladrón «Gestas». No aparecen en los evangelios canónicos, sino sólo en los apócrifos; en este caso en el «Evangelio de Nicodemo» o en el » Protoevangelio de Santiago».
- La tradición de la Verónica que tiene su lugar en el Vía Crucis proviene del «Evangelio de Nicodemo»
- Longinos, el nombre del centurión que atravesó con su lanza el costado de Jesús cuando estaba en la cruz, se extrajo del «Evangelio de Nicodemo» conocido también como «Acta Pilati».
San Joaquín, Santa Ana, San Longinos o Santa Verónica, son personajes que no se mencionan directamente en los evangelios canónicos. ¿Sabías que todas estas tradiciones se habían extraído de los Evangelios apócrifos? Si quieres conocer más a fondo algunos de ellos te invitamos a leer: El evangelio apócrifo que narra la infancia de Jesús. ¿Qué cuenta? o El Evangelio de Pedro, ¿en qué se diferencia de los otros?, ¿por qué se descartó?