Seguro que has visto la conocida película protagonizada por Richard Gere «Siempre a tu lado» en la que este muere y su perro, Hachiko, lo espera fielmente en la estación durante años. Este film está basado en una historia real ocurrida en Japón. Sin embargo, esta no es la primera historia sobre la fidelidad de un can a pesar de la muerte de su amo que se conoce. Una de las más populares es la de Greyfriars Bobby, un Skye Terrier que incluso tiene una estatua en la entrada del cementerio de Greyfriars en Edimburgo.
El caso de Greyfriars Bobby, es uno de los atractivos de ese camposanto, pero varios historiadores y periodistas han investigado el caso desde hace décadas para descubrir que las cosas no son lo que parecen. Acompáñanos a descubrir la verdad sobre el perro del cementerio de Greyfriars.
Greyfriars Bobby
Aunque sepamos qué pudo motivar la leyenda de Greyfriars Bobby, la historia que se cuenta nos emociona ya que habla de amor y fidelidad al límite. Posiblemente, si has tenido un perro como mascota puedas apreciar en ella rasgos de tu fiel amigo y por eso creemos que es interesante conocerla antes de explicar lo que verdaderamente ocurrió en uno de los cementerios más fascinantes del mundo.
La leyenda
La leyenda de Greyfriars Bobby se inició en Edimburgo en el siglo XIX y es la historia de un perro que supuestamente permaneció junto a la tumba de su amo desde la muerte de éste hasta principios de 1872 en que falleció. Habían transcurrido 14 años.
Bobby era, según la historia, el perro de un vigilante nocturno de la policía local de Edimburgo llamado John Gray. Convivieron durante dos años hasta que la tuberculosis se llevó al amo de Bobby. Desde ese mes de febrero de 1858 hasta enero de 1872, Bobby permaneció en el cementerio junto a la tumba de Gray en el Cementerio de Greyfriars .
En esos años, debido al gran número de perros callejeros que había en la capital escocesa y el peligro que esto suponía, se obligó a que todos los canes tuvieran una licencia. Los que no la tenían eran recogidos y «eliminados». Greyfriars Bobby no tenía licencia, pero su historia llego a oídos del Lord Provost de Edimburgo que era a su vez el presidente de la Sociedad Escocesa para la Prevención de la Crueldad a los Animales y éste le pagó la licencia y le colocó la chapa que lo acreditaba en su collar. Este collarín se conserva aún en el Museo de Edimburgo. A su muerte, Bobby fue enterrado en el exterior del camposanto, pero muy cerca de la tumba de su amo. Un tiempo después, una adinerada aristócrata escocesa, Lady Burdett Coutts, pago la construcción de una estatua-fuente con la imagen de Bobby. En la fuente, que ahora ya no existe, había dos caños, uno superior para los humanos y uno a ras de suelo, para los canes. Además, se escribieron varios libros y se han filmado películas basados en la vida de Greyfriars Bobby.
La realidad
Ya desde el siglo XIX fueron numerosas las voces que explicaron en la prensa que quizá la historia de Greyfriars Bobby no era como se explicaba e incluso se llegó a discutir su veracidad en un pleno del ayuntamiento de Edimburgo. Sin embargo, la leyenda triunfó ya que la gente quería creer en ella.
En 2011 un médico, historiador y escritor sueco-británico llamado Jan Bondeson publicó una biografía sobre el perro titulada: «Greyfriars Bobby: The Most Faithful Dog in the World» en la que [easyazon_link identifier=»B012HV44G0″ locale=»ES» tag=»supercurioso07-21″]relata sus investigaciones[/easyazon_link]. Averiguó que Bobby era posiblemente un perro vagabundo que vivía en los alrededores del Hospital Heriot de Edimburgo y el jardinero lo recogió y lo llevó al cementerio. La existencia de los llamados «perros de cementerio» era una práctica habitual en el siglo XIX. Los sepultureros y jardineros los llevaban consigo y los alimentaban para que vivieran en los recintos. Era habitual que la gente pensara que estaban allí acompañando a sus amos fallecidos y este hecho fue aprovechado por el director del Cementerio de Greyfriars que había adoptado a Bobby. Se tejió una historia a su alrededor y esta fue publicada en un periódico local teniendo repercusión nacional. En breve, las visitas al cementerio para conocer a Bobby se multiplicaron y llegaba gente de todo el país lo que supuso una entrada de dinero.
En su libro, Bondeson apunta que posiblemente el Grayfriars Bobby original muriera en 1867 y fuera sustituido por otro ejemplar más joven, ya que existen fotografías anteriores y posteriores a ese año y son claramente de dos perros diferentes. Esto aclararía la extraña longevidad de Bobby que al parecer vivió 16 años, cuando, por lo general, los canes de esta raza no superan los 10-12 años de vida.
Sea o no cierta la historia de Greyfriars Bobby, no deja de emocionarnos y seguro que si visitas Edimburgo y te acercas a su histórico cementerio buscarás la estatua y la tumba de Bobby. No tiene pérdida, en la lápida hay una frase que reza: «Let his loyalty and devotion be a lesson to us all» es decir, «Que su lealtad y devoción sean una lección para todos nosotros». ¿Conocías la leyenda de Greyfriars Bobby? ¿Prefieres quedarte con ella o crees que los historiadores tienen razón y no era más que un reclamo comercial? ¡Esperamos tus comentarios! Si quieres conocer otros cementerios famosos y sus leyendas, te invitamos a leer el post: 10 Historias de Cementerios que te helarán la sangre.