Esta es una historia realmente curiosa, la de una obrera polaca que se entrelaza a la de una princesa rusa. ¿Te interesa conocerlas?
Al estallar la revolución y la guerra civil en Rusia, en 1917, el zar Nicolás II se vio obligado a abdicar al trono, y tanto él como su familia fueron apresados y puestos bajo arresto domiciliario en el Palacio de Alejandro, en Tsárskoye Seló, y luego en la Casa Ipátiev, en Ekaterimburgo, donde serían asesinados.
La fatal noche del 17 de julio de 1918, Yákov Yurovski, al frente de un pelotón de fusilamiento de la policía secreta bolchevique, despertó a toda la familia y la llevó a uno de los sótanos de la casa con la excusa de trasladarlos a un nuevo lugar. El Informe Yurovski, hecho por el mismo jefe y encontrado en 1989, relata la masacre de que fue objeto la familia imperial.
A la familia la acompañaron cuatro personas más, ayudantes y sirvientes. Se cuenta que a una de las criadas la remataron a bayonetazos, y a las princesas imperiales Anastasia y María con golpes en la cabeza.
El origen de la leyenda de la Princesa Anastasia
Matar, rematar, pero aun así no estar seguros de si se mata. Muchos rumores corrieron luego de aquella innecesaria crueldad. Incertidumbre alimentada por varias personas, entre ellas una hermana de Rasputín, María, que para ganar dinero engañó a importantes familias rusas para que “un Románov pudiese huir”.
Los rumores sin duda fueron también propiciados por la desinformación del mismo gobierno soviético, ya que en muchos informes se hablaba de registros en casas y trenes en busca de “Anastasia Románova”.
Una de las grandes leyendas urbanas del siglo XX se originó con esta confusión: no se sabía con exactitud dónde había quedado el cadáver de Anastasia, así como de otros miembros de la familia.
Para despistar al Ejército Blanco, brazo militar del Movimiento Blanco y formado por seguidores del zar, Yurovski aparentemente ordenó sacar dos cuerpos al azar y quemarlos en otro lugar, para dar así una falsa idea de lo que pudo haber sucedido, y que el Ejército Blanco no estuviese seguro de que, si encontraban los restos, pertenecieran a la familia real, ya que encontrarían 9 cadáveres en lugar de 11.
El misterio de Anna Anderson
Se expandieron rumores sobre la supervivencia de la princesa Anastasia. Así, hubo testigos que afirmaron haber visto a la zarina y a sus hijas en Perm, luego del asesinato, aunque ya hoy en día se sabe que no fueron más que habladurías.
Muchas mujeres se hicieron pasar por Anastasia y su hermana María; las más conocidas fueron Nadezhda Ivánovna Vasílieva, Eugenia Smith, Eleonora Albértovna Kruger y Anna Anderson, la más famosa, sobre quien se hizo una película protagonizada por Ingrid Bergman y Yul Brinner (Anastasia, 1956), y donde se narra la extraordinaria mentira de unos estafadores sobre la identidad de la princesa.
La leyenda la ayudaron a forjar nobles rusos, amigos cercanos y la misma Anna, quién sabe exactamente por qué.
¿Franziska Schanzkowska, Anna Anderson o Princesa Anastasia?
Anna, con un historial de enfermedades mentales, fue encontrada en Berlín en 1920, amnésica, a punto de lanzarse por un puente. Fue salvada por un soldado ruso-polaco de apellido Tschaikovsky, con quien aparentemente se casó después. La internaron en un hospital psiquiátrico bajo el nombre de Fräulein Unbekannt (“señorita desconocida”).
Sus declaraciones de que era una de las Grandes Duquesas atrajeron la atención pública en 1922, pues dio minuciosos detalles del asesinato de la familia, de su vida mientras estuvo presa en la Casa de Ipátiev, y de los otros miembros Románov. Sin embargo, la mayor parte de la familia y amigos cercanos no le creyeron. El hermano de la zarina, Ernesto Luis de Hesse-Darmstadt, contrató una investigación privada en 1927 e identificó a Anna como Franziska Schanzkowska, obrera polaca.
¿Cómo conocía Anna, o Franziska, cosas tan detalladas, que sólo alguien que vivió lo que vivieron los Románov podría saber? Después de mucho tiempo se supo que un soldado estuvo presente en el asesinato de la familia imperial rusa estuvo casado con ella y muy probablemente le contó a su mujer todo lo que vio.
Así, Anna difundió el rumor de que en verdad era la princesa Anastasia. En un juicio en Alemania, el más largo de este país, tratando de demostrar su identidad, el veredicto final fue que Anna nunca pudo establecer razonablemente que era la princesa, aunque para la fecha la muerte de Anastasia no podía confirmarse rotundamente.
Pero vivió y viajó a costa de grandes nobles rusos y de amigos cercanos a la familia, quienes de algún modo pensaban (o querían creer) que se trataba en verdad de Anastasia Nikoláyevna. Célebres artistas, como el gran compositor Sergei Rachmaninoff, pagaron a Anna estancias en hoteles y viajes a Estados Unidos o Europa. En Estados Unidos Anna comenzó a usar el apellido Anderson, por el que se le conoce.
La ciencia dictamina
En 1994, gracias a unas muestras de un pañuelo de Anna dejado en el hospital, se hicieron pruebas de ADN, contrastadas con sangre de Felipe de Mountbatten, príncipe de Edimburgo y pariente lejano de los Románov; se llegó a la conclusión de que ambas muestras no coincidían, y al compararse con una lista de desaparecidos entre 1918 y 1920, se descubrió que era Franziska Schanzkowska, natural de Pomerania.
Pero otras pruebas forenses realizadas el mismo año, siguiendo un procedimiento de identificación comparando la cara y las orejas de Anastasia y Anna, indicaron que sí, que Anna era la princesa Anastasia. Estos hallazgos fueron publicados en un documental de la televisión británica.
Sin embargo, en 2007 encontraron dos cuerpos, los que fueron quemados aparte, y gracias a los avances científicos lograron determinar que los restos eran del joven Alexei y de Anastasia.
En cuanto a Anna, tras pruebas de ADN mitocondrial, se constató definitivamente que era Franziska.
Murió en 1984 y sus cenizas fueron enterradas en el cementerio del castillo de Seeon, en Alemania, donde vivió un buen tiempo con familiares de la princesa, enterrando también, y para siempre, la leyenda de Anastasia Románova y su robo de identidad. Hasta ahora no se ha podido determinar por qué Anna decidió seguir con la mentira, o por qué tantos la creyeron. Fue enterrada con el nombre de “Anastasia Manahan”, tomando el apellido de su último marido.
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