Casi todos nosotros tenemos la clásica imagen de un gran San Bernardo, asociada a ese perro capaz de salvar personas, y que en su cuello carga un pequeño barril lleno de licor para hacer frente a los rigores de la hipotermia.

Ahora bien, ¿te has preguntado alguna vez cuál es el origen de esta historia? ¿O por qué los llaman «perros San Bernardo» Este es una bonito relato que queremos recordar para ti. Hoy en Supercurioso vamos a hablarte de alguien muy especial. ¿Su nombre? Barry.

Barry, el perro que salvó 40 personas

Estamos en Suiza, en 1800. Es por estas fechas cuando debió nacer un perro muy parecido a lo que hoy asociaríamos a la raza San Bernardo, aunque no es exactamente igual. Nuestro protagonista es algo más pequeño y dispone de una cabeza diferente, más pequeña y estilizada. Este cachorro fue adoptado por el Hospicio de San Bernardo, un lugar dedicado exclusivamente a auxiliar a los viajeros que pasan por aquella inhóspita zona.

Estamos a casi 2.473 metros de altura, entre Aosta y Martigny, una zona escarpada que históricamente sirvió como frontera europea y también como escenario para el contrabando. Se dice que, a lo largo de los siglos, por este lugar han pasado desde Napoleón hasta Barbarroja, además de Stendhal o Vittorio Emanuelle III. Un escenario estratégico donde además de la peligrosa altura, las nieves son casi continuas y las temperaturas terriblemente bajas. Tanto es así, que era común que en aquellos parajes se quedaran decenas de cuerpos abandonados que nadie reclamaba, la mayoría viajeros o contrabandistas.

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De ahí que se creara este hospicio, erigido también en honor de San Bernardo de Menthon, un archidecano italiano perteneciente a la orden del Císter, que dedicó parte de su vida a cobijar en su hospicio tanto a viajeros como a ladrones, a cualquiera que necesitara ayuda. Y no solo eso, también se especializó en rescatar personas, junto a sus monjes y numerosos perros entrenados para las búsquedas. Eran los llamados «barry dogs». Una noble tarea que pervivió a lo largo varios siglos, hasta que en 1800, criaron, cuidaron y entrenaron, al que fue el mejor perro de todos ellos: Barry I.

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Monumento en Suiza al perro Barry

Cuenta la leyenda que Barry, salió un día de tormenta en que una avalancha había atrapado a un gran número de personas. El animal, las fue sacando una por una a todas las víctimas, arrastrándolas para que los monjes las ayudaran, calentando también a varios niños con su cuerpo. Se dice que salvó a 40 personas pero que la número 41, lo mató a él.

Justo cuando empezó a rascar la superficie helada del hielo para que el último hombre pudiera salir, éste, al verlo, se asustó y lo confundió con un lobo. Disparándole. Pero tranquilo/a, esta historia es solo una simple leyenda sin veracidad alguna. Nadie hizo daño al valiente Barry, al contrario, por salvar a 40 personas se convirtió en toda una figura de relevancia para el Hospicio de San Bernardo, fue cuidado y mimado hasta que falleció a los 14 años. Tuvo una buena vida, una existencia plácida como todo buen héroe merece. Y por ello, se le ha honrado en diversos monumentos en toda Suiza.

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Por cierto, también hemos de desmentir otro detalle. Los perros entrenados por el Hospicio San Bernardo, ni eran todos » San Bernardos» ni llevaron jamás un barril de licor al cuello. Los médicos nunca recomendaron dar bebidas alcohólicas cuando alguien padecía hipotermia, lo mejor, lo más adecuado, era permitir que el cuerpo de estos nobles perros se tumbaran sobre las víctimas para hacerlas entrar en calor. Maravilloso, no hay duda.

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