Esta historia aconteció en Pennsylvania, a mediados del siglo XIX. A pesar de que sea famosa en especial por todo lo que rodea a un traje de novia, lo verdaderamente curioso es lo que aconteció en la propia casa, en esta mansión que a día de hoy sigue en pie y donde como suele ocurrir con estos relatos, el propio contexto humano y sus relaciones, es lo que teje el auténtico drama, el verdadero misterio.

Hoy en Supercurioso queremos hablarte de la mansión Baker y de un singular traje de novia que nunca fue usado por la persona a quien perteneció, y que lloró siempre por una boda que nunca aconteció… Parece quizá una historia de Charles Dickens por este último detalle, pero estamos seguros que te interesará casi de la misma forma.

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La mansión Baker, una casa de desdichas

A día de hoy la mansión Baker pertenece a la Sociedad Histórica del Condado de Blair, en Pennsylvania, y es la típica casa embrujada donde uno entra esperando ver cómo se mueve un traje de novia, pero sin preocuparse qué aconteció en esos muros. En esas habitaciones donde la humedad y el tiempo estancado, aún nos pueden contar muchas cosas.

Podríamos decir que el foco central de la casa es ese viejo vestido de novia guardado en una vitrina de cristal. Un traje que sin que nadie sepa cómo, suele variar de posición. Como si unos dedos invisibles lo movieran de vez en cuando, quitándole pliegues, cuidando de que siempre luzca igual de bonito.

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La mansión Baker tiene 28 habitaciones y fue alzada en 1849. Su dueño, era el rico propietario de una empresa de metal y una herrería de Blair: Elias Baker. Aquí estuvieron viviendo él y su esposa hasta que en 1914, una de sus hijas falleció. La joven Anna, una chica hermosa, desdichada y que siempre soñó con vestirse ese bonito traje blanco, y que ella misma compró en secreto cumpliendo un sueño imposible que jamás vio satisfecho por una razón: su padre.

Anna estaba profundamente enamorada de un muchacho de Blair, un joven obrero humilde y sencillo que no encajaba en la vida opulenta de los Baker. Su padre, le prohibió tajantemente contraer matrimonio con él, y aún más, le advirtió que no debía verlo. Anna, solícita y obediente así lo hizo, pero al acceder a esa norma familiar, algo se rompió en su interior. Ya no volvió a ser la misma. Es más, se encerró en su tristeza y nunca más volvió a asomarse al mundo… Podríamos decir que día tras día, se dejó morir.

Ahora bien, quien se fue antes que la propia Anna fue su hermano menor: David Baker. Mientras volvía en un viaje en un barco de vapor durante la estación invernal, sufrió un accidente y murió ahogado. Las autoridades les devolvieron en cuerpo, y tal y como mandaba la tradición familiar, el joven debía ser enterrado en el jardín de la casa, en el cementerio habilitado para los Baker.

Ahora bien, estaban en invierno y el suelo estaba congelado. Así que guardaron el cadáver en el sótano hasta que el invierno fuera menos duro y la tierra estuviese algo más suelta. Aquello, el tener el cuerpo sin vida de su hermano en la casa y sin enterrar, terminó por destruir aún más el corazón de la pobre Anna.

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Algo que la familia no sabía es que la muchacha, antes de que su padre le diese esa férrea negativa a su relación con el joven de Blair, ya se había comprado su propio vestido de novia y que lo ocultaba. Lo cuidaba y admiraba en secreto, con devoción, soñando lo que podría haber sido… Hasta que su madre lo encontró y se lo entregó a otra muchacha de Blair, a Elizabeth Bell, quien estaba a punto de contraer matrimonio y que no dudó en aceptar dicho vestido, mientras se burlaba de Anna, de esa solterona que era ya objeto de mofas y compasiones en toda la región.

Un acto cruel que tuvo consecuencias. y cPorque todo corazón herido, al final, acaba rompiéndose.

Anna Baker murió en 1914. No tenemos claro qué se llevó su vida, si fue una tragedia o una enfermedad. O tal vez la depresión, la tristeza. Lo que sí se sabe es que tras esa pérdida, los padres abandonaron la casa. Fue la Sociedad Histórica de Blair quien con el tiempo, y tras el largo abandono de la casa Baker, se hizo cargo de ella. Y lo más curioso, es que tuvieron el detalle de recuperar el vestido de novia dejado por Elizabeth Bell, y guardarlo en la habitación de Anna Baker.

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A partir de ese día, no dejaron de suceder fenómenos extraños. Sombras, una figura femenina que aparece en el espejo, vientos fríos… Y un vestido de novia que cambia de lugar, que se mueve, que luce siempre perfecto a pesar del tiempo. Como un regalo preciado que nunca llegó a hacer uso en la persona que debía, pero que sirvió para soñar en lo que pudo haber sido.

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