Para realizar de manera correcta cualquier actividad, la práctica tras el aprendizaje es una de las apuestas más seguras. Cuando aprendes a montar en bicicleta, a conducir un coche o a cocinar, el realizar esa actividad muchas veces alternando éxitos con fracasos nos conducirá al éxito y a dominarla. Esta premisa puede adaptarse a la práctica totalidad de oficios y trabajos, pero existe uno en que es «vital» que así sea: la medicina. Resulta impensable hoy en día que en tiempos pasados estuviera prohibido abrir cuerpos humanos para su estudio o que existieran severas restricciones. Acompáñanos a conocer a los ladrones de cuerpos, los que realizaban robos de cadáveres en los cementerios del s. XIX en Reino Unido y por qué lo hacían.
Si nos centramos en Reino Unido es debido a que únicamente podían utilizarse para el estudio de la anatomía o para disección los cadáveres de aquellos presos que hubieran sido condenados a «morir en la horca y ser diseccionados» por un juez. En muchos países, las leyes no eran tan restrictivas y podían ir a parar a las facultades de medicina los cuerpos de los que morían en cárceles, hospitales o asilos si no eran reclamados para ser enterrados en un plazo de 24 horas tras la muerte.
Ladrones de cuerpos y robos de cadáveres
En Supercurioso vimos el caso de «Los asesinatos de Burke y Hare, un negocio que se les fue de las manos«, estos dos asesinos fueron en un principio simples ladrones de cuerpos que al no poder surtir de cadáveres a sus clientes idearon un «atajo» para proveerse de cadáveres. Sin embargo y afortunadamente, fue un caso aislado y la mayoría de los llamados «resurreccionistas» se limitaban a robar cuerpos de difuntos de los cementerios a las pocas horas de recibir sepultura.
Debido a que al entrar el siglo XIX las leyes se humanizaron y las penas de muerte disminuyeron drásticamente, las facultades de medicina no tenían cadáveres con los que practicar anatomía ya que de media se ajusticiaban 55 personas en Reino Unido al año y en las escuelas se necesitaban más de 500 cuerpos. El único recurso era proveerse de cadáveres sin preguntar el origen y pagando una cantidad importante de dinero. Ser un «resurreccionista» o ladrón de cuerpos se convirtió en una profesión lucrativa y, además ,las leyes de Reino Unido castigaban con penas menores, como multas o poco tiempo de cárcel, a los que robaban cadáveres de los cementerios. Los ladrones de cuerpos ponían buen cuidado en no llevarse ni joyas ni objetos de los difuntos ya que eso podía agravar su condena si los pillaban.
Para realizar los robos tenían métodos muy estudiados para dejar el menor rastro posible. El principal era cavar un agujero frente a la tumba con una pala de madera para no hacer ruido y extraer el cuerpo atándolo a una cuerda tras romper el ataúd. Otro de los métodos usados que era más difícil de detectar consistía en levantar una porción de césped a unos metros de la tumba y cavar un túnel hasta el féretro. Cuando se llegaba a él se rompía el ataúd y se extraía el cuerpo por el túnel. Al finalizar se colocaba de nuevo la hierba y la tumba parecía inviolada. Este sistema parece que fue utilizado en numerosas ocasiones ya que se han encontrado muchos ataúdes vacíos de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Las familias, al ver que las tumbas de sus seres queridos eran profanadas idearon varios sistemas para proteger los cadáveres. Se trataba de conseguir que no fueran sustraídos por los ladrones de cuerpos mientras eran útiles para los estudiantes, lo que suponía unos pocos días tras el fallecimiento. En algunos casos pagaban a un vigilante, en otros eran los propios allegados los que hacían turnos de guardia para proteger la tumba y en cementerios como el de Greyfriars en Edimburgo se alquilaban unas rejas metálicas para colocar durante ese periodo de tiempo sobre las tumbas. En Londres se llegó a construir en un lujoso cementerio unas catacumbas prácticamente inaccesibles con numerosas rejas para proteger a los difuntos de los ladrones de cuerpos.
Otro sistema mucho más fácil y menos arriesgado que también fue utilizado por los ladrones de cuerpos fue contratar mujeres que actuaban como familiares de fallecidos en los asilos de pobres. Reclamaban los cuerpos de sus supuestos parientes y los entregaban a los resurreccionistas que los vendían rápidamente.
Los ladrones de cuerpos cesaron su actividad con la Ley de Anatomía de 1832 que supuso para los estudiantes, que debían diseccionar al menos 3 cadáveres para aprobar», el acceso a los difuntos del «asilo de pobres», hospitales y otras instituciones de caridad.
¿Conocías el trabajo que realizaban los ladrones de cuerpos o resurreccionistas? ¿Crees que de haber sido un estudiante de medicina de la época hubieras aceptado esa situación? Si quieres saber más curiosidades de cementerios como la existencia de las “mortsafes”, te invitamos a leer el post: 20 Curiosidades de Cementerios | Tenebrosos y fascinantes.