Honrando el nombre de Supercurioso, una vez más observamos los fenómenos más curiosos de nuestro vasto y espectacular mundo.

¿Sabíais que bajo las profundidades oceánicas existe un prodigio sólo visible desde la Estación Espacial Internacional? Y eso gracias a determinada posición de la Estación y a la inclinación de los rayos solares, que permitieron a las cámaras astronautas captar y medir un fenómeno nunca antes visto ni sospechado en la tierra.

Las increíbles olas internas del océano sólo visibles desde la Estación Espacial Internacional

«Olas internas». Así se llaman estas olas producidas por las distintas densidades de las aguas de los océanos.

Sí, son olas que llegan a medir hasta 100 metros de altura (¡bajo el agua!), y pueden recorrer largas distancias.

Olas internas en el Estrecho de Gibraltar (Junio de 2004 - Estación Espacial Internacional)
Olas internas en el Estrecho de Gibraltar (Junio de 2004 – Estación Espacial Internacional)

No las vemos desde tierra, pero las cámaras que nos siguen desde arriba lograron captar este portento de la naturaleza. Son olas movidas por diferentes densidades –tanto de temperatura como de salinidad– y por el encuentro con montañas submarinas. La ruptura de la placa continental también contribuye a su aparición.

Estas olas ya han sido fotografiadas desde el espacio, en sitios como el estrecho de Gibraltar, la bahía de San Francisco, en los Estados Unidos, y al norte de la isla de Trinidad, en el mar Caribe.

Aguas muertas

Estas olas internas son las causantes de otro prodigio natural, que conocen muy bien los marinos de las aguas más frías. Es lo que ellos llaman “aguas muertas”, y se encuentran en el Ártico. Los barcos que transitan por allí se ven detenidos, y no pueden avanzar, sino con muchas dificultades.

Como describimos antes, se producen cuando dos masas de agua de distinta salinidad se juntan.

En las zonas polares, cuando el agua de los glaciares se derrite queda en la superficie, provocando la diferencia en densidad.

Mar de Beaufort, Alaska, E.E.U.U.
Mar de Beaufort, Alaska, E.E.U.U.

Así lo atestiguó en 1893 un científico y explorador noruego, Fridtjof Nansen, que estuvo en una zona del Ártico con su barco, y éste a duras penas avanzaba, debido (y no lo podía saber) a las inmensas olas que debajo del mar cruzan y corren el lecho marino.

Si bien ya la explicación de las diferentes densidades se aplicó a estos casos particulares, la existencia de estas olas submarinas es lo que ha arrojado luz sobre las “aguas muertas” polares.

Es un dato curioso sobre uno de los espacios menos investigados, las profundidades de los océanos.

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