En muchas sociedades existió una costumbre llamada «Herencia de Viuda«. Consistía en que a la muerte del esposo, la mujer debía casarse con un pariente del marido, generalmente el hermano. En el judaísmo este tipo de enlace se convirtió en ley y tuvo un nombre específico: el Levirato u obligación de casarse con la viuda del hermano.
El Levirato: la obligación de casarse con la viuda del hermano
En muchas sociedades existió y lamentablemente aún existe en algunos lugares de África y la India, esta figura matrimonial. Históricamente se considera que podría tener dos fines diferentes: por un lado, en tiempos en los que las féminas carecían de derechos y posibilidades de organizar su propia vida, ofrecía la protección de una figura masculina a la mujer que quedaba sin el amparo de un varón. Pero por otro, podría tener un trasfondo interesado: si la viuda contraía nuevas nupcias con un hermano del difunto, el patrimonio no salía de la familia y quedaba protegido y vigilado por ésta.
En algunas culturas, no se trataba de un deber que tenía la viuda, sino de un derecho que ésta podía exigir a la familia de su esposo para no quedar desamparada. Debían proporcionarle un marido si ella así lo exigía.
En el judaísmo esa figura se conoce como Levirato (en hebreo yibbum). El levirato es propio de sociedades patriarcales. El nombre que utilizamos para designar el yibbum fuera de la sociedad hebrea deriva del latín, ya que «levir» significa «hermano del marido». En el judaísmo sólo es una obligación cuando el difunto ha muerto sin descendencia a fin de preservar su linea familiar. Cuando nace el primer hijo, se considera que éste es hijo del difunto y no de su padre biológico y es nombrado heredero. Aún siendo una obligación existe una norma que contempla la negativa de uno de los dos a contraer este nuevo matrimonio, pero la renuncia debe hacerse en una ceremonia expresa llamada halizah.
El halizah es una curiosísima ceremonia descrita en el libro del Deuteronomio. Suele celebrarse en la sinagoga o en casa del rabino y exige la presencia de jueces y testigos. En ella la viuda afloja el zapato de uno de sus cuñados (con que lo haga con uno de ellos basta) y escupe en el suelo delante de él. Tras esto, las dos partes interesadas recitan unas fórmulas de renuncia. El zapato para la ceremonia pertenece a la comunidad y está hecho con la piel de una animal kosher y tiene unas cintas para atarlo a la pierna. Tras esta ceremonia, los dos afectados y los otros hermanos del difunto -si los hubiere- quedan liberados del levirato.
Actualmente el levirato está totalmente en desuso desde el siglo XIX, incluso dentro de los grupos judíos más ortodoxos. Sin embargo, legalmente, si no se realiza la ceremonia del halizah podría considerarse que el nuevo matrimonio que contraiga la viuda es adúltero y los rabinos tienen la obligación de realizar la ceremonia si así se lo exigen las partes interesadas. Curioso ¿no?
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