Cuentos infantiles, delicadas princesas y poderosas hadas madrinas o fantásticas historias de magia… La imaginación es sin duda uno de los mayores tesoros del ser humano. Esa inventiva para hacer nacer una historia, con visos de realidad o con el más puro ejercicio de creación… esa facilidad para crear un mundo y hacerlo ver a otros, incluso transmitiéndolo de generación en generación, es una de las mejores facetas del hombre. Y el cuento de Sant Jordi bien que lo demuestra. En esta historia plagada de fantasía, de romance y coraje, se enaltecen algunos de los más lindos valores que van quedando en el alma de un país, heredándose al corazón de grandes y chicos. Hoy en Supercurioso nos hemos animado a develar todo sobre la leyenda de Sant Jordi, el patrón de Cataluña. ¿Nos acompañas?
La leyenda de Sant Jordi: la historia real
Cada 23 de abril la leyenda de Sant Jordi renace y cobra vida propia, siendo protagonista del día. Fue una fecha como esa, pero en el lejano año 303, cuando murió Sant Jordi o San Jorge, el soldado mártir y santo patrón de Cataluña y de Aragón, así como de otras regiones españolas como Alcoy y Bañeres en Alicante, Cáceres, Golosalvo y Madrigueras en Albacete, Lucena en Córdoba y Santurce en Vizcaya. También, fuera de las fronteras españolas, es patrono de países como Etiopía, Bulgaria, Georgia e Inglaterra, donde la festividad ha adquirido la misma relevancia que la propia Navidad. El hecho es que el cuento de Sant Jordi se mantiene presente después de milenios gracias a un elemento simple, y es que enaltece el coraje y la valentía como valores infaltables en todo hombre y mujer de bien.
La leyenda de Sant Jordi cambia de ubicación conforme a la región en la que sea contada. Para algunos ocurrió en la región de Capadocia, pero para la mayoría de los catalanes tuvo lugar en la zona de Montblanc, Tarragona. El hecho es que en aquel poblado vivía un dragón feroz, cuyo maligno poder era tan tenaz, que con su solo aliento podía envenenar el aire y matar a quien estuviese cerca. Tan aterrados estaban los pobladores de la ciudad, que acordaron enviar cada día dos corderos a la bestia, para saciar su hambre y evitar que les atacara. Pero cuando empezaron a escasear los animales, se acordó que junto a un único cordero, sería enviada también una persona elegida por sorteo, ofrecida como sacrificio para que el dragón la devorase. Los familiares sobrevivientes, en compensación por la pérdida, eran premiados con abundantes riquezas.
Pero lo que sigue en el cuento de Sant Jordi es lo más interesante. Algunas versiones dicen que el pueblo, cansado de que ningún miembro de la familia real pagase con su vida aquella desgracia compartida, escogió a la princesa como la próxima ofrenda al dragón. La versión más romántica de la leyenda de Sant Jordi defiende que fue por el propio sorteo que el destino de la joven princesa se signaba hacia la tragedia. El hecho es que cuando la chica se disponía a entrar en la cueva del dragón, se interpuso en su camino un valiente caballero. Se trataba de Saint Jordi, quien se enfrentó con valentía a la bestia, logrando atravesarle el pecho con su espada. Del animal brotó un río de sangre que pronto se convirtió en un frondoso rosal, con las más bellas rosas rojas que se hubiesen visto. En caballero entonces cortó una de ellas y la ofreció a la princesa a modo de regalo.
A su regreso a la ciudad, la princesa y el caballero fueron recibidos con vítores y celebraciones. Matando al dragón, Saint Jordi había liberado a la ciudad de un yugo de muerte. Entre todos, el más feliz era el Rey, que veía regresar con vida a su hija. Ofreció al caballero todas las riquezas que quisiera, pero él prefirió que aquellos tesoros fueran repartidos entre los habitantes del reino. Tiempo después se construyó en su honor una iglesia, en la que los creyentes aseguraban que brotaba un agua milagrosa, capaz de curar los males y enfermedades del cuerpo.
Una leyenda viva en la Casa Batlló
Pero la leyenda de Sant Jordi no solo se resume en una fábula popular que le contamos a los niños antes de dormir. En las propias calles permanece viva la esencia de este cuento, y el mejor ejemplo de ello es la Casa Batlló, una de las más hermosas construcciones con las que Barcelona sorprende a propios y visitantes. En esta mítica casa remodelada y transformada por Antonio Gaudí, se hace referencia al cuento de Saint Jordi de una manera magistral. En su fachada abundan los balcones repletos de rosas rojas, que simbolizan el rosal al que dio lugar la muerte del dragón. En la azotea, casi podemos ver el lomo de la gigantesca criatura, imitado por las tejas de cerámica en forma de escamas y atravesado por la cruz de cuatro brazos que representa la poderosa espada del caballero.
En el último piso de la Casa Batlló aparece un balcón en forma de flor, que refiere al balcón de la princesa en palacio. En los pisos inferiores se reflejan las víctimas que murieron en las fauces del dragón, representadas por los balcones en forma de calaveras y las columnas de la tribuna que simulan los huesos. Y por último, la sala principal de arcos centenarios evoca a la cara torácica del atemorizante animal. En definitiva, en cada espacio de esta magnífica casa se ilustran las más representativas escenas de la leyenda de Sant Jordi.