Al rededor del mundo existen narraciones de maldiciones reales que nos han asombrado, como, por ejemplo, el club de los 27, un reducido grupo de artistas que murieron sin explicación alguna a los 27 años. No obstante, hay historias de historias, algunas más curiosas que otras y tal vez una de las maldiciones más emblemática sea el carro de James Dean, apodado cariñosamente Little Bastard. ¿Acaso existió una maldición detrás de la muerte de James Dean? En Supercurioso estamos encantados de contártelo. ¡Acompáñanos!
La maldición del carro de James Dean
Una de las curiosidades de James Dean es que él era amante de los carros deportivos. Le tenía especial cariño a un precioso Porshe 550 Spyder, al cual llamó Little Bastard que en español sería: «pequeño bastardo». Un automóvil que condujo por última vez el 30 de septiembre de 1955, cuando, al llegar al cruce de la localidad californiana de Cholane, el destino quiso que chocara brutalmente contra un Ford Custom Coupé, otro bonito vehículo conducido por otro joven que perdió el control del volante golpeándose contra el del famoso actor. Y, aunque James Dean intentó esquivarlo, terminó impactando contra un tendido eléctrico partiéndose el cuello en el acto.
Un final trágico para una estrella en auge, para un actor que con tan solo 24 años, tenía el mundo a sus pies y a todo Hollywood eclipsado por ese aire entre el desamparo y la rebeldía que lo encumbró de inmediato con tan solo tres películas. Una figura única que, a partir de ese momento, cuando su cuerpo quedó sin vida en el interior del Little Bastard, empezó a definirse la auténtica leyenda de James Dean. Pero tras esa luz, tras ese mito que el mundo del cine se encargó de gestar a partir de su muerte, también empezó a alzarse otra leyenda negra: la de la maldición del carro de James Dean…
1. La leyenda urbana de Little Bastard
Aquel día en que James Dean conducía su carro con intención de acudir a una carrera de coches en Salinas, amante eterno de los automóviles y de las carreras. Fue precisamente ese amor por la adrenalina y la velocidad lo que lo llevó a tomar una decisión: competir en una prueba que se celebraba en California. Por este motivo, había comprado un Lotus MK10, pero la entrega de este se retrasó, así que como acto desesperado compró a Little Bastard.
El carro de James Dean era un auténtico espectáculo, tras unas pequeñas modificaciones como pintarlo de color plateado y poner en sus puertas el número 130, el Porsche quedó listo para competir. Después de varios días de pruebas sobre su rapidez y estabilidad, llegó el día de la competencia. En el carro, James Dean iba acompañado por su mecánico e intimo amigo alemán: Rolf Weutherich, quien tras el accidente, a pesar de salir gravemente herido logró salvar su vida.
Tras el accidente, Rolf Weutherich jamás quiso hablar con nadie de lo ocurrido y tan pronto como terminó su recuperación volvió a su país natal, aunque la fatalidad y la curiosidad quiso que falleciera pocos años después, y de nuevo, en un accidente de tráfico. Por su parte, el muchacho que conducía el Ford y que impactó contra el carro de James Dean, salió ileso del accidente, declarando simplemente que no había visto el Porsche en ningún momento, una explicación poco concluyente que enfadó a muchos, sin embargo, la familia del actor no buscó culpables en ningún momento. Para ellos, el único responsable fue «aquel maldito automóvil».
Y así debió ser… porque fue precisamente el mismo día en que se recogieron los restos del coche, cuando empezó la auténtica maldición del carro de James Dean. Si bien este actor fue uno de esos famosos que murieron jóvenes, con Little Bastard todo fue una cadena de coincidencias que nadie podía explicar. Comenzó con Dean y siguió George Narkius el conductor del camión encargado de recoger los restos del Porsche. Extrañamente, y mientras recogía esos pedazos calcinados, su propio camión se mueve y acaba aplastándolo hasta matarlo.
2. Sucesos extraños
Una vez se recogen todos los restos del carro de James Dean, George Barris decide comprarlos para reconstruirlo, pagando por él 2.500 dólares. Los llevan a su taller privado, y ahí, una de esas piezas cae por accidente partiéndole las piernas a uno de los mecánicos. Un año después, Barris decide ir vendiendo el coche por piezas aprovechando la repercusión del actor para ir sacando el máximo dinero posible. Podía ser un buen negocio. De ese modo es como llega el motor a un tal Troy McHenry, quien ilusionado por poseer el corazón de Little Bastard, no tiene otra idea más que instalarlo en su propio coche para participar en una carrera de coches. Acaba falleciendo en la primera curva.
La transmisión del Porsche es adquirida por William Eschrid, quien, cómo no, la instala también en su vehículo. A los pocos días sufre un terrible accidente donde el coche queda totalmente destrozado y él gravemente herido, aunque logra sobrevivir… Pero allí no termina todo, la mala suerte del carro de James Dean le llegó también a un osado ladronzuelo, quien sabiendo donde se encontraban aún las piezas del famoso coche de James Dean, no tiene otra idea más que la de robar el volante. Al intentarlo, se rompe un brazo en el mismo garaje.
Faltaba sin duda una parte importante… ¿Qué ocurrió con la carrocería del precioso carro? Barris, el propietario de todas las piezas del carro de James Dean, lo vendió a la Patrulla de Carreteras de California, quienes estaban ilusionados por reconstruir un coche con esa pieza. La llevan a un taller y la dejan allí a la espera de iniciar el proyecto, pero esa misma noche el taller se incendia, perdiéndose varios vehículos… a excepción de la carrocería del Little Bastard, que queda intacta.
Pero aún hay más, todas las veces en que sus restos han sido puestos en una exhibición, ha sido fuente de desdichados desastres: en una ocasión una de las piezas cayó del pedestal hiriendo a una niña, y en otro momento, cuando un vehículo de seguridad lo trasladaba a Oregón para otro evento, sufrió un terrible accidente donde su conductor perdió irremediablemente la vida.
Tal vez te preguntes qué fue de este Pequeño Bastardo digno de uno de los libros de Stephen King, te diremos que todo lo que te hemos relatado ocurrió en un intervalo de tres años desde la muerte de James Dean, instante en que alguien pensó en que lo mejor era impedir que las piezas del coche fueran repartidas aquí y allá, se optó por una sencilla idea: dividir el coche en once partes para dejarlas fijas en una sólida base de hierro… Desde entonces, nada malo ha vuelto a ocurrir, tal vez el oscuro demonio que habitaba en ese Porsche esté ya en paz… Si eres amante de los misterios, te invitamos a descubrir la maldición de Tutankamón.