¿Podría una cura para el cáncer esconderse en el código genético del elefante? Los mamíferos de grandes dimensiones tienen una incidencia de cáncer mucho menor de lo que uno esperaría, dado su tamaño y larga vida útil. Es un fenómeno que fue dado a conocer por el epidemiólogo de la Universidad de Oxford, Richard Peto, y se le ha llamado paradoja de Peto: «los animales más grandes tienen menor incidencia de cáncer, a pesar de tener exponencialmente más células con el potencial de mutar». Ahora, los investigadores creen que saben por qué, y podría cosechar dividendos para los seres humanos.
El motivo por el que los elefantes casi nunca enferman de cáncer
Investigadores del Huntsman Cancer Institute de la Universidad de Utah y la Universidad Estatal de Arizona, con la ayuda de los zoológicos y el circo, pasaron varios años estudiando qué protecciones tienen los elefantes contra el desarrollo de la enfermedad. Schiffman es oncólogo pediátrico, profesor de pediatría en la Universidad de Utah e investigador en el Huntsman Cancer Institute de la universidad. Él trabaja con pacientes que tienen cánceres familiares, particularmente aquellos con el síndrome de Li-Fraumeni.
La mayoría de las personas tienen dos copias de un gen con el código p53, una proteína que Schiffman llama el «guardián del genoma». Sin ese guardián genómico que actúa salvaguardándolos día a día, dijo Schiffman, las personas con síndrome de Li-Fraumeni tienen un riesgo de casi el 100% de desarrollar cáncer en su vida.
Los elefantes tienen 40 copias del gen p53: dos normales, dijo Schiffman, y 38 con alguna variación que durante milenios fueron insertadas y permanecieron en el ADN de los animales. Él y el coautor senior Carlo Maley, un biólogo evolutivo de la Universidad Estatal de Arizona, desarrollaron una teoría que suponía que el p53 de los elefantes repararía las células en una tasa más alta que en los humanos.
Sin embargo, no fue la confirmación de su teoría lo que encontraron al investigar. Joshua Schiffman, oncólogo pediátrico en el Huntsman Cancer Institute de la Universidad de Utah afirmó en una entrevista que: «Observamos de cerca nuestros resultados y lo que vimos nos sorprendió, pero tuvo mucho sentido». La tasa de reparación del gen P53 fue similar, pero en los elefantes, el guardián del genoma priorizó otro método de ataque con el que contaba: la muerte celular. Para el elefante es tan importante no desarrollar cáncer que, en lugar de arreglarla, se deshace completamente de la célula dañada.
En sus declaraciones Schiffman dijo: «Estamos tratando de ser pioneros y usar estos descubrimientos para hacer medicina de precisión». El doctor cree que podría desarrollarse un medicamento que imitase el efecto del p53 o una manera de conseguir hacer llegar estos genes a las personas en riesgo de desarrollar cáncer o que ya lo tengan para tratar o curar la enfermedad. Espera tener un ensayo clínico a punto próximamente, entre tres y cinco años a más tardar. Esta investigación le ha proporcionado una nueva herramienta y una nueva esperanza con sus pacientes.
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Imagen: Astrojan